Tras la ida al cementerio, ya en la noche, Obanai y Mitsuri volvieron a la casa de Tecchin, yendo a una habitación preparada especialmente para ambos. Decidieron dormir para poder levantarse un poco más temprano al día siguiente, tras un beso de buenas noches en los labios, ambos se acostaron juntos abrazados para dormir, aunque Mitsuri estaba muy melancólica logró conciliar el sueño entre los brazos de su amado.
Fue al día siguiente, paseando por la aldea que dentro de una de las tiendas atendidas por las mujeres de los herreros, quienes igual usaban una máscara pero distinta, Obanai se percató de algo.
Era una tienda de dulces, y se acercó con Mitsuri a comprar algunos dangos para comer mientras paseaban, pero un par de cazadoras llamaron su atención; eran gemelas, Sumiko y Akiko, Sumiko siendo la mayor, con cabello negro corto y una muy pequeña coleta, y ojos verdes, mientras que Akiko usaba dos coletas medianas y sus ojos eran morados, estaban ambas comiendo a montones en la tienda.— ¿Por qué no están entrenando? — Preguntó con algo de molestia Obanai, mientras se acercaba.
— Ah, son las gemelas ¡Hola! — Mitsuri las saludó con una sonrisa.
Ambas jóvenes con sus cachetes llenos de dangos miraron al par de hashiras con sorpresa, y Sumiko tragó para hablar rápidamente.
— Iguro senpai, solo vinimos a arreglar nuestras armas, se rompieron en una misión.Akiko que era más tímida solo saludó con su manito en silencio.
— ¿Cómo pueden ser tan descuidadas? — Obanai estaba un poco molesto, pero suspiró, después de todo por ser ellas sus aprendices hace años era más exigente con ellas.
— Es tu culpa por enseñarnos la respiración de la serpiente siendo que nosotras usamos katanas normales.— Gruñó Sumiko.
— Ya, ya, no peleen. — Mitsuri intervino para calmarlos, hace mucho no veían a las gemelas y no quería que su primer reencuentro sea peleando.
— La verdad es que les extrañamos bastante.— Akiko confesó con una sonrisa.
Sumiko se calmó, y se apartó para seguir comiendo sus dulces, haciendo un puchero, no le gustaba admitir que extrañaron a Iguro.
— ¿Y... Vinieron solos? ¿No estaban ustedes también entrenando a los otros cazadores? — Preguntó la ojiverde de cabellos negros.
— No, no, Vinimos con Sanemi y Tokito, a mejorar nuestras katanas antes de volver al entrenamiento. — Mitsuri les contestó.
— ¿Sanemi? — Sumiko se sorprendió un poco, y un ligero rubor se apoderó de sus mejillas. — No vino su hermano ¿O si?
Iguro negó con la cabeza y Sumiko bajó la mirada notoriamente triste por ello.
— Nosotras ya nos iremos mañana, están arreglando nuestras katanas para que sean un poco más flexibles que las normales sin ser curvas como la de Iguro.— Akiko explicaba alegremente.
— Ya veo, nosotros igual venimos a arreglar nuestras armas ¡Espero verlas pronto en el entrenamiento conmigo! — Mitsuri sonrió ampliamente mientras comentaba aquello.
Sumiko se quedó mirando a ambos hashiras, alzando una ceja al darse cuenta que seguían tomados de la mano.
— Entonces... ¿Nos perdimos de algo durante estos meses? — Dijo señalando las manos de los mayores.
Mitsuri se sonrojó bastante pero soltó una risita tierna, mientras que Obanai suspiraba y asentía, no era fanático de compartir sus cosas, pero no iba a jamás negar a su linda novia.
— Sí, estamos juntos.— Respondió el pelinegro.
Akiko y Sumiko se miraron con una gran sonrisa y hablaron al unísono.
— ¡Ya se estaban tardando!
— ¿Va a haber boda? ¿Bebés? ¿Seremos tías? — Preguntó Akiko alegremente, invadiendo el espacio personal de la pareja.
— ¿Eh? ¿Tías? — Mitsuri parpadeó varias veces confundida.
Sumiko agarró de las coletas a Akiko y la hizo apartarse mientras le jalaba el cabello.
— ¡Compórtate! No puedes invadir la privacidad de los senpais así como así.
— Waaaa, no tienes que tirarme del pelo Sumiko...— Akiko hacia pucheros.
Obanai se llevó una mano a la sien, suspirando con pesadez mientras negaba con la cabeza, desde que las había conocido ese par de gemelas eran así de hiperactivas. O bueno, después de que agarraron confianza con él lo eran, pues aún recuerda el día que las rescató siendo ellas unas niñas y él un adolescente sin ser un hashira, habían ya pasado unos 5 años desde eso. Le traía algo de nostalgia pensar en las pequeñas niñas que no dejaban de llorar y que él tanto se esforzaba por evitar, aunque ya no las veía tanto desde que se volvieron cazadoras de bajo rango, seguía de cierta manera teniendo una conexión especial con ellas.
— Pensamos casarnos cuando acabemos con Muzan.— Respondió finalmente Obanai, entrelazando sus dedos con los de Mitsuri en un agarre cariñoso.
Mitsuri asintió sonriendo y correspondiendo a ese fuerte pero delicado agarre.
— Por eso tienen que ambas esforzarse mucho para que podamos vencer todos juntos a Muzan. — Dijo Mitsuri levantando el dedo índice como una hermana mayor.Ambas chicas asintieron con una sonrisa, no solían destacar mucho como otros cazadores, pero harían lo mejor que pudieran para hacer realidad esa boda prometida.
Querían seguir charlando, pero un herrero llamó al par de hermanas y tuvieron que irse rápidamente para probar sus katanas y arreglar desperfectos, ambas se despidieron con su mano de ambos.— ¿Sabes? Si no las conociera desde antes creería que son tus hermanitas.— Dijo Mitsuri con una sonrisa cariñosa.
— No lo creo.— El pelinegro negó con la cabeza, pensar en familia y hermanas no era algo que realmente le alegrase. — Solo las entrené porque no me dejaban en paz, eran un fastidio que me siguieran a todos lados.
Mitsuri soltó una risita, mirándole con ternura.
— Dices eso, pero te preocupas por ellas ¿No es así?
Obanai se quedó en silencio, era como un libro abierto para su linda novia, no podía evitar ruborizarse un poco cuando ella le sorprendía de esas maneras.
— Sí se mueren yo quedaré mal por entrenar cazadores ineficientes.— Se excusó, empezando a caminar mientras movía a Mitsuri con él para que le siguiese.
— Y te pondrías triste por perder a las niñas que cuidaste.
— Un poco, supongo.— Obanai bajó la mirada pensativo. Hace bastante no probaba las habilidades de aquellas chicas, y la curiosidad le ganaba sobre si serían capaces de ser de ayuda en la batalla final o no.
Cada día esa batalla estaba más cerca.
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El cuidado del romance [Obamitsu]
FanfictionTras vencer a la Cuarta Luna, Mitsuri se encuentra herida en la finca Mariposa, e Iguro la cuidara, lo cual hará que sentimientos florezcan antes de la batalla final.