Más que besos en aguas termales (+18)

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Iguro tragó saliva, admirando la belleza del cuerpo desnudo de su amada, que distraída mojaba sus pies en las cálidas aguas termales, esperándolo para bañarse juntos.

— Tardaste en llegar Obanai.— Dijo Mitsuri sonriendo al notar la presencia de este, mientras se acercaba a él lentamente.

El corazón del pelinegro se aceleró cuando ella lo notó, y más aún cuando la tuvo en frente. Era afortunado de tener una mujer tan bella como su pareja.

— Lo siento, pero ya estoy aquí.— Con delicadeza posó ambas manos en la cintura desnuda de la pelirrosada, haciéndola soltar un pequeño quejido por lo frías que estaban las manos del contrario.

— Mmhm, tienes las manos frías, vamos rápido a las aguas para que entres en calor.

Mitsuri no esperó mucho para empezar a desvestir al más bajo, quitándole el haori rápidamente y luego empezando a desabotonar el uniforme de manera impaciente. Obanai simplemente disfrutaba de aquella atención que estaba recibiendo, y antes de poder darse cuenta ya tenía un bulto marcado debajo de su pantalón.
Los ojos verdes de la muchacha se posaron en aquél bulto, y un sonrojó pronunciado se marcó en sus mejillas, un calor empezaba a brotar en su feminidad.

— No puedo dejar que te metas así a bañarte ¿No? — Preguntó Mitsuri de manera juguetona, mientras empezaba a bajar hasta quedar de rodillas con su rostro frente a la pelvis de Iguro.

— Es tu culpa por provocarme tanto.— Susurró Obanai con la voz un poco rasposa por la excitación, la cual aumentó al ver a Mitsuri bajar frente a él, mordiéndose el labio al saber lo que se venía.

— Entonces tengo que hacerme responsable~.— Canturreó la chica, mientras empezaba a desabrochar el cinturón ajeno, para luego bajar el pantalón y quitarle la ropa interior con habilidad, revelando el efecto miembro del chico.

La pelirrosada se relamió los labios al verlo tan cerca de su rostro, mientras se acercaba para empezar con un pequeño beso en la punta, marcando con su labial rosado, antes de empezar a lamerla mientras sujetaba desde la base con su mano.
El pelinegro no demoró en empezar a suspirar ante la húmeda lengua de su pareja saboreándole, haciéndole estremecer por completo ante las sensaciones que le estaba provocando, sin embargo, necesitaba más que eso.

— Mmh... Mitsuri.— Jadeó el muchacho mientras llevaba una de sus manos a la cabeza de su pareja para acariciarle los cabellos con dulzura, pero dándole un pequeño empujón de manera juguetona para pedirle más.

Mitsuri, que entendió aquella señal, decidió introducir la dura hombría de su pareja en su boca, empezando a succionar y lamer a la vez en toda su extensión, gimoteando un poco mientras chupaba, era un sabor curioso, en un inicio un poco salado, pero luego era bastante agradable una vez se acostumbró a este.

— Mnh... Mmhgh...— Chupaba entre pequeños gemidos, pues la excitación la estaba alcanzando bastante, y sus jugos comenzaban a deslizarse por entre sus piernas, goteando hasta mojar el suelo con su néctar.

— Ah... Lo haces bien Mitsuri.— Murmuró entre pequeños quejidos el joven, mientras se quitaba las vendas de la boca con su mano libre para poder respirar mejor, sin quitarle los ojos de encima a su chica, que se veía bastante erótica mientras devoraba su miembro.

La pelirrosada seguía lamiendo con su cálida lengua, succionando y apretando sus labios una y otra vez, sorprendiéndose un poco en el momento en que Iguro empezó a mover sus caderas, empezando a embestirle la boca, dando algunas estocadas con la punta en su garganta, haciéndola mojarse más por la excitación de pensar en cómo su novio se estaba cogiendo su boquita.

— L-Lo siento Mitsuri pero... Ah...— Jadeaba y tartamudeaba un poco el pelinegro por la excitación, llevando ambas manos a la cabeza de su pareja para empujarla ya de manera un poco más brusca, al igual que un depredador, ya no controlaba sus instintos más primitivos, y sin más, empujó hasta meterlo por completo en su boca, luego sacándolo un poco, y así, dando embestidas de la misma manera en la que le hizo el amor después después festival, estaba extasiado, sintiendo el clímax a por llegar, por lo que la brutalidad de sus estocadas aumentaban, haciendo sonar las babas que escurrían de los labios de la chica.

El cuidado del romance [Obamitsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora