Capítulo 11

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El sabor desagradable a metal fue retirado con extrema rapidez de la boca de Michael. Desde el accidente Michael no había dejado de vomitar, incluso había empezado a vomitar sangre. Había bajado unos considerables cinco kilos desde entonces, sin apetito y expulsándolo todo. Estaba jodido, parecía un maldito muerto de hambre. ¿Pero quién veía tras de él? Nadie, todos los ojos estaban puestos sobre Louis, pues era al parecer, la única víctima, nadie pensó en él, nadie pensó en él cuando se trataba de su mejor amigo. ¿Sus papás? Ya quisiera él, se limitaron a darle un lo siento, a pesar de que sabía que no sentían nada en lo absoluto.

A pesar de todo su dolor, Michael había continuado yendo a la escuela, a comparación de otros, él tenía apariencias que mantener. Sus papás jamás podrían verlo afectado por alguien que consideraban un jodido gay, ¿Qué sería de él si lo vieran así? Nunca en su más mísera vida le había costado tanto levantarse para ir a la escuela, pues parecía que estaba alistándose para ir a su funeral, pero, aun así no había diferencia alguna.

No había visto a Louis desde entonces, tampoco se había atrevido a buscarlo, temía encontrar algo que no le gustaría ver. Para su desafortunada suerte, las monjas del colegio estaban organizando una misa para Anthony y Fred, era su deber avisar a Louis, él estaba seguro de que le gustaría ir a la misa solo por su novio. Luchando contra toda su voluntad ese día por la mañana se había dirigido al departamento de Louis, el cual conocía la dirección, pues el mismo Louis en una ocasión la había compartido con él. Verdaderamente tenía miedo en ver la condición de Louis, no sabía que esperar al respecto, pero sin lugar a dudas no esperaba nada bueno.

Michael estuvo tocando el timbre del departamento sin recibir ninguna respuesta, se había empezado a preocupar, siguió insistiendo hasta que recibió un grito por parte de Louis.

-¡¿Qué quieres?! ¡Maldita sea!- Louis abrió la puerta y Michael saltó del susto, estaba peor de lo que esperaba.- ¡Vete!- oh, no, él no iba a ir a ningún lado.

-Louis, detente.- Michael paró la puerta antes de ser cerrada con su mano.- No has salido de casa en dos semanas.- Michael también estaba afectado por el accidente, pero no se llegaba a comparar con Louis.

-No me podría importar menos.- contestó el mayor indiferente mientras murmuraba algo incomprensible.

-Estás muy delgado, ¿Has comido?- le dolió preguntar cuando sabía perfectamente que él tampoco había estado comiendo adecuadamente. Louis sonrió cínicamente.- Si, Michael, y me encuentro de maravilla.- dijo con sorna, Michael estaba odiando eso.- ¿Qué mierda quieres?- preguntó cansado.

-Ven a la escuela, solo por hoy, las monjas hicieron una misa para Anthony y F-Fred.- dijo nervioso.- La gente está preocupada por ti, ya todos saben que Anthony es tu novio...

-No quiero ir.- "maldita sea, deja de ser un dramático" pensó Michael cansado, no quería rebajar su dolor, sin embargo, él también estaba dolido, demasiado y si se descuidaba, hasta podría estarlo más que Louis.

-Louis, hazlo por Anthony, él te necesita.- hubo un silencio largo en el que solo se podían escuchar sus respiraciones.- Por él...

-De acuerdo.- Louis dejó pasar a Michael al departamento.- Me tengo que bañar, no lo hago en días.- Michael creía que su hogar era acogedor, sin embargo, cuando llegó a la cocina saltó del susto.

-¡¿Pero qué pasó aquí?!- preguntó exaltado.

-Nada que te importe.- era aterrador ver las condiciones en las que se encontraba esa cocina.

-¿Necesitas ayuda?- preguntó delicadamente, no quería meterse en problemas, fue en vano, Louis estaba muy al borde y cualquier cosa lo descontrolaba. Michael se arrepintió al preguntar cuando vio la mano y la cabeza de Louis temblar. El mayor se empezó a reír nerviosamente, cosa que hizo que a Michael se le pusieran los pelos de punta de nuevo.

Bajo la Sombra de la MonedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora