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Aidén Sullivan


Conduzco hacia la mansión en silencio, atento a la carretera.

Por el rabillo del ojo, veo a Ethan mirarme, como intentando averiguar qué está pasando por mi mente.

La verdad es que, en este momento, ni yo mismo lo tengo claro.

La información que soltó la supuesta amiga de Lucas nos tomó a todos por sorpresa.

No esperaba que la chica hablara tan abiertamente de su familia, o de la falta de ella.

Voy armando un rompecabezas en mi mente mientras conduzco.

Matthew, ese viejo que siempre parece saber más de lo que muestra, lleva años en contacto con nuestro padre y, aparentemente, con la familia de Emma también.

Es evidente que hay algo que quiere que descubramos, pero ¿qué?

A través del espejo retrovisor, observo a Emma.

Está perdida en sus pensamientos, mirando por la ventana mientras Lucas no para de hablar sobre el proyecto que ha decidido hacer.

A ella parece no importarle mucho.

Todos sabemos que Lucas no necesita ningún proyecto para aprobar; tiene todas las conexiones que necesita para conseguirlo sin esfuerzo.

Sin embargo, insiste en trabajar con ella.

No hace falta ser un genio para darse cuenta de que lo hace solo para que a ella le pongan una buena nota.

Cuando Ethan y yo nos miramos, hay un acuerdo tácito.

Ambos sabemos que Matthew nos ha puesto aquí por algo relacionado con esta chica.

Puede que sea por seguridad, o tal vez por algo más grande.

Al llegar a la mansión, bajo del auto sin esperar.

Escucho a Lucas y a Emma bajar detrás de nosotros, y mientras camino hacia la entrada, noto que Ethan me mira de reojo, como si buscara una respuesta.

Mi atención, sin embargo, sigue en Emma.

Ella bromea con Lucas, le da un leve golpe en el brazo cuando él hace un comentario.

La veo, y no puedo evitar sentir una mezcla de intriga y algo más, algo que no quiero analizar demasiado.

Ya en mi oficina, me sirvo un trago de whisky y lo bebo de golpe.

Ethan me observa en silencio, pero sé que él también ha sentido algo al estar cerca de esa chica.

La miro y no puedo evitar decirlo en voz alta.

—Esa chica tiene algo raro.

Ethan asiente, como si estuviera de acuerdo sin querer admitirlo.

—No tengo idea de qué es —responde, pensativo.

—Hay algo extraño —digo, frustrado—. Algo que me hace querer acercarme a ella.

Nos quedamos en silencio unos momentos.

Ambos lo sentimos, pero ninguno de los dos puede explicarlo.

Después de un rato, Ethan suspira y menciona algo sobre investigar más a fondo.

Yo solo asiento y vuelvo a servir otro trago.

Más tarde, cuando bajo hacia la cocina, me encuentro con Lucas.

Está sosteniendo una bandeja de sándwiches, mirando su teléfono, absorto.

—¿Sabías algo de su familia? —le pregunto sin rodeos.

Reina del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora