El entrenamiento de Obanai

234 19 2
                                    

Antes de llegar con Iguro, Kanao recibió algunas cajas repletas de comida occidental, pastelillos, almuerzos con huevo frito, y comida que se veía muy deliciosa.

— Unos son para ti y los otros son para Obanai, si puedes entregárselos claro.— Mitsuri sonreía, esos últimos días entrenando a Kanao ella no había comido mucho, pero siempre se preocupaba de que Kanao comiera.

Le costó un poco de trabajo poder ir a la casa del hashira, llevando su comida y sus cosas, estaba un poco nerviosa, pues no tenía idea de cómo sería el entrenamiento con el pelinegro.
Una vez llegó, deslizó la puerta con lentitud, pero lo que encontró dentro la dejó sin palabras, pues lo único que vio a oscuras, fue a Inosuke y a varios cazadores atados a estructuras de madera, todos amordazados incapaces de emitir sonido.

— ¡...! — Kanao rápidamente dejó caer las cosas, y corrió hacia Inosuke empezando a desatar las cuerdas con mucha preocupación, todos se veían aterrados ¿Qué había ocurrido? ¿Un demonio? No entendía, pero estaba muy asustada.

No había terminado de desatar a su compañero cuando la puerta se cerró de golpe atrás de ella, lo cual la hizo quedarse inmóvil por el susto, y una sensación extraña en su nuca.
Con lentitud, se volteó, encontrándose con los brillantes ojos amarillos y turquesa que se iluminaban en la oscuridad, parecía un depredador a punto de atacarla, esto la hizo sobresaltarse y rápidamente tomando una posición de defensa.

— Llegaste, Kanao.— Habló la voz de Obanai.

Kanao suspiró aliviada cuando se dio cuenta de que era Iguro y no algún demonio o psicópata que amarró a sus compañeros.

— Iguro, yo ...— Volteó a varios lados, nerviosa, y más que nada confundida. — ¿Qué ocurrió?

— Es el entrenamiento. — Respondió con total seriedad, mientras se agachaba para recoger las cosas de la menor. — ¿Por qué trajiste tantas cosas?

Kanao se agachó rápidamente también, apresurada para ayudarlo a recoger sus cosas.

— La señorita Kanroji me pidió que te traiga comida cuando supo que vendría a entrenar con usted.

La expresión fría de Obanai se suavizó un poco, y en un movimiento rápido con su mano libre y su katana, cortó las cuerdas que ataban a Inosuke, haciéndolo caer ahora que estaba libre.

— Tomaremos una pausa, liberen al resto.

Obanai se fue tras entregarle las cosas a la chica, llevándose una de las cajas de comida que Kanao le indico que era para él.
Kanao se miró con Inosuke, antes de volver a ver a Obanai que se alejaba.

— ¿Cómo están entrenando? — Preguntó la chica, mientras se preocupaba de desatar las cuerdas del resto.

— Hay que pelear con él ¡Y lo hice! Pero me ató porque se enojó de que no evite golpear a los tontos o algo así.— Se quejó, mientras abría las cajas de comida que eran para Kanao.

— ¡Este idiota nos golpeó a propósito! ¡Llegó gritando que era el Rey de la Montaña y solo hizo enojar más al hashira! — Gritó uno de los cazadores muy enojado, uniéndose a ayudar a Kanao a desatar al grupo.

Kanao miraba como Inosuke se comía su comida, pero no se molestó.
— Hmmm, luchar evitando obstáculos pero... ¿No es algo peligroso usar a personas como obstáculo?

— Ese tipo está loco, no se que tiene en la cabeza...— Se quejó otro cazador.

Mientras tanto...
Obanai se sentó en el suelo a comer lo que Mitsuri le había preparado, notando que junto a la caja venia una carta. Supuso que aprovechó que Kanao venía para darle un descanso a su cuervo, o tal vez recibiría otra carta en la tarde. De cualquier manera, esa segunda opción le emocionaba.

Se acomodó bajándose las vendas para comer mientras leía relajado.

"Buen provecho, Obanai!
Quise mandarte una carta distinta junto a la comida que te preparé ¡Te extraño demasiado! ¿De verdad estaremos más de un mes entrenando sin vernos?
Escuché por parte de Muichiro que estás entrenando con Sanemi, yo también quiero entrenar contigo ¡Cuando me sienta mejor tengamos una pelea juntos!
Aún sigo mal del estómago, mi comida favorita sabe mal, ni si quiera he podido comer mochis de sakura, es una pena.
Pero no te preocupes, si empeoro te lo haré saber, por ahora no es nada, solo un malestar.
¡Te quiero mucho! Y pienso en ti todos los días.
Por favor cuida mucho a Kanao, atentamente siempre tuya, Mitsuri."

Obanai se quedó pensativo tras leer la carta, Mitsuri ya llevaba más de un día sintiéndose enferma, y estaba preocupado. Tan preocupado que estaba desquitando el estrés con los pobres cazadores, que a sus ojos eran unos incompetentes.

— Debería ir a verla...— Murmuró para si mismo, angustiado.
Pero claro, ella misma le había dicho que no se preocupara, seguramente solo causaría más problemas si la iba a visitar.

Simplemente terminó de comer, y se tomó unos minutos más antes de volver para introducir a Kanao en el entrenamiento.

Las alegres voces y murmullos de los cazadores acallaron inmediatamente cuando la presencia de Iguro apareció en la habitación, el cuerpo de todos se tensó, a excepción de Kanao e Inosuke.

— ¡Vuelve a pelear conmigo Ikubuko! — Gritó Inosuke, acercándose al hashira rápidamente.

Obanai negó con la cabeza.

— Primero quiero probar con Kanao, para ver su nivel.

Kanao asintió, poniéndose de pie.
El resto de cazadores temblaron sabiendo lo que se vendría.

Una vez todos estuvieron atados a las estructuras de madera, la pelea comenzó.

— No voy a contenerme solo porque eres una chica.— Advirtió, antes de darle una estocada con la punta de la espada de madera, através de los cuerpos de los cazadores.

Kanao se quejó por el golpe, sorprendida de la velocidad que el mayor tenía, fueron solo unos segundos  y con total facilidad logró golpearla.
Frunció un poco el ceño, preparada para responder, pero el hecho de tener que esquivar con el arma al resto dificultaba bastante la tarea.

Y así, estuvieron todo el día peleando, Kanao recibiendo la mayoría de estocadas por parte del hashira. Terminando con ella sudando bastante y con el cuerpo lleno de moretones, pero al menos había llegado el atardecer, y habían acabado.
Obanai le lanzó una toalla mojada con agua fría, cosa que por ninguno de sus aprendices hizo antes. Y simplemente se retiró tras indicar que había sido todo por el día de hoy.

Antes de ir a su camino para enfrentar a Sanemi, se puso a escribir una carta para su amada, preocupado aún por lo que había leído horas antes.

"Me estás preocupando Mitsuri, ¿No sería una buena idea ir con Kochō? Ya llevas más de un día enferma y eso no puede ser algo bueno.
El entrenamiento va bien, pero es aburrido pasar los días sin escuchar tu voz y tus historias.
No le tengo mucha fé a los cazadores, pero espero logren mejorar para no ser un estorbo en la batalla contra Muzan.
Pienso en ti todos los días,
La comida estaba deliciosa,
Pero más delicioso era el sabor de tus labios.
Te extraño, siempre tuyo, Obanai."

Iguro terminó de escribir y le entregó la carta a su cuervo, luego se dirigió a pelear contra Sanemi como cada noche.

[Varias horas después, de madrugada.]

Obanai volvía a su hogar, listo para dormir unas cuatro horas o un poco más antes de seguir entrenando a sus aprendices. Pero no se esperaba ver al abrir su puerta a Kanao e Inosuke, practicando como pasar la katana de madera a través de los obstáculos.

Decidió no intervenir, pero solo les observó unos pocos momentos antes de irse a su habitación a dormir. Quizás no eran tan inútiles los cazadores inexpertos como pensaba.

El cuidado del romance [Obamitsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora