-¿Tienes algún motivo de vida?Las palabras de la psiquiatría resonaban con eco por toda su mente. Eran palabras que solía preguntarse todos los días, nunca podía encontrar la respuesta, pero supuso que realmente nunca tuvo un motivo de vida, y cuando solía tenerlo, dependía de otras personas, como lo fue con Anthony y Noah. Cuando perdió a ambos, perdió lo único que lo mantenía con vida. Al final de cuentas, ellos dos solo habían sido un sentido temporal que su mente le había otorgado para no hundirse, no estaban destinados a ser su sentido de vida, sino que fueron solo un salvavidas cuando se estaba ahogando.
Entonces realmente no tenía nada que valiera la pena en su vida, no había nada por qué luchar, él como persona no tenía nada valioso. Era bueno en fútbol, pero solo a nivel escolar, jamás lo ficharía un equipo grande. No tenía talentos, no era inteligente, tenía malas calificaciones, no tenía aspiraciones, no tenía pasatiempos, no tenía gustos. Como persona era aburrida, no tenía nada que ofrecer, nada que pudiera interesarle a alguien, es más, era incluso hasta una carga para quien sea que estuviera con él.
Es como si muriera mañana, él no tendría absolutamente ningún problema.
Así que no, no tenía un motivo de vida, realmente nada valía la pena para que siguiera viviendo, y vaya que eso no significaba nada bueno. Gran mayoría de las personas desconocen su sentido de vida, juran no tener ninguno, más sin embargo, se aferran a la vida y se rehúsan a morir, ahí es cuando te das cuenta de que si tienen un sentido de vida, por más que lo desconozcan, podría hasta ser la cosa más mínima. Pero Michael, no es que no lo conociera, es que verdaderamente ya no tenía ningún sentido, absolutamente ninguno.
-Michael, ¿me escuchaste?- el castaño sacudió su cabeza volviendo del trance.
-Lo siento, doctora, no, no tengo ningún sentido.- dijo indiferente, la mujer y su equipo apuntaban sin cesar en sus libretas.
-¿Es tu primer intento de suicidio?- Michael negó con la cabeza.
-No, es el segundo.- clavo sus uñas en su piel.
-¿Cuándo y cómo fue la primera vez?- era una mujer seria, alta y de cara dura, intimidaba, pero no lo hacía con Michael.
-Intente ahogarme, al final no lo hice porque me llamaron por teléfono.- se rascó la nuca incómodo, si no hubiera sido porque Hanna lo llamó, él no seguiría vivió.- Fue hace... eh, em, ¿hace dos meses? Creó, la verdad es que no lo recuerdo muy bien.- su mente se había encargado de borrar toda la información de ese día.
-¿Tienes algún plan para intentarlo nuevamente?- la pregunta le pego de repente.
-P-Por el momento no.
-¿Tienes alguien con quien puedas hablar sobre tus sentimientos?- Michael recordaba las preguntas con familiaridad, no era la primera vez que era sometido a este tipo de interrogatorio.
-Yo tengo algunos amigos, pero creo que no, no lo sé.- siempre estaba Matteo, pero no se veía capaz de confesarle algo íntimo, tal vez Louis, era el único al que se atrevería a contarle algo.- Tal vez a alguien, sí, podría ser.
-¿Estás tomando algún medicamento?- ¿qué no era obvio? Literalmente tuvo una sobredosis.
-Sí, tomaba antidepresivos.- la mujer volvió a apuntar.
-¿Hay algo específico que haya empeorado tu situación reciente?- su corazón se detuvo por unos instantes, realmente no quería contestar la pregunta, pero no le quedaba de otra.
-Yo estaba medianamente bien, tenía un novio, iba a terapia, mi panorama estaba mejorando.- la mujer lo veía con intriga, esperando ese "pero".- Pero me di cuenta de que mi novio solo estaba conmigo para vengarse de mí, por algo que hice en el pasado. Yo no sabía que él era la misma persona, pero parece ser que solo me utilizó para destrozarme.
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Bajo la Sombra de la Moneda
RomanceMichael, un joven atrapado entre las sombras de la mediocridad y los susurros persistentes de su mente, encuentra su vida entrelazada con Louis y Anthony, dos compañeros que parecen tenerlo todo. En la fachada de una normalidad superficial, la escue...