Capítulo 18: El baile de máscaras

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Algunos días antes del baile de máscaras...

—Espero contar con tu asistencia al baile de máscaras —dijo Violet, sosteniendo una taza de té a medio camino, su tono amable pero firme, como una suave orden disfrazada de invitación.

—Estaré encantada de asistir, Lady Violet —sonrió Penélope tímidamente, una sonrisa que no alcanzaba a iluminar sus ojos—. Hace tiempo que no asisto a ningún baile; y si no fuera por la grandiosa ayuda de Eloise, me quedaría sin historias que contar —agregó en un tono burlón, aunque el ligero temblor en su voz delataba la incomodidad que sentía.

Desde la muerte de Lord Debling, Penélope había evitado los eventos sociales, refugiándose en la soledad de su casa, con la pesada culpa colgando sobre sus hombros. Se sentía desgarrada entre la tristeza de su reciente viudez y la dolorosa verdad de que nunca había amado a su esposo tanto como a Colin. Ese remordimiento la perseguía día y noche, y la idea de volver a un salón de baile, rodeada de gente que murmullaría sobre su viudez, la aterrorizaba. Ya tenía suficiente con las personas que la acorralaban en la calle, pidiéndole descaradamente que escribiera sobre ellas en los panfletos de Lady Whistledown. Las mujeres que la interceptaban en la modista con comentarios sugerentes y sonrisas falsas solo añadían una capa más a su incomodidad.

Lo último que Penélope deseaba era ser el centro de atención en un baile de máscaras, con los cuchicheos sobre su repentina viudez y la fría realidad de haber enviudado de un hombre que nunca amó realmente. Era consciente de lo que se decía de ella: que quizá el luto la abrumaba, que la pérdida la había despojado de su chispa, pero la verdad era mucho más amarga. No era la pena lo que la consumía, sino la culpa por haber deseado una vida distinta, una vida en la que Colin ocupaba el lugar de Lord Debling en su corazón.

—No imaginaba que tu trabajo pudiera ser tan agotador —intervino Eloise, rodando los ojos con exageración, su tono cargado de sarcasmo.

Penélope dejó escapar una pequeña risa, pero su mente estaba lejos de la conversación. Se sentía atrapada en un laberinto de emociones: la culpa por no haber amado a su esposo como debía, el dolor por su pérdida, y, peor aún, el peso de seguir sintiendo algo por Colin. ¿Cómo podría asistir a un baile donde la expectativa era disfrutar, cuando su corazón estaba tan destrozado?

Violet la observaba con perspicacia, sabiendo que, bajo esa fachada de cortesía y bromas, su querida Penélope cargaba con un dolor profundo.

—Al menos podremos dividirnos la tarea esta vez —sonrió Penélope a Eloise, tratando inútilmente de apagar sus pensamientos.

Eloise devolvió el gesto de Penélope con una amplia sonrisa y los ojos llenos de un brillo juguetón — ¿Puedes creerlo?, tú y yo como un par de detectives del chisme —se burló Eloise con demasiado entusiasmo que logró arrebatarle una sonora carcajada a Penélope y su madre.

El comentario realmente tumbó toda la torre de pensamientos que oscurecer su corazón. Estaba agradecida de haberse reconciliado con Eloise, de tener de vuelta su amistad, la cual sin duda fue un muro de contención para sus atormentados días.

Tras la inminente y dolorosa noticia, Eloise había pasado algunas noches en casa de Penélope, siendo su guardia y distrayendo su mente lo más que podía. El creía que Penélope había logrado amar a Sam, después de todo compartían mucho más que su matrimonio; y, al verla llorar en momentos en los que se suponía estaba leyendo o antes de dormir, pensó que su amor era profundo, sin saber realmente el motivo de sus dolorosas lágrimas.

La vizcondesa viuda tampoco estaba ajena a la situación de Penélope, creía entenderla de una manera tan íntima y cercana, que se había convertido en una especie de confidente para ella. Eloise podía estar ahí para acompañarla, abrazarla cuando lo necesitaba, ayudarle con el Whistledown, o hacerla reír hasta que se olvidara de todo lo demás; pero Violet, estaba ahí para escuchar ese dolor escondido, esa mezcla de culpa y vergüenza que se colaba desde lo más profundo de sus pensamientos; ciertamente no era del todo honesta, aún conservaba unos cuantos secretos como el amor que sentía por su hijo, sin embargo, la mirada de Violet para ella era de absoluta comprensión y amor, como si de cierta forma entendiera todo lo que Penélope pensaba.

Romacing Lady DeblingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora