Capítulo 3

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Michael había pasado todo el verano trabajando en una heladería en el centro de la ciudad, quería trabajar lo más lejos de donde vivía, pues casi todos los del colegio vivían al norte de la ciudad. No quería que nadie lo viera trabajando, ya que ninguno de sus compañeros había tenido la necesidad de trabajar en verano, Michael a diferencia de los demás, no tenía tanto dinero, no las cantidades innecesarias que tenían sus compañeros. Pero eso nadie lo sabía, nadie tenía por qué saber que, Michael, la persona más requerida del momento, pasaba dificultades económicas de vez en cuando. Era una escuela de ricos, ni siquiera sabía por qué había terminado ahí en primer lugar. Pero la verdad es que su secreto, no era tan secreto, había una persona que sabía de su situación económica. Anthony. Él había sido la primera y única persona en haber ido a su casa.

El solo pensar del menor lo hacía suspirar, arrepintiéndose todos los días, sabiendo que por su culpa, Anthony había ido lejos. Tampoco podía quejarse, las cosas en casa se habían calmado, ya no le revisaban la mochila y el celular, incluso ya no lo interrogaban cada vez que salía. Después de meses sentía que podía volver a respirar, que de su asfixia por fin lo habían soltado, pero había algo, se sentía vacío. Michael no se había dado cuenta de lo mucho que extrañaba a Anthony, pero el castaño tenía el presentimiento de que Anthony no querría volver a ver verlo jamás.

Varios días antes de que empezaran clases, su hermano Charles avisó que volvería a casa después de año y medio. Su familia estaba contenta, y querían darle la bienvenida con una cena. Su madre estaba folclórica con la noticia, no había parado de hablar de eso desde que Charles había llamado para avisar, incluso preparó toda la comida preferida de su hermano, a Michael le molestó aquel gesto, a él nunca le preparaban su comida favorita por gusto. Michael detestaba a su hermano, era un ser sumamente desagradable. Para él, su hermano era la definición exacta de un degenerado. Lo habían expulsado del colegio por haber difundido fotos íntimas de una de sus compañeras de salón, también ese era uno de los motivos por los que Michael lo odiaba. Uno de muchos.

Cuando llegó Charles, Michael le rogaba a Dios para que no hiciera nada raro. El castaño estaba tan harto de todo, que con cualquier mínimo comentario podría explotar.

-¡Familia!- exclamó Charles, el chico tenía todas sus maletas en su coche todavía.- Que gusto volver a verlos.- Michael se asomó a ver a su hermano, cuando hizo contacto visual, Charles agudizo la mirada y le devolvió una sonrisa maliciosa.- Hermanito, que gusto verte a ti también...- se acercó para darle un "cálido abrazo".- Ya me enteré de todo.- le susurró, Michael sintió una ola electrizante recorrer su cuerpo.

-¡Hijo mío, que placer verte de nuevo!- su padre le dio una fuerte bienvenida antes de ir personalmente a buscar las maletas de su, obviamente, hijo preferido.

Después de que esperaran a que Charles se instalara, por fin pudieron empezar a cenar. Les mentiría si les dijera que Charles no acaparaba la conversación, porque si lo hacía. Eso no le molestaba a Michael, pues las cenas con sus padres siempre solían ser silenciosas, lo que le molestaba era la voz de su insoportable hermano. Lo que más le sorprendía es que hasta el momento no había dicho ninguno de sus comentarios especiales, se las arreglaba para comentar la cosa más atroz que pudiera existir y pudiera arruinarte el día, si, así de imbécil era. Michael quería aprovechar la cena para decirles a sus padres que Anthony se iría a Canadá, pues no había tenido la oportunidad de decirles antes.

-Anthony se fue de intercambio a Canadá.- soltó sin más el castaño.

-¿Cuánto tiempo estará ahí?- preguntó su padre, parecía más interesado de lo que creía.

-Un año.

-Que lastima.- mustio Charles.- Debería quedarse ahí para siempre.- Michael lo volteo a ver con una mirada asesina.

Bajo la Sombra de la MonedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora