Emma Bennett
El sonido del agua corriendo y el olor a café recién hecho llena la cocina de la mansión a primera hora de la mañana.
Estoy apoyada en la encimera, intentando parecer distraída mientras Lucas prepara su desayuno.
Cada minuto que pasa siento una presión en el pecho.
Se que en cualquier momento Aiden bajara las escaleras, y lo último que quiero era cruzarme con él.
Desde el día en que me desmoroné en mi anterior casa, no puedo mirarlo a la cara sin sentir una mezcla de vergüenza y confusión.
Las imágenes de mi madre y yo paseando por el centro de Chicago han aparecido de la nada, y con ellas, esa ola de tristeza que me ha dejado hecha un desastre.
No se por qué reaccioné así con Aiden, y menos por qué me dejé llevar hasta el punto de perder el control.
Ni siquiera recuerdo cómo terminé regresando a la mansión.
Todo lo que quería en ese momento era desaparecer.
Cuando escucho los pasos de Aiden bajando las escaleras, mi corazón da un vuelco.
Tengo que salir de aquí antes de que me vea.
Con un rápido movimiento, tomo mi mochila y me escabullo hacia la puerta de la cocina, notando la mirada juzgadora de Lucas clavada en mi espalda.
—¿Dónde vas tan rápido? —pregunta, pero lo ignoro, apretando el paso.
Una vez en el coche, me dejo caer en el asiento del copiloto, soltando un suspiro de alivio.
Por un segundo, pienso que he logrado mi huida matutina con éxito.
Ahora solo falta que Lucas se de prisa y salgamos de aquí antes de que Aiden tenga la oportunidad de hacerme alguna pregunta incómoda, o peor, de mirarme con esos ojos que parecen ver a través de mí.
Lucas tarda más de lo que me gustaría, pero finalmente sale de la mansión y se sube al coche.
Sin embargo, en lugar de arrancar de inmediato, se queda un momento mirándome fijamente, como si intentara descifrar algo.
Sus ojos me taladran y la incomodidad se hace palpable.
—¿Qué? —le suelto, intentando sonar más casual de lo que me siento.
Lucas no responde de inmediato.
El coche arranca, y mientras nos dirigíamos al instituto, aún puedo sentir su mirada pegada a mí, como si estuviera esperando que diga algo.
Cuando finalmente llegamos, bajo del coche con más rapidez de la necesaria.
Lucas me sigue a un par de pasos de distancia.
No puedo aguantar más esta tensión.
—¿Qué te pasa? —le pregunto, tratando de mantener la voz firme, aunque siento que las palabras me tiemblan en la boca.
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Reina del caos
RomanceAidén nunca fue un héroe. Su mundo, rodeado de muerte, no daba espacio para actos de bondad ni para sentimientos de ternura. Él vivía en las sombras, liderando con puño de hierro un imperio que muchos temían y pocos comprendían. Y él estaba en pa...