Inefable

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Inefable: Aquello que no puede ser expresado o explicado con palabras.

La habitación estaba sumida en una oscuridad total, las cortinas cerradas herméticamente para evitar que la luz del sol entrara

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La habitación estaba sumida en una oscuridad total, las cortinas cerradas herméticamente para evitar que la luz del sol entrara. El aire estaba cargado de tristeza y desesperación. En el centro de la cama, una figura se acurrucaba, rodeada de mantas y almohadas. Era Ren.

Habían pasado semanas desde la pérdida, pero el dolor seguía siendo tan intenso como el primer día. Ren se negaba a salir de la habitación, a enfrentar el mundo exterior que parecía seguir girando sin importarle su sufrimiento. Ni siquiera la presencia de Kiyoto había logrado convencerlo de abandonar la habitación.

– Joven Ren... Soy yo, traje su desayuno. – hablo Danyi de detrás de la puerta esperando una respuesta afirmativa para entrar.

– Puedes entrar. – respondió una pequeña vocesilla.

La omega entro silenciosamente, viendo al omega en la misma posición desde hace semanas. Coloco la bandeja en una pequeña mesita.

– ¿No quiere salir al patio? El día está hermoso.

– No quiero salir, no me interesa si el día está hermoso. – respondió cortante y sin mirarla, simplemente desviando su vista hacia un pequeño punto en la pared.

– El joven Kiyoto no se encuentra en casa, por si es lo que lo detiene. – dijo mientras tomaba asiento en la orilla de la cama.

Al escuchar que Kiyoto no se encontraba en casa, sintió como su cuerpo se relajaba ligeramente. La sola mención de él lo hacía estremecer y enfadarse, pues él había sido la razón de la muerte de su bebé y nunca lo iba a perdonar por eso.

– No me importa si se encuentra en casa o no lo quiero ver más en mi vida.

– Entiendo, alimentese bien solamente. – se retiro de la habitación, dejando solo a Ren nuevamente. Le parecía imposible entablar una conversación con el omega, ni siquiera ella lo reconocía.

Se quedo nuevamente solo en silencio, con los ojos fijos en la pequeña mesita frente a él, pero sin siquiera hacer un solo esfuerzo para al menos tomar el tenedor y comer. Simplemente quería estar solo, sin ver a nadie, sin que nadie lo molestara, quería estar solo y olvidarse del mundo.

Volvió a acurrucarse en la cama dispuesto a volver a dormir. Odiaba despertar cada día, se sentía como un martirio, pero lo que más odiaba era escuchar a Kiyoto cada día rogando entrar y hablar. Estaba destrozado, todo por su culpa.

La tarde llego, había dormido todo el día, miro la mesita a su lado y noto que la bandeja ya no estaba, probablemente Danyi la había retirado al ver que ni siquiera la había tocado.

Su vista se desvió hacia al reloj que había en la habitación, faltaba poco para que Kiyoto regresará del trabajo.

Apenas podía soportar escucharlo todos los días, su voz solo le provocaba estrés y tensión, incluso su aroma me provocaba malestar.

𝗞𝗶𝗯𝗼𝘂. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora