El dolor de cabeza era tan profundamente doloroso que ya no podía mantenerse con los ojos cerrados, poco a poco fue abriendo los ojos hasta que los rayos de luz entraban a ellos, haciendo que este frunciera el ceño por el dolor. Estaba acostado, tardó en comprender la situación y cuando lo hizo, levantó su tronco para sentarse en la camilla del hospital. Se frotó los ojos con las palmas de sus manos, levantó la vista y analizó la habitación, había una tele más grande que la que tenían en casa en frente de su camilla, estaba lleno de ventanas y la luz era natural, al menos era acogedor.Le llamó la atención ver a un señor dormido en un sillón, no pudo identificar al señor al instante, pero poco después lo hizo, era el profesor Matteo. ¿Qué hacía ahí? ¿Por qué él estaba dormido ahí? Entonces fue cuando comprendió la situación, se había intentado suicidar, no había funcionado, se había tomado todas las pastillas y seguía vivo. No podía creerlo, no entendía cómo, él había cerrado la puerta con llave, no había nadie en su casa que le interesaría saber cómo estaba, mucho menos entrarían si la puerta estaba cerrada.
Entró una enfermera a la habitación, se tensó por completo al ver a Michael despierto, rápidamente se acercó a la camilla de Michael para medir algunas cosas, empujo ligeramente al castaño para que se volviera a acostar.
-Joven Evans, por favor no se mueva mucho.- dijo la enfermera con un rasgo oculto de felicidad para mantener su profesionalismo.- Llamaré al doctor, descanse.- salió casi corriendo de la habitación.
Cuando cerró la puerta, Matteo se despertó, Michael hizo contacto visual con él y lo pudo ver mejor. El profesor estaba deteriorado, unas ojeras mortales marcaban las comisuras de sus ojos, tenía el pelo desaliñado y parecía que no había comido bien en días. Se levantó volando y fue directo a la camilla del castaño, las palabras no salían de la boca de Matteo, parecía que llevaba esperando ese momento durante años y ahora no sabía que hacer, se veía alterado, le temblaban las manos.
-Michael...- fue lo único que pudo decir, en ese momento se lanzó para abrazar al menor.- Estás despierto.
-Lo estoy.- dijo enojado, con la impotencia de que seguía vivo.- ¿Por qué estoy aquí?- la pregunta rompió a Matteo, el profesor le dio una mirada de lástima.
-Te intentaste suicidar, llegué a tu casa antes de que eso pasara.- fue difícil decir esas palabras.- No me odies Michael, tú no querías eso, tú realmente no querías morir.
-Yo ya había tomado una decisión.- le respondió secamente.- No es la primera vez que lo intento.- se formó un nudo en la garganta de Matteo, decidió cambiar de tema por el momento.
-Llevabas inconsciente una semana.- le avisó, Michael solo se removió.- Los doctores pensaban que no ibas a despertar.
-Debía haber muerto.
-Lo sé, por eso te salvé.- los ojos de Michael se cristalizaron, partiéndole el corazón al profesor.- Está bien, Michael, estás a salvo.- se sentó en la cama para abrazarlo.- Estás con vida, y yo te ayudaré.
-Lo siento, lo siento mucho.- lloraba ahora descontroladamente.- Soy un desastre.
-A veces está bien serlo.- los brazos de Matteo resguardaban la pena de Michael, se derrumbó, abriéndose completamente ante un extraño, pero daba igual, pues el castaño no tenía nada más que perder.
-Esta vida no es para mí, yo nunca quise ser Michael Evans, si tan solo me hubieran dado a elegir, jamás me hubiera elegido a mí mismo.- Matteo también estaba al borde del llanto, pero no podía permitírselo.- Yo solo quiero dejar todo atrás.
-Lo siento, Michael, pero quitándote la vida no es la solución a tu problema.- el castaño se quedó estático, para nada esperando esa respuesta dura por parte de su profesor.- No puedo ni imaginar por toda la mierda por la que has pasado, pero matándote no te va a solucionar nada, solo vas a dejar de existir y la vida va a continuar, con o sin ti.
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Bajo la Sombra de la Moneda
RomanceMichael, un joven atrapado entre las sombras de la mediocridad y los susurros persistentes de su mente, encuentra su vida entrelazada con Louis y Anthony, dos compañeros que parecen tenerlo todo. En la fachada de una normalidad superficial, la escue...