Capitulo 1: El aleteo de la mariposa

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Primera parte

Y mientras miraba como el calor de la vela iba decreciendo con lentitud; un recuerdo vino a su mente, quitando sobre él, la angustia y confusión de los días pasados. Colin Bridgerton había reconocido en aquella habitación oscura que sus sentimientos hacia Penélope, su amiga de años eran mucho más que una amistad sólida; con aquel beso perfecto descendió a lo más profundo de su corazón solo para percatarse que sus sentimientos siempre habían estado presentes, creciendo como las brazas del fuego encienden hasta tomar fuerza; no era un amor apasionado y explosivo sino un sentimiento nacido desde el más tierno de los sentimientos, del cariño, del respeto, la compañía y las risas.

A sí mismo, viendo como la chispa recobraba fuerza, entendió que sus sentimientos por Penélope estaban cobrando fuerza; por más que no conociera con certeza los sentimientos que ella tendría por él, o de la inminente propuesta de Lord Debling, él debía ser honesto con ella y sus sentimientos antes que la oportunidad se le esfumara como el viento.

Para lamento del mismo, tal declaración no saldría como él esperaba.

Penélope llegó al baile de esa noche, los nervios se cernía sobre ella de manera amenazante mientras observaba el baile que los anfitriones habían preparado para los invitados; "un romance" pensó Penélope cuando se cruzó aquel pensamiento con la propuesta venidera del Lord; "romance", algo a lo que dolorosamente había decidido renunciar en su búsqueda por la libertad, por alcanzar sus propósitos y anhelos tal vez; o mejor dicho, por escapar del suplicio que le provocaba la sola idea de vivir bajo la sombra de sus hermanas. Pero sea cual sea la razón, algo estaba en claro, había renunciado al amor en esa noche donde sus labios fueron tocados por los labios de él; ahí Penélope Featherington renunció a cualquier posibilidad de estar a su lado; por ello había atesorado aquel beso como un recuerdo que jamás se volvería a repetir. Porque de todos los hombres que podría haber, decidió enamorarse de Colin Bridgerton, su amigo de la infancia y del cual estaba segura de que jamás pasaría por su cabeza algún pensamiento romántico de parte suya hacia ella. Colin Bridgerton se había convertido en su amor imposible.

Al término de la danza, Lord Debling se acercó a Penélope y la familia de ella; mantenía una sonrisa serena, a fin de cuentas era lo que ella había pedido aquella tarde con la modista; un pretendiente amable y que le proporciona libertad, y eso representaba el lord para ella. Saludo a los presentes con amabilidad y guardó una más de sus amables sonrisas para Penélope, fijando su vista en ella, mientras que Pen devolvió el gesto con la misma sonrisa.

—Si me lo permite, me gustaría dar un paseo por los jardines con usted señorita Featherington —le dijo a ella— claro, si su madre acepta— se corrigió al momento, dirigiendo sus palabras a Portia, quien ávidamente respondió en afirmación con un encanto especial.

Penélope resistió el impulso de poner los ojos en blanco ante aquella desesperada respuesta, pero se contuvo al tener al Lord frente a ella, por lo que se resignó a sonreírle y aceptar su propuesta.

El Lord extendió su brazo, invitando a Penélope a tomarlo del brazo y acompañarlo por el salón hasta llegar a una puerta que conectaba a un jardín interno; alumbrado por antorchas y donde el número de personas apenas escaseaba.

Sin duda, la escena de ambos caminando por el salón tomado del brazo era digna de mencionarse en la hoja Wistledown "Penélope Featherington y Lord Debling fueron vistos caminando hacia los jardines de la casa Silver".

— ¿Puedo hacerle una pregunta mi Lord? —mencionó ella, con la curiosidad, mezclándose en sus palabras.

— Por supuesto —declaró acompañando a sentarse en una banca de piedra frente a la cual podían deleitarse de los bien cuidados rosales de la casa.

—Teniendo en cuenta la frecuencia con la que viaja —comenzó Pen a formular su pregunta, intentando encontrar un atisbo de esperanza en la respuesta del Lord— me parece apenas lógico que busque una pareja práctica; ¿usted cree que con el tiempo el amor puede llegar a darse? —soltó su pregunta expectante a la respuesta del Lord, con ojos enternecidos como los de un pequeño ciervo.

—No lo sé —respondió midiendo sus palabras— mi trabajo ocupa una gran parte de mi corazón, tanto que sería difícil hacer más espacio. Pero me alegra mucho que parezca ser alguien que tiene una vida plena,

Sus palabras habían impactado como filosas dagas en su corazón, puesto que ahora sus pensamientos se habían convertido reales; si aceptaba la propuesta del Lord, no solo renunciara a Colin Bridgerton, sino también al romance y el amor, por una vida independiente y prácticamente solitaria.

Y no era que Lord Debling le pareciera un hombre desagradable, sino todo lo contrario; sus ideas y conversaciones le parecían maravillosamente satisfactorias, era un buen conversador y tenía ese humor sarcástico que tanto le fascinaba a ella, además era amable y gentil, detalles que para nada pasaban desapercibidos para ella. Penélope sentía que podría llegar a tener una excelente relación con el basado en el respeto y el cariño, pero la señorita Featherington anhelaba más que una buena agradable compañía que cabe destacar sería todo menos cercana debido a los viajes del Lord. Penélope anhelaba el amor; sentimiento que parecía casi imposible ahora.

Sin embargo, pareciera que Lord Debling notó esa mente atribulada a través de los ojos de ella cuando esta misma bajo la mirada al suelo unos segundos antes de subirla nuevamente a él; miró el Lord ese destello azul creado por las antorchas que iluminaban tenuemente el rostro de Pen y pensó lo hermosa que era aquella mujer a la cual planeaba desposar. Había compartido con ella lo suficiente para darse cuenta lo especial que era; una mujer inteligente sin duda, le encantó su valentía cuando lo interceptó en aquel baile y se presentó como realmente era, le parecía refrescante las conversaciones que tenían, era excelente escuchando y hacía preguntas con una curiosidad encantadora; por lo que desposar a Penélope Featherington le parecía apenas lógico de un hombre que tuviera dos dedos de frente como para darse cuenta de lo afortunado que era por encontrar a una mujer tan asombrosa.

—Hoy luce especialmente hermosa señorita Featherington —añadió a sus palabras con la esperanza que esa mirada taciturna se transformara en una sonrisa.

Ella sonrió débilmente y añadió un tenue —gracias —cargado de una mezcla de nervios y timidez.

—Señorita Featherington, realmente he disfrutado su compañía estos días; me parece una mujer realmente asombrosa y le soy totalmente honesto con respecto a mis sentimientos sobre usted —siguió hablando el Lord mientras que a Pen le comenzaban a invadir unos nervios tremendos.— Su inteligencia, su valentía me han llevado a la conclusión de lo afortunado que sería al tenerla a usted como esposa, por eso he ido con su madre está mañana, para pedir su mano en matrimonio.

Pen pudo notar el nervio en sus palabras, algo tierno le pareció, pues titubeaba y entre palabras como si midiera cada una hasta encontrar la oración perfecta

—Por lo que me atrevo a preguntarle si me haría el honor de ser mi esposa —al terminar de hablar, el hombre había tomado las manos de Penélope a la espera de una respuesta.

Instintivamente, miró sus manos entre las suyas y dio una última mirada en el portal que conectaba al salón, como si esperara que de pronto alguien apareciera y la rescatara de la situación; definitivamente una bandera roja que le alertaba de la decisión que estaba por tomar. Sin embargo, nadie se asomó en ese momento, por lo que nuevamente miró a sus ojos y le pareció notar en ellos una sonrisa que la invitaba a responder.

—El honor también sería mío al aceptar su propuesta —sonrió haciendo la pases con la propuesta de él.

Al final era lo que tanto buscaba esa temporada, ¿no es así?

Penélope buscaba libertad y paz, algo que evidentemente tendría con el Lord; sin embargo, nada de eso parecía importar cuando su más profundo deseo se colaba entre sus pensamientos, pero de aquel viejo sueño solo le quedaría la huella de sus labios.

Recordó entonces la plática que había tenido con su madre esa misma mañana, "seguridad" era lo que necesitaba para obtener su libertad.

Romacing Lady DeblingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora