Aidén Sullivan
El vaso de whisky se siente frío entre mis manos, pero la ira que burbujea en mi interior lo convierte en un arma más que en una bebida.Todo esta fuera de control, lo se.
Lo siento en cada fibra de mi ser.
Aprieto el vaso con tanta fuerza que estoy a punto de romperlo, y me obligo a respirar hondo, intentando calmarme.
Pero los pensamientos siguen revoloteando en mi cabeza, como murciélagos atrapados en una cueva.
Los últimos días han sido un caos.
Todas las pruebas que tenemos sobre el secuestro de Emma llevan a callejones sin salida.
Los rastros que ha dejado su padre adoptivo son vagos y confusos, como si estuviera jugando al escondite con nosotros incluso después de muerto.
Sin embargo, parece que quienquiera que este detrás de todo esto ha decidido volver a la carga.
La ristra de cuerpos sin vida que han aparecido, todos con la misma maldita frase grabada en la piel, "Volveré por ella", lo deja claro.
Aumenté la seguridad de la casa hasta convertirla en un búnker.
Veinte de mis mejores hombres están repartidos por toda la propiedad, vigilando cada rincón, cada entrada y salida.
No hay margen para errores.
Lucas se ha pasado días enteros investigando, buscando pistas, pero hasta ahora no ha encontrado absolutamente nada.
Ni una sola señal de quién puede estar detrás.
-¡Joder! -maldigo en voz alta, y antes de darme cuenta, lanzo el vaso contra la pared.
Se rompe en miles de pedazos, los restos del whisky esparcidos por el suelo como un recordatorio de lo que esta en juego.
No puedo permitir que le ocurra nada a Emma.
Si alguien la volvía a secuestrar, si vuelvo a perderla, jamás me lo perdonare.
Paso una mano por mi pelo, tirando de él con fuerza, mientras comienzo a caminar en círculos.
Cada paso resuena en la habitación, un eco de mi rabia y de mi impotencia.
Solo pensar en que alguien pueda volver a llevársela, alejarla de nuevo como lo hicieron hace años, me desquicia.
Salgo del despacho, cerrando la puerta con fuerza detrás de mí, y caminé por los pasillos de la casa, tratando de pensar en mi próximo movimiento.
De pronto, el aroma a chocolate y algo dulce me llega como una rafaga, sacándome de mi trance.
Sigo el olor hasta la cocina y ahí estaba ella.
Emma esta de pie, inclinada sobre la encimera, mezclando ingredientes en un bol grande.
Su cabello castaño cae en suaves ondas por su espalda, y sus movimientos son lentos y concentrados.
Lleva una camiseta algo suelta que deja entrever su figura y unos shorts que me hacen olvidar por un segundo todo lo demás.
La luz de la cocina ilumina su rostro, resaltando sus pómulos y la delicadeza de sus labios.
Mientras sus manos mezclan la harina con el resto de ingredientes, la observo como si la estuviera viendo por primera vez, y algo dentro de mí se aprieta.
ESTÁS LEYENDO
Reina del caos
RomanceAidén nunca fue un héroe. Su mundo, rodeado de muerte, no daba espacio para actos de bondad ni para sentimientos de ternura. Él vivía en las sombras, liderando con puño de hierro un imperio que muchos temían y pocos comprendían. Y él estaba en pa...