Capítulo 3

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Jennie no decía groserías a menudo, pero ¡joder, mierda, joder!

La mujer de Wake Up. Esa mujer.

—Ho-hola —logró decir. Extendió la mano. No sabía qué más hacer.

La mujer, Lisa Manoban, levantó una ceja oscura. Jennie contuvo la respiración y esbozó una sonrisa. Si había algo que se le daba de maravilla, era fabricar una sonrisa convincente. Incluso dejó que le llegara a los ojos.

—Encantada de conocerte —añadió.

La boca de Lisa tembló y Jennie supo que estaba condenada. Perdería aquel trabajo, a Kim Taeyeon y a su última pizca de cordura en lo concerniente a su madre, todo por unos cafés y un vestido.

Un jodido vestido.

Sintió que se le formaba un nudo en la garganta, lo que significaba que, además de acabar con su carrera de un plumazo, también iba a echarse a llorar delante del glorioso Lloud. Mejor dicho, delante de los tres gloriosos dueños del Lloud.

Jennie estaba a punto de bajar la mano cuando unos dedos fríos y callosos se deslizaron por su palma.

—Es un absoluto placer conocerte —dijo Lisa.

Jennie sintió una oleada de alivio en el vientre. Lisa le apretó la mano un poco más de lo necesario, pero en aquel momento estaría dispuesta a dejar que aquella mujer la arrojara al volcán Seongsan si quería.

—Tengo muchas ganas de empezar —dijo cuando Lisa la soltó—. El Lloud ha sido mi sueño como diseñadora durante años.

—¿No me digas? —preguntó Lisa, con evidente sarcasmo.

Jennie vio que Jungkook miraba a su hermana conmocionado, pero ella lo ignoró. Estaba demasiado ocupada atravesando a Jennie con una expresión ilegible. ¿Malicia? ¿Interés? ¿Pura maldad sin adulterar? No estaba segura, pero fuera lo que fuese, le provocaba la necesidad de vomitar en los parterres cubiertos de maleza.

—Así es —dijo con la intención de dejar atrás la incomodidad—. Recibí las especificaciones que me enviaste, Jungkook, pero hace tiempo que no entro en el hotel.

—¿Nunca te has alojado aquí? —preguntó Lisa y levantó de nuevo las cejas con mucha expresividad.

Jennie abrió la boca. Volvió a cerrarla. Debería poder decir que sí, pero aquel lugar no era famoso precisamente por su lujo. Al mirarlo entonces, con las espinas sin cuidar de los rosales trepando hasta el porche y las descoloridas cortinas de encaje en las ventanas centenarias, parecía recién salido de una película de terror.

—Pues...

—Jennie también vive en Jeju, Lisa —interrumpió Jungkook y la salvó—. Por qué iba a alojarse en un hotel en su propia casa.

Jennie sonrió y asintió.

—Ajá —fue todo lo que Lisa dijo en respuesta y se ganó otra mirada de su hermano.

—Yo, por mi parte, estoy encantado de rejuvenecer el hotel —dijo él con una palmada y le sonrió a Jennie—. Ya es hora de traer esta vieja reliquia al siglo XXI, ¿verdad, abuela?

Los ojos de Pru se apagaron un poco, pero asintió.

—Claro. Sí.

—Por supuesto, lo haremos todo ante la cámara —continuó Jungkook—. Será interesante.

—Hablando del tema —dijo Lisa y señaló con la barbilla hacia el camino de entrada.

Jennie se dio la vuelta al mismo tiempo que dos furgonetas blancas entraban por el camino de grava, con INNSIDE KOREA impreso en los laterales en un llamativo color burdeos, la primera «i» en forma de torreta. Se le revolvió el estómago como si fuera el primer día de clase. Los Manoban, o más concretamente, Pru y Jungkook, se pusieron a su lado y le sobrevino una extraña sensación de camaradería mientras empezaba a salir gente de los vehículos. Sintió a Lisa acercarse detrás de ella, pero se obligó a respirar y a sonreír.

She Never Fails | Jenlisa Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora