17 Ganadora suprema, buena perdedora

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En la guerra, en batallas, en el amor y en la vida, hay que saber cuándo es momento de retirarse y es mejor hacerlo con la cabeza en alto e irse con dignidad, que arrastrándose. Lou llega esa mañana como cada día de trabajo, solo que no viene a trabajar, ya no.

—Buenos días —la saluda Artemis con una gran sonrisa mientras le abre la puerta—, pasa —da vuelta el cartel y toma rumbo a la cocina, pero Lou lo voltea de nuevo.

—En realidad necesito que hablemos —le dice con mala cara, se nota que no durmió anoche y Arte nota que ni siquiera trae maquillaje— ¿Podemos ir a la oficina? Seré breve.

—Claro.

La sigue y ambas entran a la oficina, es la primera vez que Artemisa la ve seria, por lo general Lou sonríe tanto o más que su propia hermana.

—Vengo a decirte que renuncio —la castaña quiere hablar y la rubia la frena con la mano—, estuve pensándolo mucho estos días que estuvieron en la competencia y lo mejor para mí, es irme.

—Pero te iba a aumentar el sueldo.

—Ni siquiera todo el dinero del mundo me haría quedarme, para ver a la mujer de la que llevo enamorada unos meses en los brazos de otra —se hace un silencio entre las dos—. Me gustas, pero ella te ama y te hace feliz y no puedo competir contra eso —baja la mirada a sus manos—. Yo deseo que seas feliz, Arte, pero verte siéndolo con otra... —suspira y se seca las lágrimas— no estoy lista para ver eso. Te felicito por haber sido finalista —saca una cajita—, haber quedado en segundo lugar no es tan malo. Te deseo lo mejor —finalmente la ve a los ojos—, que sean felices, y si es ella quién realmente te hace feliz que siga siempre a tu lado.

Se levanta y toma su bolso, acomoda la silla y Artemisa sigue algo aturdida, toma la caja y la abre tiene un dije de una hogaza de pan y una galleta, con las letras A y O en cada objeto. Louisa es una gran persona, que luchó pero sabe ser una buena perdedora y marcharse con dignidad.

—Gracias Lou, por todo. Entiendo perfectamente tu decisión y si necesitas algo, referencias o lo que sea no dudes en llamarme.

Se acerca a ella y la abraza, es el primer y quizás único abrazo que va a darle, ya que tal vez no vuelva a verla, pero sabe que es una gran chica y persona, también sabe que merece a alguien que la ame y la vea a ella y solo a ella como lo mejor que pudo pasarle, porque Lou es lo mejor que podría pasarle a quién sepa apreciarla.

—Lou renunció —entra a la cocina y le comunica a Olivia.

—¿Cómo estás con eso? —no se alegra por eso, pese a su rivalidad, sabe que la rubia no es una mala persona.

—Bueno —suspira—, no es algo que me alegre, pero la entiendo. Me dió esto —le muestra los dijes y Olivia sonríe—. Tendré que buscar a alguien más para que atienda, Persi cursa en la mañana. Supongo que tendré que poner un aviso.

—Podría hablar con mi mamá y con Lou, para ver si quiere trabajar en el restaurant.

—Podría ser —se acerca Artemisa y la abraza por la espalda besándole el cuello—, ha pasado más de una hora que no me besas, vas a tener que arreglar esa situación urgente.

—Estoy ocupada, quizás más tarde —intenta aguantarse la risa, pero la castaña la voltea haciendo que se ría en su cara y la besa—. Una hora sin besarme, has roto tu propio récord.

—Me estaba muriendo, si te sirve de consuelo.

—Mi sirve —se ríe—. Tienes que abrir.

—Lo sé, solo déjame que te abrace un rato más. Aún no hemos hablado del dinero que ganamos en el concurso.

—Si lo hablamos y te dije que no lo quiero. Úsalo para pagar deudas o para lo que quieras.

—Pero...

—Nada, besame y ve abrir —sonríe y le hace caso.

Al terminar cierran y caminan de la mano, Artemisa lleva como cada día a Olivia hasta su casa, en el camino como siempre aprovechan para ir abrazadas el asiento largo de la camioneta deja que Olivia pueda pegarse a la conductora e ir dándole besos y mimos, mientras maneja, aunque una pregunta que Olivia había querido que la diosa olvidara, se hace presente.

—¿Vas a contarme que hablaste con el sujeto del jurado?

—Lo recordaste. Él es profesor en la universidad a dónde gané la beca y me ofreció, hablar con las autoridades y extenderla por el total de la carrera en pastelería, que serán dos años en total.

Un silencio se hace en el vehículo, Artemisa sigue manejando concentrada en el tráfico aunque algo tensa.

—Deberias aceptar —le dice.

—¿Qué?

—Deberias aceptar, una beca completa, es solo un año más y...

—Exacto es un año más, es dos años lejos, de ti, de mi familia, de mi mejor amiga, de mi hogar y mis amigos.

—Pero es tu sueño Oliv —la mira por un momento—, es tu carrera y amas lo que haces...

—Tambien te amo a ti, a mi familia y a mis amigos —se aleja un poco tomando distancia.

—Solo quiero apoyarte —aprieta las manos al volante—, no puedo ser egoísta, no voy a cortarte las alas Oliv —ella relaja su expresión y la mira—. Te amo y amarte implica el dejarte volar, y apoyarte en tus sueños ¿Crees que no estoy pensando en el tiempo que pasarás lejos? ¿Qué no sé que será difícil el que te vayas? Pero ambas aceptamos estos términos y decidimos seguir adelante.

Olivia mira a Artemisa que derrama lágrimas mientras conduce, ella también está llorando, y sabe muy dentro de ella que tiene razón, el problema no era que Artemisa le pidiera quedarse, el problema es que Olivia se quedaría aunque ella no se lo pidiera, pero sabe que Arte no la dejará hacerlo.

—El plan inicial era irme por un año.

—Las cosas han cambiado —la mira y se seca las lágrimas—. Es una gran oportunidad.

—No creo ser capaz de estar lejos por dos años —Toma su mano la entrelaza volviendo a acercarse a ella, suspira y apoya su cabeza en su hombro—. A veces me encantaría que fueras egoísta, y me pidieras que me quedara.

—No haría algo así, aunque me muero porque te quedes, es tu sueño.

—Y tú eres a quien amo —la mira—, podemos disfrutar este tiempo juntas aún nos quedan 5 meses por delante.

Llegan a la casa de Olivia y apaga la camioneta frente a su casa, la mira y voltea a abrazarla, suspira y besa su rostro para luego terminar en su boca.

—Te amo —le dice pegando sus frentes y tomando sus manos—, me encanta que seas parte de mi vida y poder amarte de la manera en la que lo hago. Me haces feliz, Oliv —suspira y se separa de ella para verla a los ojos—, no sé cómo haremos, pero vamos a lograrlo, vamos a hacer que nuestra relación funcione, que lo nuestro funcione a pesar de la distancia. Solo prométeme que al menos vas a pensarlo y debes decirle a ellas.

—No, van a insistirme para que me quede un año más. Si mi tía Julia se entera —blanquea los ojos—, no me dejará en paz —Arte sonríe y le coloca un mechón de cabello detrás de la oreja.

—Lo sé, pero es tu familia e igual sino quieres quedarte esos dos años, ellas aceptarán esa desición, cuándo quieres eres firme —la besa y ambas sonríen—. Yo voy a esperarte, mi amor —acaricia su mejilla—, iré a verte o vendrás, nos veremos.

—¡Olivia! —sale a llamarla Juliana—, si solo van a estar besándose, mejor entren —baja la ventanilla.

—¡Mamá, teníamos un momento aquí! —se tapa el rostro—, es tan sobreprotectora.

—Te aman.

—Lo sé —exhala hastiada y mira hacía su casa—. Tienes razón debo decirles ¿Me acompañas?

—Claro.

Los sabores del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora