Los días siguientes, Renjun se sumergió en los apresurados preparativos de las fiestas de
Navidad. Ignoró las frecuentes molestias de su estómago y se dispuso a limpiar y reordenar las habitaciones.La noche que volvía Jaemin, consideró seriamente si no sería mejor meterse en la cama y descansar.
Estaban todos en el salón, tratando de poner en pie el enorme árbol de Navidad que acababan de traer, cuando se abrió la puerta y entró Jaemin. Una sonrisa suavizó sus duros rasgos al ver los esfuerzos de su esposo y sus hijos para sostener el árbol.
—Veo que para algunas pequeñas tareas todavía hago falta —dijo en broma, atrayendo la atención de sus hijos.
Los niños abandonaron a Renjun y corrieron hacia Jaemin. Él, fingiendo terror, cayó en la moqueta mientras Yerin y Ryo se abalanzaban sobre él gritando y riendo. El tercer miembro del trío gateó como pudo hasta alcanzar los pies de su padre.
Renjun observó la escena embobado, mientras las agujas del pino se le clavaban en la palma de las manos.
Fue en aquel preciso instante, al sentir una sensación de dulzura y afecto que jamás había experimentado, cuando se dio cuenta del valor que tenía su vida. Amaba a su familia. Amaba el amor de su familia. Un amor sencillo que extendía sus lazos de unos a otros y que los unía hasta tal punto que, cuando un eslabón se rompía amenazando con romper la cadena, los demás volvían a unirse para formarla otra vez.
El Jaemin de aquella escena era el viejo Jaemin. No el que estaba tan cansado que no tenía tiempo de echarse en el suelo para jugar con sus hijos, para disfrutar de ellos.
Sakuya estaba sentado sobre él, golpeándole el pecho con los puños.
—Me rindo, me rindo —decía Jaemin, mientras Ryo le sujetaba por los brazos para que Yerin pudiera hacerle cosquillas sin piedad. Los dos niños sabían que Jaemin no podía hacer ningún movimiento para salvarse mientras tenía a Sakuya sentado sobre él— ¡Ayúdame, Renjun! ¡Necesito ayuda!
Renjun soltó el árbol, asegurándose de que no caería sobre ellos antes de ir a agarrar a Sakuya con un brazo y atacar a Yerin con sus propias armas, dejando que Jaemin se las entendiera con Ryo. Al cabo de unos segundos, el padre había doblado el brazo de su hijo mayor sobre su espalda y no dejaba de darle besos.
—¡Puaj! —protestaba Ryo, pero, en realidad, disfrutando y riéndose como un loco.
No hay muchas formas de darle a un niño de seis años los besos que necesita, pero que no se deja dar. Jaemin estaba empleando el mejor truco, porque se los daba jugando. Cuando dejó al niño en el suelo, Ryo estaba loco de felicidad, aunque sin dejar de hacer gestos de asco. Luego se moría de risa cuando su padre persiguió a Yerin, que no paraba de chillar, pero que, en realidad, estaba deseando que Jaemin la abrazara y la cubriera de besos
Sakuya observaba con una sonrisa de felicidad y Renjun se abrazó a él. El cálido cuerpo de su hijo lo reconfortó, aunque en realidad, lo que más deseaba era esperar a que le llegara el turno de que Jaemin le persiguiera también a el, como había hecho en el pasado.
Que Jaemin estaba pensando lo mismo quedó claro cuando dejó a Yerin en el suelo y miró a Renjun con incertidumbre. Renjun sintió una repentina timidez y le ofreció a Sakuya, agachando la mirada mientras Jaemin se tumbaba en el suelo jugando con su hijo pequeño.Precisamente en aquel instante, el árbol de Navidad comenzó a inclinarse. Renjun lo atrapó a tiempo, pero se le echó encima. Otra mano, más grande y fuerte que la suya apareció de repente para sostener el árbol, volviendo a ponerlo recto con gran facilidad.

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[ M. F ] - Renmin
Fiksi PenggemarRenjun y Jaemin formaban un sólido matrimonio, o al menos eso era lo que Renjun pensaba. Pero su feliz existencia se hizo añicos cuando supo que Jaemin tenía una aventura. Adpt.