capíulo 7

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Regina había comenzado su día en la escuela con la misma rutina de siempre: preparando materiales, organizando sus clases y asegurándose de que todo estuviera en perfecto orden. Sin embargo, a medida que avanzaba la mañana, las cosas comenzaron a desbordarse. El ruido de los niños en los pasillos, las luces fluorescentes parpadeantes y el constante flujo de información comenzaron a abrumarla. 

siempre había manejado su entorno con una precisión casi obsesiva, pero ese día todo parecía fuera de control. Mientras intentaba concentrarse en su lección, las voces de los estudiantes se mezclaban con el zumbido de los ventiladores y el eco de los pasos en el pasillo. Cada sonido parecía amplificarse en su mente, chocando unos con otros en una cacofonía incontrolable. 


Durante el recreo, la sobrecarga sensorial alcanzó su punto máximo. El bullicio en el patio de juegos, el olor a comida de la cafetería y la luz del sol reflejada en las ventanas eran demasiado para ella. Regina sintió cómo su corazón comenzaba a latir con fuerza y su respiración se volvía superficial. Las paredes parecían cerrarse a su alrededor y cada sonido se convertía en un golpe sordo que resonaba en su cabeza. 

Trató de mantener la compostura, pero sabía que estaba al borde de un colapso. Con pasos rápidos y decididos, salió del aula y se dirigió a la sala de profesores. Al llegar, cerró la puerta detrás de ella y se dejó caer en una silla, cubriéndose los oídos con las manos en un intento desesperado de bloquear el ruido. 

Justo en ese momento, Emma pasó por la puerta y vio a Regina atravez de la ventana en evidente angustia. Sin pensarlo dos veces, entró y se arrodilló junto a ella. 

"¿estás bien?" preguntó Emma con voz suave. 

Regina no pudo responder de inmediato. Las palabras se agolpaban en su mente pero no lograban salir. Emma, reconociendo los signos de sobrecarga sensorial, tomó una respiración profunda y dijo: "Está bien, respira conmigo. Inhala... exhala..." 

Poco a poco, Regina comenzó a imitar la respiración de Emma, sintiendo cómo su ritmo cardíaco se ralentizaba y el mundo a su alrededor empezaba a calmarse. Emma mantuvo su voz baja y reconfortante, brindándole el espacio y el tiempo que necesitaba para recuperarse. 

Después de unos minutos, Regina pudo finalmente levantar la vista y encontrar los ojos de Emma. Había lágrimas en los suyos.

"Gracias," susurró Regina, todavía temblando un poco. 

Emma le sonrió y le dió su tiempo en el saló mientras iba a ver a los sus alumnos, la suerte de tener una hora libre 

 El simple hecho de vivir en un mundo que no está diseñado para personas neurodivergentes  hace que los límites que nos separan del agotamiento sean más cercanos. Es similar a un celular que, debido al exceso de uso, se queda sin batería más rápido  y se apaga. De la misma manera, una persona autista puede sobreexigirse hasta llegar al temido agotamiento físico y emocional . Esto fue lo que le sucedió a Regina después de su episodio de sobrecarga sensorial, y Emma lo conocía muy bien. 

Después de la hora libre, Emma decidió llevar a Regina a la biblioteca, el lugar más alejado del ruido y con menos personas a esa hora. Una vez allí, Emma sentó a Regina en una de las sillas del fondo y habló con Belle, pidiéndole que vigilara a los estudiantes de Regina por un rato mientras ella se reponía. Sabía que esto no funcionaría de inmediato, pero le daría algo de tiempo. 

Una hora después, Regina seguía exhausta, tanto física como mentalmente. Todo parecía bajo el agua: los sonidos, su visión estaba borrosa y sus extremidades se sentían pesadas. Sabía que tenía que terminar el día porque lo sucedido llegaría a oídos de los padres, y eso la preocupaba. Sin embargo, estaba decidida a seguir adelante a pesar de su agotamiento. 

Emma permaneció a su lado, dándole el espacio necesario para recuperarse, pero también asegurándose de que Regina no estuviera sola en ese momento tan difícil. 

Emma observó cómo Regina luchaba por mantenerse en pie. Su respiración era pesada, y cada movimiento parecía costarle un gran esfuerzo. Emma sabía que la recuperación de una sobrecarga sensorial y el subsecuente burnout no era inmediata. Regina necesitaba tiempo y espacio, pero también apoyo y comprensión. 

"Regina," dijo Emma suavemente, sentándose a su lado, "sé que hoy ha sido difícil. Pero estoy aquí para ayudarte. " 

Regina levantó la mirada, sus ojos reflejando cansancio y vulnerabilidad. "No puedo mostrar debilidad, Emma. Los padres ya tienen sus prejuicios... si saben que esto pasó...en la escuela..." 

Emma le tomó la mano, brindándole un ancla en medio del caos. "Lo sé, pero no estás sola en esto. Vamos a encontrar una manera de manejarlo juntos." 

La biblioteca estaba en silencio, solo interrumpido por el suave susurro de las páginas que se pasaban y el ocasional murmullo de Belle atendiendo a otros estudiantes. Este ambiente tranquilo proporcionaba un respiro necesario para Regina. 

"Belle," llamó Emma suavemente, y la bibliotecaria se acercó. "¿Puedes asegurarte de que nadie moleste a Regina por un rato más? Ella necesita un poco de tranquilidad." 

Belle asintió con comprensión. "Por supuesto, Emma. Haré todo lo posible." 

Emma volvió su atención a Regina. "Sé que terminar el día parece imposible ahora, pero tal vez podamos simplificar las cosas. ¿Te parece bien si yo me encargo de explicar la situación a los padres, si es necesario? Te cubro las espaldas." 

Regina asintió débilmente. "Gracias, Emma. Eso ayudaria mucho" 

Emma sonrió con ternura. "No tienes que agradecérmelo. Somos un equipo, ¿recuerdas?" 

El tiempo pasó lentamente, pero poco a poco, Regina empezó a recuperar algo de su energía. Emma se mantuvo a su lado, asegurándose de que Regina se sintiera apoyada. Finalmente, Regina se levantó, aunque todavía con cierta dificultad. 

"Vamos, te llevaré a casa," dijo Emma. "Hoy ya has hecho suficiente." 

Regina asintió, aceptando la ayuda sin protestar. Mientras salían de la biblioteca, Emma sintió una mezcla de tristeza y determinación. Sabía que el camino no sería fácil, pero estaba decidida a estar allí para Regina en cada paso del camino.

A veces sólo debemos seguir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora