LO QUE NO LLEGAMOS A SER

De vuelta a España

Ya estaba llegando a España otra vez, no hacía mucho desde la última vez que había venido, tenía ganas de llegar. Nina me afirmó que vendría con su novia. Bajé del avión y poco después estaba mi padre con el coche, fui medio corriendo para abrazarlo, al fin y al cabo lo había echado de menos.

- ¡Hola cariño! Te veo más animada que la última vez que te recogí -Lo dijo casi riendose, con una sonrisa que le llegaba a los ojos.

Me reí y el también se rió. Subí al coche rápidamente y mi padre hizo lo mismo.

- ¿Sabe mamá que Nina vendrá con su novia? -Murmuré.

- Supongo que se lo espera pero no lo sabe... -Me miró y volvió a mirar al frente para la carretera.

Miré por la ventanilla durante todo el trayecto, no se me hizo largo pero estábamos en silencio todo el rato, no era un silencio incomodo.

- ¿Cuanto tiempo te vas a quedar? -Me preguntó.

- No sé, cuando me canse de soportar a mamá me iré -Le sonreí, a él no le hizo mucha gracia pero tambíen sonrió.

Llegamos a casa, esta vez mamá no estaba, dejé mis cosas en mi habitación y Elia me llamó.

- ¿Esta noche vamos al mismo local de la otra vez? -Lo dijo tan entusiasmada que no me pude negar. 

Tampoco pensabas negarte a una fiesta.

- Claro que sí, ahí nos vemos -Afirmé contenta.

- ¡Bien! ¡Besitooos! 

Ya era la hora de cenar, mi madre llegó bastante tarde, ya estaba la cena así que fui a cenar con ellos, el rato estuvo bastante incomodo, nadie hablaba, se escuchaba el ruido de los cubiertos chocando con los platos, hasta que mi madre tuvo que interrumpir el silencio.

- ¿No piensas decirle nada a tu madre? ¿Ni siquiera saludarla? -Murmuró- Ya veo que sigues siendo igual de estúpida que siempre.

Tardé en reaccionar, me pillo desprevenida pero no me iba a callar.

- ¿Ah, ahora eres mi madre? Espera porque yo pensaba que estabas ausente. -Me aclaré la garganta para seguir hablando- No tengo que saludar a una supuesta madre que no ha hecho su papel, y si soy una estúpida quizás es que no has hecho NADA para merecerte mi lado agradable.

Suspiré cansada, estaba esperando a que respondiera pero no, se limitó a mirarme, tenía los ojos llorosos, me estaba arrepintiendo de lo que había dicho, al fin y al cabo era mi madre y a mi también me dolia decirle estas cosas.

Se levantó de la mesa y se fue.