La sombra de los sucesos: pensamientos y emociones.

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El cielo gris adornaba los sentimientos de todos los asistentes al velorio. Ninguno de los presentes se acercaba a la aceptación de tener a dos de los suyos dentro de cajones de madera entre ocho lámparas que simulaban ser grandes velas ardientes. El olor que salía de los ramos y coronas de flores con diferentes figuras y colores ahondaban el dolor e impotencia de perderlos de esa manera.

Estaban siendo honrados en el velatorio de la iglesia, en el mismo lugar que no hace mucho tiempo estuvo el cuerpo del padre Jacinto recibiendo las últimas muestras de cariño. Ahora sus dos amigos esperaban el último adiós religioso.

Las urnas en un comienzo se mantuvieron cerradas manteniendo la privacidad y el respeto al sufrimiento que tuvieron, pero las familias y amistades estuvieron de acuerdo en que debían mostrar a todos como quedaron producto de los actos demoniacos de lo que parecía ser obra de una secta. Pedro mostraba un par de cortes en la cara, contrario a Raúl que fue víctima de un salvajismo brutal. No solo su cuerpo fue cortado y mutilado, sino que su rostro mostraba carne abierta por el cuchillo que casi desgarró sus mejillas. A los que se acercaban al féretro para verlo por ultima vez les contaba controlar la emoción y rechazo, algunos no podían no ocultaban sus lágrimas que soltaban casi sintiendo el dolor que sufrió en sus últimos minutos. La familia de Raúl, su esposa, su hija, su hermana estaban destrozadas, siendo apoyadas constantemente para evitar un colapso nervioso.

Nadie entendía como alguien llegó a ese extremo, de tomar la vida con tanta frialdad y con una finalidad tan absurda, tan desquiciada envuelta en una locura como era el hecho de querer tener poder sobrenatural tal como lo habían expuesto Mónica y Gabriela. Las dos contaron lo que sabían, pero solo cosas generales de lo que habían pasado, y las sospechas de que todo podía estar relacionado a una locura. Sin embargo se guardaron muchos detalles personales y en especial sobre el cuaderno encontrado. María era la principal sospechosa, pero no dijeron nada. Aun les constaba entender todo lo que pasó y en especial culpar de tan atroces muertes a alguien a quien conocían y estimaban con tanto cariño. Se preguntaban <<¿Realmente fue ella?¿Estará bien?>>.

El caso fue noticia a nivel nacional colocando en portada los temas sobre el poder de las ideas satánicas, ocultistas, y el peligro de las sectas encubiertas por espiritualidad. En los noticieros también se dividieron las opiniones sobre los asesinatos en arduas discusiones, por un lado al no poder ubicar a María y sin encontrar claras pruebas abrieron la puerta hacia la pregunta ¿María es culpable u otra víctima?. En cambio en otros el no poder ubicarla era un claro mensaje de que era la culpable de las atroces muertes y se ocultaba de la policía.

Los ataúdes fueron sacados y llevados en conjunto al interior de la iglesia para dar inicio a la ceremonia. Ninguno de los dos era religioso, pero siempre tuvieron el respeto y su amistad con el cura Jacinto los hicieron tener un acercamiento especial. La penúltima vez que estuvieron en ese lugar fue para su funeral donde sus sentimientos estuvieron angustiados por despedir a un amigo y la última fue cuando fueron por sentirse culpables e intrigados por el hecho de creer que la maldición que se lo habían traspasado por medio del candelabro.

El camino al cementerio fue torturador para Mónica. Gabriela la acompaño en todo momento, pero su intento de consolarla no fue suficiente para que sus pensamientos no se elevaran y luego cayeran a un fango de hermosas emociones y vivencias que nunca más volverán, excepto por los recuerdos. Lloró desde que sacaron el ataúd de la iglesia hasta que se perdió para siempre dentro del frio nicho de hormigón. Gabriela y su madre la abrazaron queriendo absorber su angustia, mientras Mónica miraba hacia el cielo en un acto de sutil aceptación y buenos deseos al alma de su amor especial.

Después del funeral se quedaron un rato caminando dentro del cementerio, se dirigieron dónde quedaron los restos de Raúl a un par de cientos de metros de distancia. Caminaron lento desahogando sus pensamientos, sus almas y traspasándose tranquilidad. 

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