Capítulo 5

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Por fin, la cámara se apagó, bajaron las luces y Taehyung declaró que habían terminado la jornada.

Jennie estaba sudando; notaba las axilas como un pantano de Florida. Esperaba que nadie se diera cuenta. Se secó la frente y se tomó su tiempo para guardar el iPad en el bolso. Todos a su alrededor se levantaron y charlaron de los planes que tenían para el resto de la tarde, pero ella necesitaba un minuto.

Necesitaba varios días.

Por supuesto, cuanto antes saliera de allí, antes podría tumbarse en el sofá con una botella de vino. Ni siquiera tenía claro si le haría falta la copa.

—La demolición empieza el miércoles, gente —dijo Taehyung—. Hay mucho que hacer antes, incluida la limpieza con la familia el lunes.

Mientras el equipo se reunía para concretar los detalles, Jennie pensó en lo surrealista que era todo, como rodeado de una neblina onírica. Por supuesto, Lisa Manoban y su evidente aversión, si no odio, por su diseño no ayudaban.

Nadie había odiado nunca sus diseños. Cierto, el Lloud era diferente a todo en lo que había trabajado. La mayoría de sus clientes eran del estilo de su madre y querían que sus espacios reflejaran lo que veían en las revistas y en la televisión. Querían el salón de Reese Witherspoon y el dormitorio de Nicole Kidman.

Lujo. Luz. Modernidad.

Jennie siempre había cumplido con lo que le habían pedido. Al fin y al cabo, se había criado en una casa exactamente así, decorada por la mismísima Tiffany Young. Pero lo más importante era que aquel estilo era lo que Jungkook y Pru querían. Lisa debería cerrar la boca y centrarse en hacer los armarios.

Puso una mueca ante aquel pensamiento tan poco agradable, pero se estaba quedando sin fuerzas a pasos agigantados. Se levantó y se colgó el bolso al hombro. Se dirigía hacia Pru para despedirse cuando Taeyeon la llamó por su nombre.

—Jennie. Lisa. ¿Hablamos un momento? —dijo la presentadora y señaló con la cabeza hacia donde Taehyung y ella estaban junto a la chimenea, que era verdaderamente atroz, de latón y llena de manchas de hollín.

—Sí, claro —dijo Jennie y se les acercó. Sintió a Lisa detrás de ella y se preparó.

—¿Qué pasa? —preguntó la mujer. Separó mucho las piernas y se cruzó de brazos. Dios, irradiaba confianza. Jennie pensó en corregir la postura, pero sabía que ya estaba bien erguida.

—Bueno —dijo Taeyeon y les sonrío a las dos—, ¿qué les ha parecido la primera grabación?

—Bien —respondió Jennie en automático, porque ni loca iba a decir lo que pensaba de verdad, que se acercaba más a «un absoluto desastre».

Lisa, sin embargo, no tuvo las mismas reservas.

—Meh —dijo.

—Desarrolla eso —dijo Taeyeon y Lisa se rio.

—De acuerdo, Psicóloga Kim.

Jennie apretó la mandíbula, la familiaridad del tono de Lisa la puso nerviosa. Era Kim Taeyeon, por el amor de Dios.

Pero Taeyeon se rio.

—La terapia no tiene nada de malo.

Lisa extendió el puño para chocarlo y Taeyeon correspondió el gesto con alegría.

La mandíbula de Jennie volvió a tensarse. Sin duda, aquella noche le tocaría dormir con el protector bucal puesto.

—El diseño no es lo que me esperaba —dijo Lisa cuando terminó la cálida camaradería.

She Never Fails | Jenlisa Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora