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Usagi no era fan del volleyball

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Usagi no era fan del volleyball. Era más un niño de interiores y era muy callado, pero claro que estaba viendo a su padre jugar.

Desde uno de los palcos más altos del estadio, pudo divisar el brillante pelo rubio teñido de Miya.

-Ya me aburrió...- Dijo bajito, antes de mirar sus manos.

-Ya quiero ir con mi papi...- Dijo, antes de empezar a mover sus pies ansioso.

Miya de repente levantó la mirada, viendo a Usagi desde la distancia. Empezó a saludar a su primogénito emocionado, antes de recibir un manazo de Kiyoomi.

-¡Enfócate!- Le reclamó. El rubio refunfuñó silenciosamente.
Usagi rió al respecto.
Ahora el Alfa rizado levantó la cabeza y saludó al infante. El menor correspondió con un saludo tímido.

Shoyo apenas llegó a casa, se dejó envolver por las feromonas de Tobio que la chamarra emanaba

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Shoyo apenas llegó a casa, se dejó envolver por las feromonas de Tobio que la chamarra emanaba.

Sonrió para sí mismo.

-¡Ah, el proyecto!- Exclamó, antes de apresurarse a terminar todos los pendientes que pospuso con tal de salir con Tobio.

Puso música, mientras la lluvia caía y se perdía en el mundo de palabras frente a su computador, se removía en la chamarra del Alfa.
Un sentimiento de calidez lo invadió. Ese mismo sentimiento que había tenido en su momento con el padre de su hijo.

Soltó un gemido suave, antes de notar como su cuerpo empezaba a buscar a Kageyama Tobio. Sintió el calor sobre sus mejillas mientras comenzaba a soltar feromonas en el lugar. Y cuando estuvo a punto de sucumbir a sus propios deseos carnales...

El timbre. El maldito timbre.

Dirigió su mirada a su celular.
-¡¿Ya son las seis?!- Exclamó de inmediato. Ya suponía quienes estaban del otro lado de la puerta.
-¡Ya voy!- Respondió, antes de levantarse y, como pudo, esconder la erección entre su pantalón.

Abrió la puerta, encontrando a su ex marido y a Usagi.

-¡Papi!- Dijo el menor antes de lanzarse a brazos de Shoyo.
-¡S-Sagi!- Lo atrapó cariñosamente. Besó su cara con amor mientras el castaño reía enérgicamente.
-Su mochila...- Entregó Miya, Shoyo la recibió con una sonrisa.
-Gracias, Tsumu.-
-Claro, solo... ¿D-de quién es la chamarra? Es algo muy grande para... Ser tuya.- Dijo. Tampoco es que no haya notado el fuerte olor a feromonas que Hinata soltaba.

El pelirrojo se sonrojó ante el hecho. Era obvio que la chamarra no era suya, y si bien no le estaba haciendo nada malo por empezar a salir con Tobio, tampoco le debía explicaciones.

-De un amigo. Me atrapó la lluvia ayer  y me la dió.- Le dijo poniendo a Usagi en el piso, el castaño corrió a su habitación para ponerse sus plantufas.

-Y-ya veo... Shō, este... Hueles mucho... ¿Se acerca tu celo?- Le dijo, antes de acariciar el pelo del mencionado.
-A-ah... T-tal vez... No es importante, Atsumu. Ya te puedes ir...- Dijo antes de alejarse de la puerta y cerrar, sin dejar al rubio responder.

Shoyo nunca había hecho un nido, ni siquiera en sus celos y menos cuando salía con Atsumu

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Shoyo nunca había hecho un nido, ni siquiera en sus celos y menos cuando salía con Atsumu.

Pero ahí estaba, la chamarra del azabache hecha bolita bajo sus cobijas.

-... Se acerca mi celo.- Afirmó, antes de sentir sus mejillas calentarse.
-¿Qué es eso, papi?- Dijo el infante ante lo que acababa de soltar el pelirrojo.

El Omega saltó en su lugar, antes de agacharse y tapar las orejas de Usagi.

-¡N-nada importante, corazón!- Le dijo avergonzado.
-¿Eh?- Preguntó. No escuchó lo que dijo. Shoyo suspiró antes de sonreír.

Cuando estuvo casado con Miya, solo tuvo un celo, pues el tiempo que estuvieron juntos Shoyo ya estaba en cinta. Y obviamente, pasó ese único celo con el rubio.

Pero desde el divorcio, cada que entraba en su ciclo de calor se abstenía a dejar la casa, sus padres iban y venían por Usagi de la escuela durante los tres días que le duraba, tomaba descansos de escribir y presentaba su excusa para no entrar a sus clases. Y su pequeño hijo dormía en casa de los Hinata.

Pero ahora quería pasar su celo con Tobio. Era obvio al estar haciendo un nido, quería que Tobio calmara su calor. Y últimamente se desvelaba viendo los partidos del menor, imaginando toda clase de escenarios con él. Pero no.

Iban a ir lento. Iban a hacerlo cuando ninguno estuviera en celo, en una relación formal y cuando ambos quisieran.

Iba a esperar.

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Single Dad! {KageHina Omegaverse}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora