[ M. F ] - Renmin

29

Jaemin se irguió y frunció los labios. Retiró la mano y la dejó caer entre sus rodillas.

—Porque, por un corto periodo de tiempo, perdí el control. No sólo con lo que estaba ocurriendo entre tú y yo, sino también aquí, en este despacho. Sungkyung fue una válvula de escape. Así de simple —dijo mirando a Renjun con pesadumbre—. Estaba bajo mucha presión y, sinceramente, la utilicé para librarme de alguna de esa presión.

¿Y eso qué significaba?, se preguntaba Renjun, sintiendo que la ira se agitaba en su interior.

—Claró, y ahora, yo tengo que perdonar y olvidar —dijo— Y sentarme a esperar la próxima vez que estés bajo presión y sientas la necesidad de encontrar una válvula de escape.

—No —dijo Jaemin con tranquilidad— , porque no volverá a ocurrir.

Renjun lo miró con escepticismo.

—No volverá a ocurrir —repitió Renjun— porque la primera vez no funcionó.

Jaemin observó el rostro de Renjun para ver si entendía lo que quería decir. Sonrió al
comprobar que no era así.

—Tú y tu eterna inocencia —murmuró secamente.

—Dejé de ser inocente, Jaemin, a los diecisiete años. ¡Tú me quitaste esa inocencia!

—Tú me la diste, Renjun. Me la diste libremente.

Renjun se sonrojó. Jaemin tenía razón. No solamente se la había dado, sino que se la había entregado alegremente.

—Y, lo creas o no —continuó Jaemin—, la acepté cuando no tenía intención de hacerlo. No... no pienses mal. Te deseaba. ¡Dios mío, siempre te he deseado! Tenía veinticuatro años y cierta experiencia. Sabía que debía apartarme de ti y marcharme antes de que las cosas llegaran a ser demasiado serias. Pero no pude, así que decidí que lleváramos una relación inocente, pero tampoco pude conseguirlo —dijo apretando la mandíbula— Al final, estaba tan obsesionado contigo que mi trabajo se resintió. Y el tuyo también. Tenías sobresaliente en todo hasta que aparecí yo. Pero, en lugar de sumergirte en los estudios, que era lo que debías hacer, empezaste a salir conmigo. Y tus padres hablaron conmigo ...

Renjun se quedó muy sorprendido ante aquella noticia. Siempre había pensado que sus padres se habían limitado a saludar a Jaemin con una sonrisa cuando iba a recogerlo a casa.

—No querían que saliéramos. Y tenían razón, yo ponía en peligro tus estudios. Y por ti, yo pospuse los grandes planes que tenía para mi futuro.

—¿Esto? —preguntó Renjun, refiriéndose al despacho en el que estaban.

—Algo como esto —asintió Jaemin.

—Así que al final alcanzaste tu sueño, a pesar de mí —dijo Renjun amargamente.

— Pero a expensas del tuyo —dijo Jaemin.

—¿Los míos? ¿Cómo sabes cuáles eran mis sueños si nunca te molestaste en preguntar?

—Estudiar Arte primero y luego, ganarte la vida como artista. En publicidad, tal
vez, o en diseño. No pensabas en otra cosa.

—¿Ah no? —dijo Renjun, burlándose de la excesiva confianza de Jaemin—. Eso
demuestra lo poco que me conoces.

Un brillo cruzó la mirada de Jaemin.

—Entonces, ¿qué querías? —preguntó Jaemin con cierta incomodidad, como si no quisiera escuchar la respuesta.

Renjun le dirigió una mirada desafiante. «A ti», quería decirle, «todo lo que he querido en la vida eres tú».

—Digamos que he obtenido lo que merecía —dijo, y se dio cuenta de que a Jaemin le dolieron aquellas palabras.