capítulo 12

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Las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro nuevamente. Se sentía culpable por herir a Elsa y por no ser capaz de dejar ir a Regina por completo. Estaba lastimando a ambas mujeres, y al hacerlo, también se lastimaba a sí misma. El peso de la culpa y la confusión la abrumaban, y por un momento, se sintió completamente perdida. 

Sabía que necesitaba tiempo para pensar, pero también sabía que no podía seguir posponiendo una decisión. Elsa merecía una respuesta clara, y Regina merecía honestidad. Emma cerró los ojos y respiró hondo, intentando calmar su mente. Decidió que, antes de hablar con cualquiera de las dos nuevamente, necesitaba aclarar sus propios sentimientos. 

Esa noche, Emma se permitió llorar por todo lo que estaba pasando. Permitió que las emociones fluyeran libremente, sin intentar reprimirlas. Era un primer paso hacia la claridad, hacia la comprensión de lo que realmente quería y necesitaba. 

A la mañana siguiente, con los ojos hinchados y  la mente todavía nublada, Emma se levantó con una determinación renovada. Sabía que el camino no sería fácil, pero estaba dispuesta a enfrentarlo. Decidió tomarse un día libre para reflexionar y, por primera vez en mucho tiempo, centrarse en sus propias necesidades y deseos. 

Se sentó en su escritorio, tomó papel y bolígrafo, y comenzó a escribir. Escribió sobre sus sentimientos por Elsa, su conexión con Regina, y la confusión que la había estado atormentando. Plasmar sus pensamientos en palabras le ayudaba a ver las cosas con más claridad. 

Al finalizar, Emma se dio cuenta de algo crucial: no podía seguir dividiéndose entre dos personas. Necesitaba ser honesta con ambas y, más importante, consigo misma. La verdad, por dolorosa que fuera, era el único camino hacia la paz. 

Con esa determinación, Emma decidió que hablaría con Elsa primero. Necesitaban una conversación sincera y profunda sobre su relación y lo que ambas querían. Después, hablaría con Regina, no solo para aclarar sus sentimientos, sino para apoyarla de una manera que no interfiera con su propia felicidad y la de Elsa. 

Emma sabía que el camino por delante sería difícil, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que tenía una dirección clara. Se preparó para enfrentar el día con la esperanza de que, al final, encontraría una solución que permitiera sanar a todos los involucrados. 


A veces sólo debemos seguir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora