capítulo 9

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Regina siempre fue tan sensible con lo que la rodeaba. Simplemente, Regina era Regina, no era igual a nadie. Todo lo que era, era su esencia, pero también tenía sus dificultades en su entorno social y en su aprendizaje. Siempre había algo que la retrasaba o la hacía sentirse menos. No todo era angelical como muchos neurotípicos pueden pensar, Su hiperfoco una de ellas la hacía no poder concentrarse en lo que debía. 

Sientes algo por Regina?" La voz de Elsa interrumpió el silencio en la sala, sorprendiendo a Emma al entrar y ver a su novia sentada en el sillón, con los brazos cruzados y una expresión acusadora. 

"¿De qué hablas?" preguntó Emma, tratando de mantener la calma y sintiendo un nudo formarse en su estómago. 

"Si Regina necesita algo, tú corres como un perrito obediente. Si Regina te llamara a medianoche, no dudo que irías corriendo. Lo que más me molesta es que me haces a un lado. Soy tu novia, pero me siento ignorada por ti. ¿Qué te sucede? ¿La amas?" La rubia la miraba intensamente, esperando una respuesta. 

Emma suspiró, sabiendo que debía ser honesta. "Me preocupo por ella. Escucha... Conocí a Regina en la secundaria. Fuimos amigas y luego empezamos a salir y a tener una relación. Ella vino aquí a la universidad y yo también lo hice para estar a su lado. Son años y años de estar con ella. No puedo sacarla de mi vida así como así, aunque ya no estemos en una relación amorosa. La quiero ahora como amiga y me preocupo por ella, siempre lo haré. Sé que a veces esto puede parecer demasiado, pero hoy me dijo algo que me hizo darme cuenta de que... jamás logré comprender todo lo que la rodeaba." 

Elsa se rió, incrédula, cruzando los brazos con más fuerza. "¿No comprendías? Por favor, Emma. Siempre te adaptabas a las necesidades de ella. Si Regina no quería salir, tú no lo hacías. Si Regina no quería asistir a una reunión, tú tampoco ibas. Te apegabas demasiado a su rutina, te perdiste en el camino. Tú misma lo dijiste, y ahora me dices que jamás pudiste comprender? Es una maldita broma, Emma Swan. Sigues estando a su disposición siempre, como hoy. ¿Dónde se suponía que iríamos después del trabajo?" 

Emma la miró, tratando de recordar. "Hoy...? La celebración del aniversario de tu hermana? Ir a su casa?" 

"Exactamente. Y lo olvidaste porque estabas girando alrededor de Regina otra vez. Decídete, Emma, ¿dónde en realidad quieres estar? Porque esto me está cansando." Elsa se levantó de golpe, haciendo un ruido sordo con la silla contra el suelo, y salió de la sala, subiendo a su habitación y dejando a Emma sola, sin palabras. 

Emma solo vio a su novia desaparecer por las escaleras. Se quedó de pie por un momento, sintiendo un peso en el pecho. "¿Qué carajo acaba de pasar?" pensó. Es verdad que se había olvidado del evento de Anna y se odiaba por eso. "No lo hiciste," se dijo a sí misma, "simplemente lo ignoraste y seguiste con Regina." 

El silencio en la sala era ensordecedor. Tanto Elsa como Regina tenían razón; debía retroceder en este tema de preocuparse por todo lo que respecta a Regina. Recordó cómo, en un momento de enojo, le había gritado a Regina: "¡Intenta ser más normal!" No sabía que la lastimaría tanto. Solo quería que dejara de permitir que su diagnóstico la definiera por completo. Quería una "normalidad" para Regina, pero... ¿eso alguna vez existió? Regina siempre había sido diferente, incluso antes de su diagnóstico. "¿O quizás antes no observabas demasiado algunas cosas?" se preguntó. 

Se dejó caer pesadamente en la misma silla donde Elsa había estado sentada momentos antes. Miró a su alrededor, notando detalles que antes había pasado por alto: el libro que Elsa había dejado sobre la mesa, la manta desordenada en el sillón. Sus pensamientos giraban en torno a Regina y a las palabras de Elsa. Debía poner fin a esta dinámica y empezar a vivir plenamente con su novia, como la pareja que eran. Pasó sus manos por su cara, tratando de despejar su mente, y resopló profundamente, sintiendo que el peso en su pecho no disminuía. 

A veces sólo debemos seguir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora