10 | 𝐑𝐞𝐦𝐨𝐥𝐢𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐞𝐦𝐨𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬.

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Zara

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Zara

Después de que Amber compartiera conmigo los detalles íntimos de su relación con Bill, nos encontramos refugiadas en el backstage, saboreando una variedad de bocadillos que habían sido dispuestos en un mini bar improvisado. Mientras la banda afinaba sus instrumentos y ensayaba sus acordes, podía sentir el peso de la cabeza de Amber descansando en mi hombro, un gesto de confianza y camaradería. Mientras tanto, mis dedos danzaban sobre la pantalla de mi teléfono, intercambiando mensajes con Nicolas.

—Zara... –La voz suave de Rory interrumpió mi concentración.

—Mmh? –Respondí, dividiendo mi atención entre la conversación y mi teléfono.

—¿Crees que Bill se quedará... o incluso hará algo para que seamos algo más...? –La pregunta de Rory cayó como una piedra en un estanque tranquilo, enviando ondas de incertidumbre a través de mí.

—No lo sé... –Admití, la inseguridad tejiendo su camino en mi voz. —Pero si te pide que vayan a la cama, háganlo. –Añadí, intentando aligerar el ambiente con un poco de humor.

Amber soltó una carcajada, su cabeza se levantó de mi hombro y se incorporó en el asiento. Fue en ese momento cuando decidí girar para mirarla. Sus ojos estaban bajos, pero una sonrisa tímida se dibujaba en su rostro.

—Mira Am, no conozco a Bill... pero –Hice una pausa, parándome para quedar frente a ella. —Es evidente que le gustas... así que, no tengas miedo.

—Gracias Zara... –Me respondió, su sonrisa se ensanchó, iluminada por la esperanza. Extendí mi mano y acaricié sus hombros durante unos segundos, un gesto de apoyo y solidaridad.

—Ve, corre... –Añadí, dandole una sonrisa confiada.

Y sin más palabras, ella se  levantó y caminó hacia el escenario...







Bill

Tom y yo habíamos estado debatiendo sobre el asunto en cuestión, refugiados en la penumbra del escenario, mientras Georg y Gustav también se unían a la conversación, aportando sus opiniones y prestando atención a mis palabras.

—Bill, creo que ya es tiempo de hablar con Luis sobre esto... –Gustav rompió el silencio, cruzándose de brazos en un gesto de resolución.

—Sí, no puedes seguir ocultando tus sentimientos solo porque él te lo pide. –Georg añadió, dándome un suave golpe en el brazo en un intento de alentar mi decisión.

—Estoy de acuerdo... además, solo quedan dos conciertos más y nuestras vacaciones empiezan. –Tom me dio un golpecito en la espalda, transmitiéndome su apoyo.

—Claro... sí, tienen razón. –Les respondí con una sonrisa, provocando una risa generalizada. Todos se acercaron a mí, envolviéndome en un abrazo grupal, para luego empujarme suavemente mientras Tom se alejaba, desapareciendo de mi vista.

Crossed Love ; 𝐁𝐢𝐥𝐥 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora