Esa tarde comieron en un terrible silencio; su madre había insistido solo un par de veces que no se lo dijera a su marido, que las consecuencias serían aún más terribles, sin embargo, Penélope seguía con la idea puesta en su mente. Sam fue honesto con ella al respecto de sus intenciones, lo había sido días atrás cuando hablo sobre el futuro heredero y la importancia que era asegurar su linaje, pero incluso en esa incomoda conversación él había sido considerado y respetuoso con ella, ¿por qué no habría de serlo ella también?
Sus pensamientos la habían atribulado el resto de la tarde; mientras Rae ajustaba unos cuantos rizos en un semirrecogido, decorando su cabello con un broche dorado combinando con el vestido azul claro que llevaba puesto para la cena de esa noche. Fue entonces que Sam apareció, elegantemente vestido, de pie junto a la puerta mientras observaba a su esposa terminando de arreglar; una vez que Rae terminó de colocar el broche se retiró haciendo una sutil reverencia.
— ¿Nos vamos? —sonrió animadamente, acercándose a ella.
Penélope asintió, correspondiendo a su sonrisa con una igual, solo que la de ella trataba de ocultar la preocupación causada por Cressida. Esa bendita sensación no se apartó de ella en ningún momento; el pensamiento constante de que su secreto estaba por revelarse, de sentir que no tenía control de absolutamente nada, la estaba conduciendo al abismo, dejaba su cabeza en blanco y contradictoriamente la hacía imaginarse los destinos más crueles para su persona. Podía pagarle, claro, tenía los fondos suficientes para hacerlo; sin embargo, caer presa de su chantaje, no solo sería ceder a la idea de que ella tenía más poder, sino que además le daría la oportunidad de seguir chantajeándola en el futuro.
—Penélope —interrumpió el lord sus cavilaciones, tomando su mano desde el otro asiento del carruaje. Se dirigían a Braxton House para celebrar el cumpleaños de un viejo amigo de la universidad— ¿te encuentras bien? Haz estado seria todo el camino. Charles ha dicho que vino a verte la señorita Cowper, ¿ella te ha ofendido?
Ella observó detenidamente la unión de sus manos, necesitaba el apoyo de alguien en esa situación, al menos una persona que la escuchara sin juzgarla tan duro por sus acciones; se preguntaba si esa persona podría ser Sam Debling —hay algo que debo decirte —respondió finalmente— pero no me parece el lugar apropiado para tener esta conversación. ¿Falta mucho para llegar?
Justo en eso momento, la agitación del carruaje se detuvo, Sam corrió la cortina y miró hacia afuera antes de anunciarle que ya habían llegado a la casa. El la ayudo a bajarse y le extendió el brazo para que ella se anclara de él; después continuaron hacia la entrada de la residencia. No era exactamente un baile, las personas estaban mezcladas en grupos variados, conversando animadamente mientras bebían en finas copas y la cuartilla tocaba música para amenazar el ambiente.
Muchos rostros que Penélope no conocía, miradas frescas y desinhibidas, parecía que en el lugar no existía toda esa formalidad que se podía encontrar en un baile a los que le gustaba asistir; se aferró del brazo de Sam casi por instinto, sosteniendo lo que para ella era lo único conocido del lugar. Entonces lo sintió tensarse, como un tempano de hielo a lado suyo; por un instante creyó que lo había apretado muy fuerte, pero luego vio su rostro sin expresión alguna, viendo a una mujer pasar delante suyo; en ese momento observó algo que jamás imagino ver, la mujer era hermosa, de rizos castaños y alta estatura, su vientre delataba un avanzado embarazo; de pronto volteó hacia ellos y sus ojos se abrieron grande, luego se dio la vuelta y se mezcló entre los invitados mientras que Sam no le apartó la vista por ningún momento.
Penélope notó toda la escena, el espanto en los ojos de la mujer y la conmoción de él; ahora fue el turno de ella para sacarlo de su transe — ¿Sam?
El giró a verla, con el rostro aún aturdido por la aparición fugaz de aquella mujer; cuando entonces una voz conocida se hizo eco entre ellos, Penélope solo había tenido la oportunamente de hablar con él un par de veces; en la fiesta de su compromiso y en el desayuno de bodas, pero en ambas ocasiones había asistido solo, hasta ese momento en el que llamó la atención de ambos dirigiéndose a donde se encontraban, del brazo de una mujer con una amplia y rebosante sonrisa en los labios, su rostro era dulce y angelical, sus ojos avellana se curveaban en la amplia sonrisa.
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Romacing Lady Debling
FanfictionColin Bridgerton no llega a tiempo al baile; mientras que Penélope Featherington se compromete con Lord Debling. ¿Qué ocurrirá ahora con una Penélope comprometida y un Colin que ha reconocido sus sentimientos por la menor de las Featherington?