Capítulo 39.

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-Ángel-

La imagen de Gabriela sería a partir de los cinco años, se muestra sola en la casa, dónde se encuentra en la sala de estar jugando con sus muñecas, para después pasar a jugar a las cocinas, se le ve hablando con alguien pero no hay nadie.

A esa temprana edad es normal que tengas amigos imaginarios, yo también lo tuve.

En una esquina se ve unos zapatos de hombre, la silueta de un hombre con una estatura media, no es Brian, si no otro hombre, acompañado de una mujer.

La mujer atrapa a Gabriela en sus brazos, intentando ponerle un trapo en la boca, y ella patalea, consigue dormirla y la coloca en el sofá, tumbada boca arriba. Ella pone una silla a tres metros de distancia para sentarse, el cuerpo del hombre se mueve por la sala acabando en los pies de la niña, este la acaricia por encima de la ropa acabando de meter la mano bajo la ropa de Gabriela.

-¡Para! -la voz rota de Malú no quiere seguir viendo, sabe lo que viene ahora y me mira llorando-

Abrazo a Malú para consolarla, por mi parte también lo necesito. Ver como abusan sexualmente a tu propia hija es muy duro.

-Lo siento muchísimo -comenta Mario- se trata de los abuelos adoptivos

-No, no puede ser -Malú sigue llorando en mi pecho-

-Hijos de puta -añade Natalia-

-Una pena que estuvieran muertos, si no les haría hablar a esos pedazos de...monstruos -hablo con las lágrimas en los ojos, apretando cada vez más a Malú contra mi-

-No se acordará de nada, tan sólo era una niña. ¿Lo sabrían ellos? -pregunto a mi amigo-

-No lo sé, hemos recibido el cuerpo de Lucas, para hacerle la segunda autopsia. Uno de los nuestros ha ido a ver a Sonia, para hablarle sobre el tema, desde que sepa algo te comento

-Gabriela tiene una cicatriz, seguro que fueron ellos -habla Malú una vez que se recompone-

Mis mejores amigos se quedan un rato con nosotros, no sólo para consolarnos ante la fatídica notica sobre el paso de mi hija. También quieren crear vínculo con ella, y estaría genial que algún día salgamos los cuatro.

Malú me comentó que a veces Gabriela suele tener pesadillas, y podría ser uno de ellos.

La conciencia nos hace recordar hechos de nuestra infancia que recordamos tenerlos en el olvido.

-Dormiré aquí -comento golpeando el sofá con una manta en la mano que conseguí en uno de los armarios-

-¡No! -exhala Malú- duerme en mi cama, dormiré con una de las niñas -el cuerpo pequeño de ella luce con un pijama largo de dibujo de gatos esparcidos-

-No, aquí estoy bien -atrapo un cojin, uso como almohada y me tumbo-

Malú insiste que tira de mi mano, sonrío por la situación tirando del brazo por lo que tiro levemente de ella que car encima mía.

El acto genera una risa de mi garganta.

-Muy gracioso -ella apoya la barbilla en mi pecho-

Volver a nacer [Malú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora