Capítulo 32

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El correo oficial para rescindir el contrato de Jennie con los Manoban llegó al día siguiente. Había apagado el teléfono; Lisa la había llamado varias veces después de irse del hotel y se sentía incapaz de hablar con ella, de modo que la lacónica misiva de Jungkook le había llegado al correo cuando abrió el portátil para ver una peli cutre en la cama.

Estimada señorita Kim:

Según los términos de nuestro acuerdo, por la presente le notifico que el hotel Lloud disuelve oficialmente su asociación con Diseños OA, basándose en la cláusula 3.1, que estipula que el cliente puede rescindir el contrato por insatisfacción con el proyecto.

Muchas gracias por su tiempo.

Atentamente, Jungkook Manoban.

Cerró el portátil y se tapó con las sábanas, donde se quedó las diez horas siguientes.

Cerró el portátil y se tapó con las sábanas, donde se quedó las diez horas siguientes

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No recordaba haber oído el timbre. Aunque conociendo a Mina, no habría llamado. Tanto Rosé como Mina tenían llaves de su casa, una decisión de la que Jennie se arrepintió al abrir los ojos tras un sueño inducido por el Tylenol y encontrarse a sus dos mejores amigas y a su hermanastra mirándola con expresiones de preocupación en los rostros. Protestó y se dio la vuelta, con la esperanza de que su espalda les comunicara el mensaje claro de que se largaran.

Por supuesto, no fue así. No con ellas.

—Hemos traído provisiones —dijo Mina y se sentó en la cama. Jennie oyó el crujido de una bolsa de papel, pero no se dio la vuelta.

—Helado, patatas fritas y una caja gigante de vino malísimo —continuó Mina.

—Váyanse —espetó Jennie.

—De eso nada, cariño —dijo Rosé.

Se acercó al otro lado de la cama para mirarla a la cara, se arrodilló en el suelo y apoyó los antebrazos en el colchón.

Jennie suspiró y se tumbó boca arriba, mirando al techo.

—¿Qué día es?

—Domingo.

Hacía dos días desde que todo se había ido al infierno y estaba segura de que solo había salido de la cama para hacer pis.

—¿Qué tanto saben? —preguntó.

—Todo —dijo Jisoo—. Jungkook se lo contó a Mina y luego Mina nos lo contó a nosotras, luego Mina llamó a Lisa, que ignoró por completo los cinco millones de mensajes que le dejó.

—Estoy un poco dolida, si te soy sincera —agregó Mina, pero su tono era ligero y bromista.

Sin embargo, Jennie no tenía ganas de bromear. Tuvo que resistir el impulso de taparse la cabeza con la sábana como una niña enfurruñada. La vergüenza le oprimía el pecho, un sentimiento caliente y viscoso que se había esforzado toda su vida por evitar.

She Never Fails | Jenlisa Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora