22| 𝐄𝐥 𝐦𝐚𝐫 𝐞 𝐢𝐭𝐚𝐥𝐢𝐚

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24 de marzo:Descanso

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24 de marzo:
Descanso.












Amber

Tras una serie de exitosos conciertos en el corazón de Francia, Bill nos sorprendió con una noticia: había alquilado una pintoresca casa de playa en un rincón desconocido de Génova. La emoción se apoderó de todos nosotros, pero los chicos estaban especialmente emocionados ante la perspectiva de sumergirse en las olas azul turquesa de la costa italiana...

El clima era agradablemente cálido, no el ideal, pero tampoco lo suficientemente sofocante como para arruinar nuestro ánimo. Finalmente, llegamos a la casa. Desde el exterior, era la viva imagen de una casa italiana tradicional, pero su interior era un contraste sorprendente, con un diseño moderno que se complementaba a la perfección con su fachada. Todos nos apresuramos a elegir nuestras habitaciones. Nosotras nos llevamos la más grande, gracias a una ronda decisiva de piedra, papel o tijera.

Nuestra habitación contaba con una ventana panorámica que ofrecía una vista ininterrumpida del mar, y me sorprendió gratamente descubrir que la casa estaba adornada con un árbol en perfecto estado de salud. Una vez que los miembros de la agencia nos dejaron (a excepción de dos guardaespaldas), todos nos congregamos en el comedor en busca de algo para comer. Gracias a Luis, había comida preparada, lo que decepcionó un poco a Gustav y Georg, quienes habían expresado su deseo de cocinar algo para nosotras.

Zara estaba en la sala con el resto del grupo, mientras yo me dedicaba a explorar la casa. La recorrí de arriba a abajo, hasta que llegué al sótano y descubrí unas tablas de surf. La emoción me embargó y, sin pensarlo dos veces, tomé una de las tres tablas disponibles. Con un poco de esfuerzo, logré subir las escaleras de vuelta a la casa y corrí hasta la sala.

—¡ZARA, TIENEN TABLAS! –Exclamé, incapaz de contener mi entusiasmo.

—¿Ah? –Respondió Zara, apartando la vista de su teléfono. Al verme con la tabla, su rostro se iluminó con una sonrisa. —¿Hay otra?

Asentí con la cabeza.

—¡AHHH! –Gritó, levantándose de un salto... pero se detuvo en seco. —¿Dónde?

—Oh... –Abrí la boca, y luego me dirigí a Bill, extendiéndole la tabla. —¿Podrías llevarla afuera, por favor?

—Sip... –Respondió con una voz amable y acogedora.

Dejé la tabla en sus manos y salí disparada hacia Zara, tomándola de la mano y guiándola conmigo.










Bill

Observé cómo las únicas mujeres del grupo se alejaban lentamente hasta que sus figuras se desvanecieron en la distancia. Giré mi atención hacia los chicos, quienes estaban agrupados alrededor de la mesa del comedor, sus miradas fijas en mí.

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⏰ Última actualización: Jul 26 ⏰

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Crossed Love ; 𝐁𝐢𝐥𝐥 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora