Capítulo 13

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Lisa odiaba reconocerlo, pero no se sentía del todo miserable mientras veía a Jennie Kim enfrentarse al par tres del hoyo número cuatro. 

—Sí que eres malísima —dijo.

—Te lo he dicho —respondió Jennie.

Estaba intentando, por quinta vez, pasar la bola de color verde lima por encima de un Golden Gate en miniatura que estaba a punto de colapsar por un terremoto que había destruido la ciudad. Cada diez segundos más o menos, el icónico puente de metal rojo traqueteaba y se ondulaba, provocando que la pelota de Jennie resbalara y se deslizara hacia todos lados menos a donde ella quería que fuera.

La forma en que la mujer resoplaba y maldecía entre dientes en voz baja le parecía tierna, si se permitía pensar en ello.

Pero no se lo permitía.

Tampoco se permitía mirar cómo a Jennie se le marcaba un culo nada desdeñable con los vaqueros cuando se inclinaba con el palo. Aquel cara a cara con Jennie era un asunto de negocios. Nada más.

—Bueno —dijo Lisa, un poco demasiado alto, ya que Jennie se sobresaltó y le dio a la bola antes de estar preparada—. Vaya grupo tienes.

Señaló con el palo hacia el resto del grupo, que todavía iban por el hoyo dos porque se paraban a hablar cada dos por tres, o porque alguien volvía al bar a por más bebida, o porque Jisoo, que era incluso peor que Jennie al minigolf, había lanzado el palo sin querer a la laguna pirata de color azul químico del hoyo uno.

Jennie volvió a colocar la bola, pero luego se incorporó y suspiró.

Entrecerró los ojos para mirar a sus amigas.

—Son únicas, eso seguro.

—¿Siempre son así de...?

—¿Escandalosas?

Lisa se rio.

—Iba a decir divertidas.

—Eres educada.

Se quedaron calladas mientras Jennie golpeaba la bola. El puente crujió, retumbó y se la escupió de vuelta, mientras Lisa observaba a su hermano y a las demás.

Jungkook se reía de cómo Mina argumentaba por qué debían concederle un golpe extra, que al parecer tenía algo que ver con la luna llena y el hecho de que su bebida no tenía suficiente hielo.

—¿Siempre eres así de exasperante? —preguntó Jungkook.

—No te haces una idea —dijo ella, sonrió y bebió.

Él se rio más, con los ojos brillantes, una sonrisa radiante, y la postura relajada y segura. Lisa quería a su hermano, probablemente más de lo que quería a nadie en el mundo aparte de su abuela. Sin embargo, de vez en cuando sentía una punzada de celos. Su mellizo amaba la vida y ésta le correspondía.

Con pasión.

Una primera novela superventas, una fe inquebrantable en el amor verdadero a pesar de que le habían roto el corazón en varias ocasiones, salir del armario. En el fondo, sabía que no estaba siendo del todo sincera consigo misma; Jungkook había pasado por momentos muy dolorosos y había sufrido mucho acoso al declararse bisexual el primer año de instituto. Sin embargo, cuando el quarterback del equipo de fútbol se declaró pansexual apenas tres semanas después, el acoso cesó como por arte de magia. Tampoco era que deseara que lo hubiera tenido más difícil. Por supuesto que no. Pero a veces... Sus sonrisas, su éxito, su infatigable búsqueda de un amor de película sin perder nunca la esperanza, todo eso la hacía sentir como si estuviera sola en una isla desierta.

She Never Fails | Jenlisa Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora