Desenterrando el pasado

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Pedro mantuvo contacto con sus amigos mientras esperaba a María con todo listo. Ordenó y limpió la pieza que usó su madre la última semana que estuvo con vida. La estaba utilizando para guardar cosas, por lo que estuvo varias horas moviendo cajas, barriendo, acomodando un velador, armando y preparando la cama. Abrió la ventana para ventilar el ambiente que mantenía un olor del pasado. Le pasó el plumero a un crucifijo de madera que era de su madre, dos cuadros familiares y a unas artesanías que colgaban de las paredes. Movió el colchón que descansaba pegado a uno de los muros. Abrió el closet sintiéndose aliviado de encontrar sabanas y frazadas limpias. Dejo espacio en los estantes interiores sacando cajas y bolsas que contenían cosas que no recordaba. Al cerrar se dio cuenta que una de las puertas no cerraba bien, pero seguía siendo espacioso para que dejara sus cosas personales y ropa. <<Eso es lo importante>> pensó, dejándola tal como estaba.

Ya que Mónica cambio la fecha, Gabriela adelantó en un par de días su viaje al campo donde con sus padres y a un grupo de la iglesia limpiarían el basural que los visitantes dejaban por todos lados. Antes de ir, aprovechó la mañana para ir a comprar las velas que pidió María y luego ir a dejarlas a la casa de Pedro. Aunque fue por poco tiempo ya que debía ir a comprar unos sacos, le agrado ver a Pedro con buen semblante, preocupado de sus asuntos y esperando a María con una tranquilidad que se la traspaso. Conversaron sobre el pequeño ritual, pero sin darle mayor importancia.

- Ahora es buen momento para recordar lo que Mónica nos decía antes "Si le damos importancia abrimos algo en nuestras mentes..." - dijo Pedro.

- Pero antes era real - replico Gabriela riendo -. Lo bueno es que es como dices, de una u otra forma será bueno para dar un cierre a esta locura.

A las 18:23 llegó María con una mochila y un bolso de mano. Pedro le ofreció ayuda para llevarlos al cuarto, pero ella solo accedió a pasarle el bolso el que por la liviandad le pareció que era ropa y enceres personales, la mochila no se la saco y ella misma la dejo dentro del closet.

Pedro no la conocía muy bien. Sin embargo las pocas veces que compartió con ella, lo que le contaron sus amigas y, sobre todo lo acontecido con el ritual le parecía una mujer muy agradable y confiable. Le dio un recorrido por la casa conversando trivialidades para luego terminar en la cocina donde los dos prepararon la cena. Arroz con pimentón al jugo y carne asada con algunas pizcas de romero mezclada con albahaca. Cenaron tranquilamente charlando cosas cotidianas, evitando hablar de la limpieza, aunque la pregunta ¿Han sentido cosas nuevas? Fue inevitable.

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