capítulo 19

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Las dos pasaron la tarde trabajando juntas, entre risas y conversaciones serias. Regina comenzó a sentir que tal vez, después de todo, no estaba tan sola. Con Emma a su lado, las cosas parecían un poco más manejables. 

Mientras trabajaban en las tareas, Regina se dio cuenta de lo mucho que apreciaba la compañía de Emma. Habían pasado solo unas horas, pero la conexión entre ellas crecía rápidamente. 

—¿Siempre has sido tan buena en historia? —preguntó Regina, mirando asombrada cómo Emma terminaba rápidamente un resumen sobre la Guerra Civil. 

Emma se encogió de hombros. 

—Mi mamá me ayuda mucho. Además, me gusta leer sobre personas que han luchado por lo que creen —dijo, sonriendo. 

Regina asintió, admirando esa cualidad en Emma. Después de un rato, las dos se recostaron en la cama de Regina, exhaustas pero satisfechas con el progreso. 

—Gracias por venir, Emma. En serio, esto significa mucho para mí —dijo Regina, mirándola con gratitud. 

—No tienes que agradecerme. Somos amigas, ¿no? —respondió Emma, devolviéndole la mirada. 

Regina sonrió, sintiendo una calidez en su pecho. Era la primera vez que alguien se preocupaba tanto por ella, y esa sensación era nueva y reconfortante. 

Justo en ese momento, la puerta de la habitación se abrió de golpe, y Cora entró con una expresión severa. 

Cora le dirigió una mirada a Emma, evaluándola con sus ojos fríos y calculadores. 

  

—Regina, tu amiga ha sido muy considerada al traerte las tareas que te perdiste —dijo Cora, con una voz que no dejaba espacio para la réplica—. Creo que deberías agradecerle. 

  

Regina, sintiéndose un poco avergonzada, se acercó a Emma. 

  

—Gracias, Emma. No tenías que molestarte —dijo, con una sonrisa tímida. 

  

Emma le devolvió la sonrisa, pero antes de que pudiera responder, Cora intervino de nuevo. 

  

—Bueno, ahora que has entregado las tareas y el pastel, creo que es momento de que te vayas, Emma. Regina tiene mucho que hacer y no queremos distraerla más de lo necesario. 

  

Emma parpadeó, sorprendida por la brusquedad de Cora. Asintió lentamente y se puso de pie. 

  

—Claro, señora Mills. No quería molestar. Regina, si necesitas algo, solo llámame —dijo, dirigiéndose a la puerta. 

  

Regina la acompañó hasta la entrada, sintiendo una mezcla de gratitud y vergüenza. 

  

—Lo siento por mi madre. Ella puede ser un poco... estricta —murmuró Regina, mirando a Emma. 

  

Emma sacudió la cabeza. 

  

—Está bien. Solo quería asegurarme de que estabas bien. Nos vemos en la escuela, ¿vale? —dijo, sonriendo para tranquilizar a Regina. 

  

Regina asintió, viendo cómo Emma se alejaba. Al cerrar la puerta, sintió una mano firme en su hombro. Se giró para ver a Cora, que la miraba con una mezcla de desaprobación y preocupación. 

  

—Regina, querida, debes ser más selectiva con tus amistades. No todos tienen las mejores intenciones —dijo Cora, su voz tan fría como siempre. 

  

Regina bajó la mirada, asintiendo débilmente. Sabía que discutir con su madre era inútil. 

  

—Sí, madre —respondió, antes de subir a su habitación, sintiéndose más sola que nunca. 


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A veces sólo debemos seguir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora