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—Maldita sea —murmuró Jaemin, apretando la mano de Renjun y volviéndose para mirar al intruso.

—Hyuck —le saludó poniéndose en pie— Creía que estabas en Estados Unidos —dijo estrechándole la mano.

Renjun se fijó en él. Era atractivo y tendría la misma edad que Jaemin. Era rubio y delgado, y tenía unos ojos cuya mirada podría atravesar una armadura si se lo proponía.

—He vuelto hace un mes —respondió Hyuck —. Eres tú el que ha estado fuera de la circulación últimamente —dijo mirando con una curiosidad puramente masculina a Renjun—. ¿Tiene esta hermosa criatura la culpa? —preguntó con suavidad. Luego miró a Jaemin y le preguntó—: ¿Qué ha ocurrido con la encantadora S...

—Mi esposo —le interrumpió Jaemin.

Renjun, sin embargo, imaginó el nombre que Hyuck iba a pronunciar .

—Renjun —añadió Jaemin con un gesto de la mano— Lee Donghyuck. Tenemos el mismo abogado.

Lee Donghyuck miró a Jaemin pensativamente.

—Vaya, .vaya —murmuró antes de rodear a Jaemin para ofrecerle la mano a Renjun.

Renjun estaba demasiado ocupado tratando de recordar por qué le sonaba aquel nombre como para pensar en lo que aquel pequeño comentario significaba.

Lee Donghyuck era el dibujante de la sección política del Sunday Globe, y tenía un humor mordaz. Tenía la infalible capacidad de captar las debilidades de la gente y utilizarlas de modo que podía convertir a la persona más eminente en el mayor hazmerreír. Aquella habilidad también le había convertido en una celebridad de la televisión.

—Ahora entiendo por qué nadie ha visto a Jaemin durante semanas —murmuró cuando Renjun le tendió la mano—. Te has casado —añadió con suavidad— No hay duda de que tu gusto ha mejorado, Jaemin.

Renjun supo que lo estaba comparando con Sungkyung.

—Gracias —respondió en lugar de Jaemin, que estaba tan tenso que no parecía capaz de pronunciar palabra aunque quisiera.

— He oído hablar de usted, señor Hyuck. Admiro su trabajo.

—¿Un admirador? —replicó Donghyuck con humor— Dígame una cosa ... —añadió haciendo ademán de retirar una silla para sentarse.

—Donghyuck, cariño, ¿no te olvidas de algo? —dijo una mujer interrumpiéndole. Con un gesto de fastidio, hecho para que Renjun lo viera, se irguió y se dio la vuelta.

—Disculpa —dijo—, pero debes entender que tenía que saborear este momento. Este hombre ha sucumbido a los encantos del matrimonio —dijo con un suspiro y se volvió a Jaemin agarrando a su acompañante por la cintura— Danielle, éste es Na Jaemin, de quien, sin duda habrás oído hablar.

—¿Y quién no? —añadió Danielle con sequedad— Todos esperábamos con impaciencia el resultado de la venta de Habréis.

Renjun bajó la vista, preguntándose si sería la única persona del mundo que no sabía lo importante que había sido la venta de Habréis.

—Encantada de conocerte —dijo Danielle. Jaemin se limitó a responder con una sonrisa. Tenía los ojos fijos en Donghyuck, que miraba a Renjun con un no disimulado interés.

—Nos gustaría que os sentarais con nosotros, pero ya hemos pedido la cena —mintió.

—No te preocupes —dijo Donghyuck con una sonrisa— No tenemos ningún deseo de interrumpir a unos recién casados.

 [ M. F ]      -     Renmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora