Esa dulce línea

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Las actividades de la pastelería y la preparación de la ampliación del negocio no le dieron tiempo para pensar en sus amigos. Sin embargo, apareció nuevamente su preocupación cuando dos días después llamo de nuevo a Pedro y a Raúl. Las llamadas seguían dirigiéndose al buzón de voz...y María le corto.

<<Dos, tres, cuatro>> conto los días desde que fue la limpieza y Carlos hablara con él. <<Son muchos para que estén sin celular...los dos>> pensó.

No quería sacar conclusiones negativas, pero no podía controlarlo. Después que María cortara la llamada una intuición le decía que algo extraño había detrás de todo. Se dispuso a llamar a Carlos. Al tercer intento contesto nuevamente la cuñada que le dijo que no podían atender. Mónica en una desesperada suplica antes de que le colgara, resumió la razón de su insistencia. Al oírla, la cuñada se quedó unos segundos en silencio y luego se disculpó por no haberle contado antes, pero tenía instrucciones de no hacerlo.

— Carlos y Antonia han tenido un accidente y están delicados de salud. Lo extraño...fue que un día antes me dijo — hizo una pausa —. "Pamela, si nos pasa algo malo no cuentes nada, nadie debe saber de las sombras".

— ¡Dios mío!, ¿Qué les paso? ¿Sombras? ¿Tus las viste? — preguntó Mónica revelando nerviosismo.

No le respondió. Se excusó que la llamaban y corto sin que Mónica pudiera añadir algo más. <<Gracias por hablar más de lo que debías>> se dijo.

Los volvió a llamar, pero ninguno le contesto. Mónica quedo helada y todo el cuerpo comenzó a temblar, sus músculos se contrajeron formando nudos que se movían por todos lados. Un mareo nublo su mente que se unió a la sensación de miedo que se ramifico rápidamente en cada extremidad. La noticia que le dio la cuñada de Carlos la golpeó, antes de eso no quería sacar conclusiones negativas, pero ahora las conclusiones estaban sobre la mesa como una macabra broma.

No lo pensó, ya que la decisión estaba intrínsecamente en toda la información que tenía. Juntó rápidamente algunas cosas en una mochila y salió corriendo al terminal de buses. La opción era solo una, viajar a la casa de Pedro y saber qué pasaba. Le aviso a Gabriela, la cual no pudo esconder su asombro.

— Viajaré toda la noche. Llego en doce horas a la casa de Pedro.

— No podré partir hasta mañana en la mañana. Llegaré lo más rápido que pueda. Avísame cualquier cosa. Tranquila, de seguro todo es una mala intuición — contesto Gabriela con una voz cortada y agitada. Al cortar se sentó y comenzó a meditar.

Gabriela se preparó y dejó todo listo para partir. También tenía la intuición de que algo podría andar mal. No le contó a Mónica, pero la noche anterior volvió a sentir y ver algo...

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