Una bonita carta con un acabado formal había llegado a su buzón. Cuando la recogió sin dudarlo no pensó que fuera para él, pero se asombró cuando se dio cuenta de que estaba en lo incorrecto. Michael no solía recibir cartas, es más, de plano nunca le habían mandado una, por eso era tal la sorpresa.Querido Michael Evans.
Nos complace informarte de que estás invitado a formar parte del equipo de fútbol del colegio, como ya sabrás, se podría decir que eres el integrante más requerido que hay. Cuando vimos que este año no te habías inscrito, no pensamos dos veces en hacer algo al respecto. Michael, el equipo te necesita, necesita a alguien sepa hacer lo que hace, alguien que salve el equipo, y no hay nadie mejor que tú. Realmente esperamos que estés de vuelta, todos los esperamos de corazón.
Atentamente, el equipo de fútbol.
P.D.: Hay un nuevo integrante que creemos que te caerá bien.
Una pequeña sonrisa se formó en la comisura de sus labios. Se sentía bien ser requerido por otros. Aun así no sabía qué sentir al respecto de la invitación, no tenía muchas ganas de hacer ejercicio, o sea, le caía bien el equipo y todo, pero que flojera quedarse en las tardes. No, no podía seguir así, sacudió la cabeza regañándose mentalmente, tal vez si tenía algo que hacer en la tarde entonces no estaría tan aburrido. Además, ¿Quién sería ese tal integrante?
Dejó todo atrás y se decidió, iba a volver al equipo de fútbol. Buscó en todos sus cajones su uniforme de fútbol del colegio, ya se había emocionado, pero es que realmente amaba el fútbol. Dobló toda su ropa y la guardó en su mochila que utilizaba para las prácticas, sacó sus mejores botines y sus espinilleras de la suerte. Era una bonita tarde, a su habitación siempre le pegaban los rayos del sol por el atardecer, siempre estaba presente esa sensación nostálgica de que el tiempo se detenía, su habitación era muy especial.
Todos estos años, Michael había aprendido a ignorar a sus padres, puede que en algún momento de su vida le afectaba bastante tener que soportar todo, actualmente sus padres no eran más que dos desconocidos con los que no tenía contacto. Su hermano podría ser una preocupación, pero poco a poco estaba empezando a tenerle cada vez menos miedo. El castaño había pasado por tanto que a comparación ya nada le parecía grave.
Habían pasado dos semanas desde que Anthony había despertado, dos semanas desde que intentó suicidarse. Lo veía hacia atrás y parecía que había pasado tanto tiempo, como si hubiera pasado en una vida pasada, en un sueño. La verdad es que le gustaba pensar de esa forma, no sentía como si fuera real y eso no le hacía tanto daño. Anthony no iba a regresar a la escuela hasta octubre, y Louis, pues él tampoco, se iba a quedar para cuidar a Anthony. El castaño no tenía ninguna excusa entonces no podía faltar.
Como sea, Michael se durmió con emoción, casi dormía a lado de su uniforme de fútbol, incluso hasta soñó con que ganaba un balón de oro. Se sentía un poco torpe al emocionarse por algo tan pequeño, pero en esas semanas tan tormentosas que había vivido, por fin sentía ver algún rayo de luz.
El colegio era lo mismo de siempre, todos se mecían rápido, todos a su ritmo, a lo que iban y no más que eso. Michael se limitaba a no hablar con nadie y mantenerse vivo durante las clases de física. Esas semanas en las que no veía a Anthony en recreo se le pasaban eternas, incluso estaba extrañando un poco a Louis. Quería darse un tiro del aburrimiento.
Era recreo y estaba sola, Anne y Lizzy estaban quién sabe dónde y Martina estaba en una revisión con el profesor de francés. Empecé a deambular por toda la escuela, uno nunca sabe cuando puede sacar provecho de eso, tal vez vendía algún examen de último momento. Una de esas veces pasé por uno de los jardines abandonados, les llamaban así porque literalmente nunca nadie va ahí. Pero en esta ocasión había alguien, se veía la silueta de un hombre sentado detrás de un árbol. Me acerqué para ver de quién se trataba y me llevé una sorpresa al ver que era Michael.
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Bajo la Sombra de la Moneda
RomansaMichael, un joven atrapado entre las sombras de la mediocridad y los susurros persistentes de su mente, encuentra su vida entrelazada con Louis y Anthony, dos compañeros que parecen tenerlo todo. En la fachada de una normalidad superficial, la escue...