Michael se fue a dormir con la panza llena, creo que nunca en su vida había comido tanto helado en una sola tarde. Incluso le costó conciliar el sueño debido a todo el azúcar que estaba en su organismo. A pesar de todo, al día siguiente se sentía como nuevo, no quería aceptarlo, pero muy en el fondo estaba emocionado por ver a Noah en la escuela. El castaño llegó temprano para tener tiempo de hablar con él antes de que empezaran las clases, todavía se sentía apenado por el hecho de que el mayor haya gastado en él, quería darle las gracias otra vez.Cuando llegó estuvo buscándolo como loco, revisó en todos los pasillos y nada más no lo encontraba. Llegó a pensar que no iría ese día, o tal vez era de esos chicos que llegaban a la mitad de la clase porque siempre se quedaban dormidos. Cuando estaba yendo a su salón de clases, pasó por un salón que tenía la puerta abierta, como iba caminando un poco más lento de lo normal pudo escuchar la conversación que estaban teniendo ahí adentro. Normalmente le hubiera dado igual, pero esta vez hubo un elemento nombrado que captó su atención.
-¿Viste cómo me miró Noah el otro día?- chilló de emoción la chica que estaba hablando, Michael frenó en seco.
-¡Si!- contestó emocionada.- Literalmente está enamorado de ti.- Michael necesitaba ver de quién se trataba.
El castaño se asomó discretamente por la puerta, de reojo pudo ver la silueta de dos niñas hablando. Si tan solo se asomara un poco más, Michael pasó rápido para asomarse y no verse sospechoso. Pero ahí lo vio todo, definitivamente no esperaba para nada lo que acababa de ver. Se trataba de nada más ni nada menos que Victoria Grant, la mismísima niña que había arruinado su vida unos años atrás. Esa niña que a pesar que estuviera en la élite, en ninguna de las fiestas a las que iba tenía contacto con ella. Sintió un fuerte escalofrío recorrer todo su cuerpo, al igual que un mareo y repentinas ganas de vomitar. Estaba teniendo recuerdos de ese día.
Ella le había quitado todo, le había arrebatado todo lo que quería, había veces en las que Michael se sentía mal por desear que nunca hubiera nacido, pero el odio que le tenía era mayor a ese arrepentimiento. No lo iba a hacer otra vez, no le iba a quitar a Noah, no podía estar cerca de él, no, no, no.
-Michael, ¿Estás bien?- el castaño salió de su trance.
-¿Eh?- volteó a ver, era Louis.
-Estás pálido, muy pálido.- sonó preocupado.- ¿Quieres ir a la enfermería?
-¡No!- negó efusivamente.- No, no hay nada de que preocuparse.
-No puedo creer que después de tanto tiempo sigas creyendo que soy tonto.- suspiró mientras se masajeaba la sien.- Está bien, si no me lo quieres decir.- "Que manipulador es" rodó los ojos.
-Ya, ya, tú noviecito te espera.- Michael lo estaba empujando para que se fuera.
-Como sea, puedes hablar conmigo si lo necesitas.- el castaño bufó.
-No lo creo, pero ¡Adioooos!- se dio la vuelta y se metió a su salón.
Odiaba cuando Louis se comportaba así, tan, tan fraternal. Prefería tener un encuentro más casual, tanta cercanía le incomodaba de cierta forma. Pues él no se veía capaz de hacer lo mismo por él, por eso lo alejaba, sentía esa necesidad de compromiso cada vez que alguien quería ayudarlo, lo odiaba, porque él no sabía cómo ayudar a los demás.
No pudo dejar de pensar en la cínica sonrisa de Victoria, en su chillona voz, el eco de sus palabras resonaba intranquilamente en su mente todo el tiempo. Puede que Michael haya aceptado que le gustaba demasiado Noah, pero ahora eso solo implicaba sentirse inseguro, al final de cuentas no sabía si era hetero o gay, lo más probable es que fuera hetero. Eso solo le daba ansiedad cada vez que lo recordaba, y su competencia, Victoria, solo disminuía sus posibilidades de estar con él. Pero había una posibilidad, tal vez a Victoria solo le gustaba y punto, tal vez Noah ni sabía de su existencia.
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Bajo la Sombra de la Moneda
RomansaMichael, un joven atrapado entre las sombras de la mediocridad y los susurros persistentes de su mente, encuentra su vida entrelazada con Louis y Anthony, dos compañeros que parecen tenerlo todo. En la fachada de una normalidad superficial, la escue...