Capítulo 8

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-Louis es un jodido maricón.- las risas salieron de todas las bocas que se encontraban en el pasillo de secundaria.

Había sucedido, Michael no lo podía creer. El castaño tuvo todo el fin de semana para recapacitar, tenía que admitir que hubo un punto en el que se arrepintió un poco, sin embargo, se autoconvenció a sí mismo que eso no iba a suceder. Michael conocía a la perfección a Anthony, sabía perfectamente que el rubio no era capaz de hacer algo como eso, por lo tanto, Michael muy en el fondo, aunque Anthony no hablara, él no iba a humillarlo. Puede que sus impulsos lo llevaron a decir tal atrocidad, pero tampoco estaba dispuesto a hacerlo. Simplemente no creyó capaz al rubio y se llevó una sorpresa.

Mierda.

No solo acababa de apuñalar a Anthony por la espalda, sino que también había destruido a alguien por completo. Todo por su culpa y su estúpido orgullo. Odiaba tanto a Louis qué tal vez no le importara demasiado que fuera de él, pero Anthony... Era increíble lo que la vida de una persona podía cambiar en cuestión de segundos, en cuestión de palabras. Como solo tuvo que abrir la boca para arruinar a alguien por completo. Era increíblemente triste.

De cierta forma, Michael ya estaba acostumbrado, lugar donde pasaba, lugar que arruinaba. Era como una maldición. Porque no importaba que tanto se esforzará para mantener las cosas bien, siempre terminaba destruyendo.

-¡Michael! ¿Vas a irle a pegar a tu nueva víctima?- uno de los chicos del pasillo le grito al verlo pasar.- ¿Iras a darle una paliza al marica de Louis?- Michael sintió un escalofrío, se limitó a ver al chico con la mirada más penetrante y fría posible, el chico no dijo nada más.

Pero no se podía quejar, él había ocasionado esto, ahora debía afrontar las consecuencias. Que, bueno, en sí no eran demasiadas formalmente. Pero cuando se trataban de las consecuencias emocionales que su mismo cerebro hacía, ahí sí que era un problema. No había peor batalla que la que su propia mente creaba.

A pesar de que el castaño se sintiera mal al respecto, Michael tenía un pequeño problema. No sabía como detenerse, jamás sabía cuando parar. Uno de los motivos por los cuales ahora se encontraba donde estaba, era porque nunca en su vida se había limitado. Y justo lo volvió a demostrar cuando se encontró a Anthony en el pasillo ese mismo día. Era como si cada vez que veía a Anthony, un espíritu maldito se apoderara de él, lo descontrolaba, lo volvía loco.
-Anthony.- dijo con veneno.- Tengo que admitir que llegué a pensar que sacrificarías tu reputación para no arruinar la de Louis.- Michael lo veía con desprecio, siempre supo que Anthony era un jodido egoísta. Lo supo desde el momento en el que lo dejó atrás, cuando jamás se molestó en preguntarle qué es lo que sucedía, cuando prefirió alejarse antes que preguntar.- Pero luego me acordé que se trataba de ti, Anthony York. La persona más egoísta, que obviamente salvaría su reputación antes que la de nadie más.- recordó al rubio en una de sus peleas, como prefirió unirse a él antes que preocuparse por su repentino cambio.
Él sabía que muy en el fondo también era egoísta, él también destruía a otro para distraer a las personas, para distraerlos de que él era gay. Pero jamás lo admitiría, dolía demasiado que en tan solo pensarlo prefería quemarse antes que decirlo.
-Cállate imbécil, ya hice lo que querías así que déjame en paz por una buena vez.- Michael bufo y Anthony salió de ahí.
Obviamente Anthony no volvió a hablar y cometer ningún contacto con él. Pocos días después fue el fin de clases, Michael estaba agradecido, pero no le causaba demasiado entusiasmo, eso de tener que convivir más con sus padres le daba escalofríos. Sus vacaciones fueron sumamente aburridas, el castaño había dejado de ir a trabajar desde el incidente con George.
Había veces que salía al parque a jugar fútbol él solo, pero después de un rato se aburría de solo patear el balón. Se picaba los ojos todas las tardes, además de que se dormía a las cuatro de la mañana y se despertaba a las dos de la tarde. Todo en él estaba jodido, pero aún así seguía siendo soportable para Michael.

Bajo la Sombra de la MonedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora