Sensación de liberación

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Hace dos semanas Pedro no se imaginaba volver a sentir la tranquilidad en la que estaba. Las cosas por arte de magia estaban comenzando a ser como lo deseaba hace tiempo, sin miedo, sin pensamientos de angustia, sin malas noticias, sin ver o sentir cosas que solo podían ser explicadas con algo sobrenatural, algo irreal. Pero así como las coincidencias negativas lo condujeron a creer en una locura paranormal, debía ser consecuente y pensar que no podía ser casual la coincidencia que unía el ritual con el término de los sucesos nocivos en ellos y en otros. Ese tema por momentos le consumía varios minutos al día.

Aunque fugazmente, en todos aun pasaba por sus cabezas la pregunta si todo había sido una sugestión colectiva o de verdad fue algo más. Lo bueno es que ninguno intentaba responder a eso, no querían indagar más, solo querían vivir un presente que volvía a ser el mismo, con altos y bajos, pero fuera de toda irracionalidad. Ya no les importaba si realmente hubo algo, les importaba que ese algo se había ido. Todo había quedado como una anécdota.

Raúl en el local junto a Pedro continuaba vendiendo y comprando objetos. En secreto hizo una investigación sobre nuevos sucesos comprobando con sorpresa que habían nuevos, pero en comparación con los primeros tenían detalles tan pequeños que podían ser despreciados. Se mantenían los que habían comenzando antes del ritual, con enfermos en mejoría y otros en estado delicado como el señor Francisco Correa que tenía comprometido el brazo por una infección en la herida más profunda. Cuatro días después su hijo visitó el local con la intención de devolver el ropero excusándose por un problema de espacio. En ese momento no estaba Pedro, sin embargo Raúl lo encamino sin problemas con un juego de preguntas a que le contara la verdadera razón, fue así como se enteró lo sucedido en el cumpleaños. <<Don Raúl, sentí algo maligno en ese ropero. Incluso mi madre y mi tío...la tensión nos hizo ver cosas...si le contara más no me creería>> le confesó. Raúl se comprometió en enviar un camión para retirarlo, <<No sé preocupe, usted lo manda y yo lo pago>> fue el trato. Días después Francisco Correo hijo lo llamó, no solo le dio las gracias, sino que le contó que desde que lo devolvió se fueron las voces, los extraños sonidos y su Padre comenzó a comportarse como lo hacía antes de comprarlo.

Gabriela se fue al campo junto a un amigo y sus familias. Estaba feliz. Al igual que los demás se sentía liviana y agradecida de María, especialmente por sus padres que recobraron la seguridad y tranquilidad. Su madre dejó atrás el susto que vivió y tener a ambos participando al aire libre sin preocupación la tenía realmente maravillada.

Carlos se recuperó bien y Antonia tuvo una notable mejoría que ya la tenía participando y armando un nuevo taller. Carlos le prometió no ocultarle nada si volvía a pasar por algo similar al accidente de la escalera. Antonia se molestó por haberle ocultado lo que realmente sintió y vio ese día, pero se sentía feliz de que no pasara a mayores. Ambos estaban convencidos de que lo que vivieron fue algo paranormal y querían incluir algo relacionado en los próximos talleres, algo que mezcle la imaginación con la escondida realidad.

Mónica retornó al sur donde su madre y comenzó a preparar las cosas para iniciar prontamente el negocio en la casa de la abuela, tal como lo hubiese querido ella. Siempre les decía a Mónica y a Carla que debían compartir sus deliciosos pasteles con las personas de otras ciudades. <<pronto abuela, pronto>>. Pero no solo por el negocio quería volver. Conversaba con todos sus amigos, pero con Pedro era especial. Desde niños tenían un acercamiento que bordeaba el límite de la amistad, ambos tenían un pensamiento sobre el amor que siempre los alejaba y acercaba sin importar nada. Su amor iba más allá de ser pareja, su amor era especial.

María seguía sin dar señales, no contesto cuando la llamaron para saber cómo se encontraba. Sin embargo, lo consideraron bueno teniendo en cuenta que ninguno quería pensar en lo sucedido al menos por un tiempo y su alejamiento lo consideraron una buena señal.

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