Capítulo 21

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Lisa estaba segura de que nunca había estado más nerviosa. En la cocina del hotel, dejó el portátil en el trozo de madera contrachapada que habían usado para cubrir la isla sin encimera para crear una especie de escritorio improvisado para la reunión del día. Mientras recorría habitación por habitación en la pantalla, comprobando si había alguna irregularidad de última hora en el diseño, el estómago la amenazaba con rechazar la tostada de aguacate que se había comido en el desayuno.

La mañana había empezado un poco diferente. En cuanto la luz se había colado por la ventana, había saltado de la cama y se había estirado con elegancia, como una verdadera princesa Disney preparándose para el día, y había sonreído.

Había sonreído mientras se duchaba. Mientras se lavaba los dientes.

Mientras se ponía su sudadera estampada favorita, blanca con ilustraciones de sirenas de varias razas, etnias y géneros cubriendo el algodón.

Se había convencido a sí misma de que tanta sonrisita, que sinceramente ya empezaba a dolerle por la falta de costumbre, se debía a que el diseño ya estaba acabado, era glorioso y Jennie y ella iban a presentárselo a su familia y a Taeyeon después de comer. Sabía que lo que habían creado era impresionante, el Lloud en su más pura esencia, y, por primera vez en más de un año, se sentía orgullosa de su trabajo.

Sin embargo, al salir de la habitación para ir a la cocina a tomar un café, su trabajo no era lo que más le estiraba los labios. No, ese honor recaía en una mujer insufrible con dientes de vampiro, el pelo cortado a capas y unas piernas eternas, frente a una estantería arcoíris hablando de pasteles, a quien no conseguía sacarse de la cabeza.

Últimamente pensaba mucho en Jennie. Demasiado. Y esos pensamientos la asustaban muchísimo, pero no sabía cómo detenerlos. Lo que le había dicho en la habitación Lapis hacía casi una semana iba en serio; no la besaría hasta estar segura de que la deseaba a ella. Se conocía y no soportaría la angustia de que al final Jennie llegara a la conclusión de que ah, no, perdona, al final no me gustan las mujeres.

Pero eso no le impedía soñar despierta y suspirar, porque la forma en que la mujer la miraba sacaba a relucir emociones que había echado mucho de menos; la forma en que siempre intentaba que sus hombros se rozaran cuando ambas estaban frente al portátil; cómo era incapaz de seguir una melodía, pero eso no le impedía canturrear la última canción de Tegan y Sara en la camioneta de Lisa cuando salían a hacer recados; cómo era capaz de visualizar el día entero de un huésped para determinar la mejor ubicación para una cama, un escritorio, una cómoda... Había echado de menos que le gustara alguien, esa ráfaga de esperanza y terror en las entrañas cada vez que pensaba en la otra persona, las miradas y las sonrisas. Ni siquiera estaba segura de si echar de menos era la expresión correcta.

Recordaba algunas de esas emociones con Joohyun, pero se habían conocido en secundaria, Lisa había seguido a Joohyun a la Escuela de Arte y Diseño de Bangkok y luego se habían convertido en amantes una noche de último curso, después de preparar sus portafolios, besándose despacio sobre una caja de pizza del día anterior.

Joohyun y ella habían seguido una progresión natural.

Y ahí estaba, el pensamiento que la había hecho detenerse en mitad del pasillo esa mañana.

No quiero una mejor amiga. Quiero un destino.

Sintió que la sonrisa se le caía a los pies, donde se quedó enterrada mientras se tomaba el café y devoraba la tostada mientras Pru la miraba con preocupación, hasta entonces, cuando fruncía el ceño ante el plano del diseño, segura de que, de una forma u otra, iba a fastidiarla y cargárselo todo.

—Hola —dijo Jennie desde la puerta de atrás mientras sacudía el paraguas transparente. Iba de punta en blanco, como de costumbre: una blusa negra, pantalones de color marfil de pata ancha y los habituales tacones negros de diez centímetros. Lisa no tenía ni idea de cómo se desplazaba por el noroeste del Pacífico con aquellos zapatos.

She Never Fails | Jenlisa Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora