Capítulo 17: Después de la tormenta

280 28 17
                                    

Segunda parte

Un año después

Había pasado un año desde aquel inolvidable baile, un año que Colin Bridgerton había pasado navegando por tierras lejanas, recorriendo islas griegas y contemplando atardeceres que le recordaban intensamente a Penélope. Las aguas del Mediterráneo, teñidas de rojos y dorados por la luz del sol en su ocaso, parecían traer constantemente imágenes de ella. Era imposible evitarlo. Cada crepúsculo le evocaba su melena rojiza, el coraje que había mostrado al revelarse ante la sociedad. El azul brillante del cielo apenas era comparable al azul de sus ojos; siempre en sus pensamientos.

Se había propuesto poner distancia entre ellos, creyendo que el tiempo y la lejanía aliviarían el dolor de saber que, pese al amor que sentía por ella, su destino ya no estaba en sus manos. Sin embargo, cuanto más se alejaba, más presente la sentía. En cada puerto que visitaba, en cada historia que escuchaba de viajeros y mercaderes, su mente volvía inevitablemente a Penélope. No importaba cuántos paisajes impresionantes se desplegarán ante sus ojos o cuántas maravillas del mundo antiguo descubriera; siempre había un espacio en su corazón reservado para ella.

Recorrió todos y cada uno de los rincones de aquella maravillosa ciudad; recordando las antiguas cartas que compartía con Penélope, las palabras amistosas y llenas de agudeza que hacían más placentera su estancia en cada lugar lejos de su familia; se sentaba a la orilla de la playa y sacaba su diario de viajes. Las olas rompiéndose frente a la orilla y la brisa del aire eran testigos de su mente inspirada y de sus manos que hábilmente tomaban la pluma y danzaban trazando palabras y oraciones.

"No puedo dejar de pensarte, de verte en cada pequeño detalle de la vida. Te imagino en el crepitar del fuego de un atardecer dorado, donde tus rizos, tan rojos como el sol que se pone en el horizonte, se mueven al ritmo del viento. Tu piel, iluminada por esa luz mágica, parece tan real ante mí que casi puedo tocarla. Te veo en el mar, en cada ola que acaricia la arena, y te siento profundamente en mi corazón, como una presencia que nunca se desvanece.

"Resulta una injusticia descarada poner distancia al amor, cuando es un sentimiento tan sagrado que no debería mantenerse oculto ni prohibido. Pero, al mismo tiempo, esta distancia se convierte en agonía; en esa necesidad tortuosa de volvernos a ver, de encontrarnos una vez más. Es en ese instante, cuando todo parece perdido, que el amor se convierte en una promesa, en una esperanza, en un deseo ardiente de disfrutar del placer que solo el amor verdadero otorga.

Maldita la suerte que nos separa. Maldita la suerte que hace que este amor, tan grande y poderoso, deba permanecer en la distancia, prohibido por las circunstancias que nosotros mismos no podemos controlar. Y, sin embargo, mi corazón no deja de buscarte, de esperarte. Porque en algún lugar, en algún tiempo, sé que este amor encontrará su camino de vuelta."

....

Colin se encontraba nuevamente en Londres, caminando por las calles que alguna vez habían sido tan familiares. El bullicio de la ciudad lo rodeaba, pero en su interior, reinaba un silencio abrumador. Estaba cerca de Penélope, tan cerca que su corazón parecía latir más rápido con solo pensar en ella, pero el destino tan injusto que los separó acechaba en su corazón con dolorosa agonía.

Cada paso que daba lo llenaba de dudas. Un año había pasado desde que la vio por última vez, desde aquella noche donde se despidió deseándole felicidad. Había dejado Londres con la convicción de que la distancia le daría claridad, pero lo único que había logrado era reafirmar lo que ya sabía en lo más profundo de su corazón: amaba a Penélope más de lo que jamás había imaginado.

Romacing Lady DeblingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora