Tras el baño en las aguas termales, Obanai y Mitsuri se colocaron los yukatas que los de la aldea les daban, y fueron a comer a la sala en la que les indicaron. Allí estaba Sanemi, comiendo un pastelito de arroz, cruzado de brazos con seriedad.
— ¡Sanemi! — Saludó alegremente Mitsuri, mientras se acercaba a la mesa, sentándose en el suelo sobre uno de los cojines.
Obanai que caminaba más lento, se sentó junto a Mitsuri, observando a su amigo que se veía bastante relajado.
— Tardaron bastante.— Refunfuñó el peliblanco, mientras terminaba de comer un poco ofuscado. — No son los únicos que quieren darse un baño, ¿Saben?
El rostro de Mitsuri enrojeció como tomate, pues en seguida recordó lo que hicieron en las aguas termales.
— Ya está desocupado así que ve a bañarte si quieres.— Respondió Obanai, mientras le tomaba de la mano bajo la mesa a su pareja para tranquilizarla.
— Bien, iré a tomarme un baño también. — Suspiró Sanemi mientras se ponía de pie, estirándose.
La puerta se abrió antes de que Sanemi pudiera salir, era Tokito junto a Kotetsu.
— ¡Espera! Yo también quiero bañarme.— Dijo Tokito. — ¿Vienes con nosotros Kotetsu?
Kotetsu negó con la cabeza mientras entraba a la habitación.
— Yo te esperaré aquí, ya me bañé más temprano.Tokito asintió, y junto a Shinazuwaga fueron a las aguas termales.
Kotetsu se acercó a Obanai y Mitsuri, e iba a hablarles alegremente pero la fría mirada de Iguro lo hizo retroceder un poco.— Ah, Kotetsu, ven ven.— Mitsuri dio palmaditas en el cojín que estaba a su lado, indicándole al niño que se siente junto a ella.
Kotetsu se acercó y se sentó un poco tímido.
— Señorita Kanroji, es bueno verla de nuevo, el jefe de la aldea siempre pregunta por ti.
— ¿De verdad? Bueno, se veía muy emocionado por verme a mi y a Iguro.— Mitsuri sonrió, mientras comía de los platillos que les habían dejado en la mesa.
— Sí, muchos de los herreros te tienen cariño, les alegra mucho cuando vienes aquí.
Obanai miraba un poco celoso, pero comprendía el sentimiento de los herreros, tener a Mitsuri cerca era como tener una luz de positividad y alegría en un mundo tan hostil.
— Eso es muy tierno.— Mitsuri sonrió. — ¿Y como han estado? ¿Los heridos ya se recuperaron?
Kotetsu bajó la mirada un poco.
— Sí, por suerte los heridos lograron recuperarse, y gracias a ustedes no hubieron más, pero aún así muchos ya no están aquí, como mi tío.
Mitsuri hizo un puchero al oír eso, se sentía triste y conmovida, y sin pensarlo ni dos veces, dio un abrazo al menor y le dio caricias en la cabeza.
— Eres un niño muy valiente Kotetsu.— Intentó consolarlo.
El niño se sintió apenado de estar siendo abrazado por la mayor, pero correspondió con uno de sus brazos.
— Soy el único de mi familia que queda vivo así que debo ser como un adulto, no puedo llorar por estas cosas, soy un hombre fuerte.
Obanai que seguía con la mirada al pequeño, se quedó meditando unos momentos, para luego hablar.
— Es admirable ser un hombre fuerte a tan corta edad.
Mitsuri que miró a su novio supo porque lo decía, y un poco triste volvió a ver a Kotetsu.
— Pero no esta bien enterrar tus sentimientos Kotetsu. No puedes encerrar tu malestar por siempre.
Kotetsu empezó a temblar, estaba conteniendo las lágrimas, pero poco a poco se le escapaban aunque la máscara las ocultaba, pero por su voz quebrada era obvio que estaba llorando.
— ... Extraño a mi tío, él me cuidaba como si fuera mi padre y... Ese demonio horrible lo convirtió en una cosa terrible.
Mitsuri apretó el abrazo, y acurrucó al menor en su pecho. Obanai se sintió un poco celoso, pero entendiendo la situación del niño, solo se acercó para darle una palmadita en la cabeza.
— Ya, ya, has estado siendo muy fuerte todo este tiempo.— Le consolaba con una voz dulce y suave Mitsuri, aunque los ojos verdes de esta también se llenaban de lágrimas.
— Por favor, quiero que acaben con los demonios, no quiero que nadie más sufra algo como esto.
— Haremos lo mejor que podamos para que nadie más sufra, Kotetsu.— Respondió Mitsuri cariñosamente, mientras también rompía a llorar.
Obanai se acercó más, y él abrazó a la pelirrosada para consolarla, dándole caricias en los cabellos.
— ¿S-Señorita Kanroji? ¿Por qué estás llorando? — Preguntó Kotetsu con su voz quebrada.
— ¡E-Es que me da mucha tristeza! No pude salvarlos a todos, s-si hubiera llegado un poco antes quizás no habría pasado nada de esto y...— Mitsuri sollozaba.
— Hiciste lo mejor que pudiste, Mitsuri.— Obanai la consolaba con sus caricias.
Kotetsu, que se sintió conmovido, le tomó la mano a la pelirrosada.
— Está bien, está bien, tú y Tokito nos salvaron, s-si no fuera por ustedes no habría quedado ni uno solo.— Kotetsu tuvo que quitarse la máscara, pues se le estaban cayendo los mocos por tanto llorar.
— P-Pero tuve que haber hecho más, haber sido más rápida o estar alerta al peligro desde temprano.— Mitsuri no lo sabía, pero las hormonas de su embarazo la estaban poniendo mucho más sensible.
Obanai le acercó un pañuelo a Kotetsu para que se limpie la nariz, mientras que seguía consolando a su pareja, estaba un poco sorprendido pero más preocupado que otra cosa, por esa reacción tan emocional de su linda novia.
— Querida...— Murmuró Obanai en el oído de la pelirrosada. — Hiciste un buen trabajo, gracias a ti el señor Tecchin sigue vivo.
Kotetsu que se estaba limpiando con el pañuelo, miró a Mitsuri.
— Si quieres puedes acompañarme al cementerio de la aldea, allí está mi tío y... Todos los que no sobrevivieron a esa noche.
Mitsuri asintió, y decidieron ir a acompañar a Kotetsu ahora que estaba anocheciendo.
Antes de partir, Mitsuri pidió unos inciensos al herrero que atendía al señor Tecchin, y ya con estos en mano, empezaron su camino.
Kotetsu caminaba en frente y detrás de él iba Mitsuri y Obanai de la mano. El camino era entre los árboles, un poco apartado de la aldea, pero allí estaba, un cementerio lleno de vegetación, con inciensos aún encendidos en varias se las tumbas, indicando que los herreros se preocupaban y visitaban todas las noches aquél lugar.
Las tumbas solo eran de los fallecidos en el ataque de las Lunas, pues lamentablemente, las de otros herreros que fallecieron antes, como los padres de Kotetsu, quedaron enterrados en la antigua aldea que tuvo que ser abandonada, quizás por esta razón estas tumbas eran cuidadas con tanto esmero, para también honrar a los que quedaron en la antigua aldea.Kotetsu les guió a una tumba en específico, donde se encontraba su tío, Mitsuri se acercó y colocó inciensos que encendió, mientras juntaba sus manitos.
— Tío de Kotetsu, por favor siga cuidando de él desde el cielo.— Rezó.
Kotetsu se sintió conmovido.
— Tío, prometo volverme un hombre fuerte del que estarás orgulloso.
Obanai observaba en silencio, después de todo él no rezaría por ninguna de esas mujeres que eran de su familia y que lo torturaron desde su nacimiento. Pero quizás... sí lo haría por la madre Rengoku que lo cuidó cuando Senjuro le rescató.
Se sentía algo conmovido, quizás volvería a comunicarse con los Rengoku cuando por fin acaben con Muzan, después de todo, ellos eran la única familia que podía considerar suya.
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El cuidado del romance [Obamitsu]
FanfictionTras vencer a la Cuarta Luna, Mitsuri se encuentra herida en la finca Mariposa, e Iguro la cuidara, lo cual hará que sentimientos florezcan antes de la batalla final.