Capítulo 96.

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-Ángel-

No poder estar con mi chica, y mi hija me hace pensar que tienen algo entre manos, no logré a escuchar la conversación de ellas dos porque es de mala educación, si es verdad que me he quedado con las ganas de saber lo que están haciendo, y más cuándo se trata de Malú. Ella siempre lo hacía cuándo estaba componiendo. 

¿No será otra vez su timidez para no mostrar sus propias canciones? Malú tiene talento para escribir. Nunca he dudado de ella, ni de sus letras, no entiendo porque esconde ese don que la vida le ha regalado. 

Intentar distraer a la mente es cómo una mesa de Dj, buscando alternativas buenas para pasar el rato, una de ellas es hacer la merienda. Si no me dejan entrar, por lo menos mantener que se alimenten y recarguen energías, unos pinchos de fruta, algunos bañados en chocolate para meter en la nevera, y otros para remojar en miel, sería mi caso ya que suele ser uno de mis dulces favoritos. 

-¡Hay que irse! -dice Malú salir del estudio, los ojos en dirección mía cuesta entender a que se refiere- 

-No entiendo, ¿A qué te refieres? -paro a Malú, y ella sin querer tira de mi blusa-

-La gente esa a quienes le hemos dejado a Pablo, le están haciendo daño a nuestro hijo. Si de verdad quieren a la antipática, ahí me tendrán -musita Malú decidida, y caminando a la entrada para atrapar las llaves de casa, y del coche- 

-¡Espera, espera! 

Gabriela sale delante mío, y cierro la puerta con cuidado poniendo la alarma de casa, seguir a Malú va a ser un peligro que conduzca así, intentar dialogar con ella en este estado de ánimo va a ser complicado por lo que la dejo en sus pensamientos y conduzca hasta la casa de Lucas, una de las madres que están a cargo de Pablo. 

¿De verdad hay que llegar a este punto? Sobre todo hacerle daño a un niño pequeño. ¿En qué mundo vivimos? Hay mucha más maldad, envidia que el propio amor por dar.

El Audi de Malú derrapa encima de la carretera enfrente de la casa, bajando del  vehículo con rabia y tocando el timbre varias veces.

-Para -espeto al lado de ella, recibir una de sus miradas desafiantes hacen estar alertas, pero por mí no, esta vez no-

-¿Qué haces? -suelta Malú viendo al otro lado-

Gabriela se sube encima del muro, para hablar antes de bajar al otro lado.

-No vamos a esperar aquí, sabiendo que pueden seguir haciendo daño -el cuerpo de ella desaparece y nos abre-

-Hay que dejar de hacer esas cosas. No somos criminales

-Dejaremos de serlo cuándo empiecen a respetar a nuestra familia -responde mi hija- si van a por uno, tienen que venir con todos

La entrada de la casa está libre, vacía por lo que recorremos la casa hasta la parte de atrás encontrando a los adultos, algunos doloridos y otros de pié, Pablo está a escasos metros de ellos.

-¡No te vayas, cabrón! -Gabriela sale corriendo detrás de uno de los adultos, y él con la intención de golpear, mi hija se defiende esquivando el golpe y pegar un rodilla en la boca del estómago-

-¡Ehh! ¿Qué haces? -dice una de las madres acercándose a ella-

-No me toques rubia de bote -responde ella-

-Estáis aquí -la voz de Pablo se hace presente, abrazando a Malú a la altura de las caderas-

-Sí cariño -acaricia su melena, todavía está mojada-

Volver a nacer [Malú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora