Trenzas

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Nezuko se subió a la cama junto a Mitsuri, y se sentó en el regazo de esta dándole la espalda para que pudiera peinarla, las otras niñas hacían ruidos emocionadas, esperando su turno.

— Ah, que tierna eres Nezuko.— Mitsuri la abrazó desde atrás de manera cariñosa, cerrando sus ojos un momento.

Iguro, quien observaba aquella escena, desvió la mirada pensativo, pues la manera en la que Mitsuri se comportaba con las niñas y con la demonio le enterneció un poco, pese a no demostrarlo en su estoico rostro.

— ¿Entonces las cuatro quieren que las peine como yo me peino siempre? — Todas asintieron alegremente. — Esta bien, voy a comenzar.

Con suavidad, comenzó a cepillar los largos cabellos de la demonio, usando su propio cepillo de cabello, y ayudándose de sus dedos para comenzar a trenzar con ágil habilidad, después de todo, se peinaba de esa forma todos los días, ya era hábil realizándolo.

— Que felicidad.— Dijo Nezuko sonriendo, mientras cerraba sus ojos relajada por las caricias en su cabello. Aún tenía un vocabulario limitado, pero podía expresar su tranquilidad y alegría con aquellas palabras.

— No te muevas Nezuko-chan, aún no acabo, tienes el cabello muy largo.— Dijo con una sonrisa la hashira del amor.

— ... Pareces ser buena con los niños, Kanroji.— Comentó Iguro, mientras acariciaba a Kaburamaru que estaba al rededor de su cuello.

— Bueno, tengo un hermanito menor, simplemente las trato como si ellas también fueran mis hermanitas.— Dijo con una voz gentil y agradable, ya terminando de peinar a Nezuko. — ¡Listo! ¿Te gusta?

Nezuko asintió muy feliz, acariciándose las trenzas y antes de bajarse de la cama le dio un fuerte abrazo a Mitsuri, el cual ella correspondió con mucho cariño.

— ¡Me toca! — Dijo Miyo alegremente.

— No, me toca a mí.— Naho contestó.

— Pero yo también quiero.— Sumi Murmuró.

— ¡Tranquilas! A todas les tocará su turno ¿Si? — Mitsuri se esforzaba en tranquilizar a las inquietas niñas.

Iguro se estaba irritando por las quejas, así que se cruzó de brazos, fastidiado.

— Sí se callan puedo peinar a una mientras Kanroji se encarga de otra.

— ¡Yo también! — Agregó Nezuko, alzando un bracito en señal de emoción.

Las niñas asintieron, y así fue como Naho terminó sentada en el regazo de Iguro, Sumi en el de Mitsuri y Miyo en el suelo frente a Nezuko, pues estas últimas no tenían tanta diferencia de altura.

Naho estaba nerviosa, pues de vez en cuando escuchaba el hisseo de Kaburamaru, además de que la mirada intensa de Obanai se podía percibir estando incluso de espaldas.

— ¿Has peinado antes Iguro? — Preguntó Mitsuri con curiosidad, mientras le soltaba el cabello a Sumi.

— No realmente, solo me ato una coleta cuando hace mucho calor.— Contestó mientras hacía lo mismo con Naho. — Pero te he visto peinarte varias veces así que creo que sé hacerlo.

Nezuko imitaba las acciones de Mitsuri paso a paso, recordaba un poco de cuando peinaba a su hermanita menor.

— ¿Hmm? — Iguro se detuvo, posando una de sus manos en el pequeño hombro de Naho. — ¿Por qué tiemblas?

Naho al sentir el toque dio un pequeño saltito.
— Es que escucho a tu serpiente y me da cosita.

Iguro miró a Kaburamaru, y la tomó con cuidado, para acercarla al frente de Naho y pudiera verla mejor.

— Es Kaburamaru, es muy tranquila así que no te asustes.

Naho que en ese entonces estaba asustada, se tranquilizo al ver más de cerca a la serpiente, se le hizo linda cuando ahora la escuchó serpentear y vio la lengua moverse.

— ¿Puedo tomarla?

Iguro asintió, y se la entregó con cuidado, indicándole como tomarla de forma adecuada para no lastimarla, y luego siguió con su tarea de peinarla.
Mitsuri sonreía mientras lo veía, ella ya sabía que pese a actuar frío con el resto era bastante dulce y tierno cuando se lo proponía.

Estuvieron unos 10 minutos peinando a las tres niñas, Mitsuri fue la primera en terminar pero tuvo que ayudar a Iguro y a Nezuko a seguir trenzando correctamente.

— Listo, ahora están igual que yo.— Mitsuri les sonrió alegremente, aunque ella tenía el cabello suelto.

— ¡Gracias Mitsuri! Eres nuestra hermana mayor.— Dijo Miyo alegremente.

— ¿Podemos jugar con Kaburamaru un rato? — Le preguntó Naho a Iguro, ya no le daba miedo verlo directamente.

El pilar de la serpiente se quedó pensativo, pero ante la sonrisa de Mitsuri asintió, y las tres niñas junto a Nezuko salieron corriendo de la habitación llevándose a Kaburamaru.

— Solo tengan cuidado.— Dijo antes de que salieran.

Un suspiro salió de la boca de ambos hashiras, quienes se miraron inmediatamente y sonrieron al darse cuenta que suspiraron al mismo tiempo.

— Oye, Iguro.

— Dime, Kanroji.

— ¿Quieres que te peine también?

— ¿Con trenzas como tu? — alzó una ceja.

La pelirrosada negó con la cabeza.

— Claro que no, pero quizás una colita se te vería linda ahora mismo.— Dijo Mitsuri mostrando los broches mariposa que dejaron las niñas.

Iguro no se veía muy seguro, pero el pensar en las delicadas manos de Kanroji acariciándole el cabello le emocionaba un poco, por lo que se sentó a un lado de la cama, dándole la espalda.

— Esta bien, pero no uses el broche rosa por favor.

Kanroji tomó el broche de mariposa azul de Sumi, y con sus dedos empezó a peinar el cabello oscuro del hashira.

— Tranquilo, no lo haré. — Mitsuri se acercó un poco para olerle el cabello. — Mm huele dulce y es muy suave.

Las mejillas de Iguro tomaron algo de color en un tenue rubor, tener a Kanroji tan cerca, tocándole de esa forma tan delicada, le provocaba algunos escalofríos y le daban una sensación agradable.

— No lo sé, no es que haga algo particular.

Mitsuri peinó los cabellos ajenos en forma de una media coleta, dejando la mitad inferior suelta, y lo sujetó con uno de los broches de Sumi.

— Hehe, te pareces a Shinobu con una mariposa así.

Iguro se avergonzó con esa comparación. Tomó un poco de aire, antes de voltearse y mirarla a los ojos de manera seria.

— Kanroji... Déjame peinarte también.

El cuidado del romance [Obamitsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora