Buscando respuestas.

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Gabriela encontró la caja que en su interior contiene las imágenes, mientras pedro y Mónica corrieron todas las cortinas próximas al comedor para alivianar el ambiente con la mayor luminosidad posible. La tomó con ambas manos como llevando una bandeja con alimentos y líquidos para compartir amistosamente, sin embargo, su mirada delataba nerviosismo y miedo por lo que podían encontrar. La dejó sobre la mesa central y los tres amigos se quedaron mirándola en silencio por unos segundos.

Una mezcla de curiosidad, morbo y miedo estaba elaborando un entorno perfecto. No creían en embrujos, pero todo lo que habían conversado días anteriores y antes de entrar en la casa había comenzado a enhebrar en sus cabezas que quizás sea posible y lo que habían sentido hace pocos minutos acrecentó aun más esa idea. En un comienzo dudaron si debían revisarlas ahí, pero en un acto de valentía decidieron que lo harían. Tenían que sacar de sus cabezas la creencia de que estaban embrujados, poseídos o que algo maligno los seguía, por lo que los tres estuvieron de acuerdo en sacar unas cervezas y revisarlas en el comedor de la casa, sin miedo y confiados en que todo lo que pensaban era ilógico. Ese era el momento y lugar para salir de la incertidumbre y celebrar que todo no era más que producto de sus mentes bajo un infundado miedo infantil.

Acercaron las sillas a la mesa y se sentaron. Pedro abrió la caja y saco los dos bultos encintados tal como los dejaron esa vez. Sus corazones delataban una ansiedad que no mostraban al exterior. Ya sabían en forma general de qué se trataban las imágenes, pero no sabían que podían encontrar viéndolas con más detención. Eso los confundía, ya que no tenían claro que es lo que en realidad buscaban ni a que poner atención. "Cualquier cosa extraña" habían dicho al comienzo, pero ya las fotos con cadáveres vestidos, maquillados y articulados para posar junto a los vivos eran algo extraño lleno de morbosidad. Sin embargo estaban decididos a dejar la casa con una respuesta, cualquiera que sea, ya que nunca después de jugar imagino habían quedado con esa sensación de tiempo perdido y de que algo en sus pensamientos los seguía e hiciera dudar de la realidad con tal fuerza.

Sacaron la cinta del paquete que tenía el montón que formaron esa vez repartiéndose las fotografías entre los tres. Dejaron el tercero que aún se mantenía cerrado tal como lo encontraron para el final evitando que se juntaran demasiadas que pudieran disminuir la probabilidad de encontrar algo.

La mayoría de las fotos estaban con desgaste natural, parecían haber sido guardadas sin cuidado por mucho tiempo. A simple vista notaron líneas de doblez que se marcaban en cruces y diagonales a todo lo largo. Manchas de la yema de los dedos y en otras escrituras con lápiz. Un gran número eran de hombres y mujeres de mediana edad que posaban con su cuerpo inerte en diferentes posiciones. Sin embargo, también había ancianos que parecían rejuvenecer sus deteriorados cuerpos por la vestimenta, el maquillaje y la exposición fotográfica junto a sus hijos y nietos.

Seguían sin saber muy bien que es lo que buscaban, pero por el momento eso no los complicaba. Examinaban conversando animadamente sobre lo que pensaban y veían, discutiendo opiniones y posibles detalles que fueran interesantes de considerar. En la mayoría de los seres humanos con el paso del tiempo se va perdiendo la capacidad de asombro, se van acostumbrando a lo que perciben sus sentidos y a lo que sienten emocionalmente.

Creyeron haber superado la impresión que les provocó en un comienzo estas fotografías, pero se equivocaron al ver imágenes de cadáveres mutilados, donde piernas y brazos fueron cercenados. Posaban junto a sus familiares sin el cuidado de tapar los huesos o las heridas abiertas, quizás intentando dar total naturalidad a esos últimos momentos juntos. Algunas, incluso incorporaban el miembro amputado los cuales eran mostrados cerca del cuerpo como trofeos por los vivos. Estas imágenes no pasaron desapercibidas por la crudeza de plasmar esa morbosidad en una foto, pero al mismo tiempo las personas que acompañaban a los difuntos parecían felices de estar guardando ese último momento para la eternidad. Por un momento dudaron de que aquellas imágenes fueran reales, pero eso no impidió formar en ellos una tensión que se manifestaba en ansiedad por lo que tenían en sus manos. Los pensamientos de los tres se podían resumir en una sola pregunta; ¿Cómo era posible que posar de esa forma casi macabra junto los seres que amaron y respetaron en vida era una forma feliz de recordarlos?.

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