Capítulo 23

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-La voy a meter.- el castaño estaba tan nervioso que solo se podía centrar en las indicaciones del mayor.

-Noah, estoy listo.- dijo Michael con un hilo de voz, su pecho subiendo y bajando con respiraciones profundas y medidas. Las manos de Noah, firmes, pero suaves, se posaron sobre las rodillas de Michael, abriéndolas con cuidado para preparar el espacio necesario entre ellos. A pesar de la tensión visible en su rostro, Michael confiaba plenamente en Noah, dejándose guiar por sus movimientos considerados y su presencia tranquilizadora.

-No te preocupes, iré despacio.- aseguró Noah, su voz un bálsamo calmante en el aire cargado de anticipación. Se inclinó hacia adelante, cerrando la distancia entre ellos, y buscó la mirada de Michael, comunicando sin palabras su promesa de cuidado y atención.

La habitación estaba envuelta en una quietud expectante, rota solo por el suave sonido de la respiración de Michael, que se esforzaba por mantenerse regular y controlada. A medida que avanzaban, Michael encontró el coraje para relajarse completamente, permitiéndose confiar en las manos capaces de Noah. La tensión inicial que había marcado sus rasgos se suavizó, reemplazada por una expresión de apertura y aceptación. Noah, reconociendo este cambio, y empezó a ir más rápido.

Poco a poco Michael se fue acostumbrando al dolor y este fue sustituido por puro placer. Le dio mucha vergüenza al principio cuando por primera vez tuvo que reprimir un gemido, había logrado contener algunos cuantos, pero cada vez era más difícil porque cada vez Noah se acercaba más a ese punto.

El castaño se estremecía tanto que su espalda se arqueaba por el placer, nunca antes en su vida se había sentido tan bien. Le estaba clavando las uñas a Noah en su espalda, todo para reprimir los gemidos. El mayor se dio cuenta de las intenciones de Michael y rápidamente se acercó más al pecho del castaño.

-El hecho de que no quieras gemir, no significa que no te haga hacerlo.- susurro con la voz ronca más profunda que Michael había escuchado.

Se estremeció cuando empezó a besar su pecho, lo hacía tan delicadamente, pero al mismo tiempo era tan intenso. Succionaba sus clavículas lo suficiente para dejar marcas considerablemente grandes. Y fue cuando Noah empezó a succionar los pezones del castaño, cuando este por fin dejó escapar un gemido. El mayor sintió una gratitud instantánea en el momento en el que escuchó los jadeos de su novio, era como una melodía celestial que le recordaba lo hermoso que era Michael.

Michael se sonrojó por el agudo ruido que salió de su boca, pero una vez que lo hizo, pudo disfrutar el proceso y concentrarse en otras cosas. Noah no lo había hecho gemir una vez, ni dos, o tres, lo había hecho gemir con considerable constancia. Cada gemido más intenso que el anterior.

Las estocadas se intensificaban, Michael no era capaz de pensar adecuadamente, es como si estuviera inconsciente, pero sintiéndose genial al mismo tiempo, el placer era tan embriagador. Su boca se abría en sincronía cada vez que Noah empujaba, era tan hipnotizante sentir que su novio y él estaban a punto de llegar al clímax y simplemente podía ser en cualquier momento. Hasta que sucedió, Noah hizo un esfuerzo y tocó el punto de Michael, llevando a ambos a un desenlace puro.

Noah se dejó caer encima del cuerpo de Michael, ambos descansando juntos después del tremendo acto. El mayor se acercó lentamente a su oído.

-Cierra la boca, Michael, que las moscas se te meterán.

Los chicos durmieron juntos, Michael durmió como si se tratara de un oso invernando, era tan acogedor dormir rodeado de unos músculos y firmes brazos. Cuando se levantaron para alistarse, Noah se congeló por un momento al ver lo que había ocasionado en el cuerpo de Michael. La piel del castaño estaba tapizada de moretones debido a los chupetones que le había hecho, desde su cuello, hasta debajo de sus pezones. Sus clavículas eran de un color vino tinto, tan satisfactorio de ver y tan provocativo que solo ocasionaba las ganas de volverlo a chupar. Romper esos vasos sanguíneos y dejarlo tapizado.

Bajo la Sombra de la MonedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora