4 | 𝐓𝐞 𝐩𝐨𝐧𝐞 𝐧𝐞𝐫𝐯𝐢𝐨𝐬𝐨?

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Bill

Estaba concluyendo mi actuación con la última nota de la canción cuando mi mirada se desvió hacia los bastidores. Allí estaba ella... ¿Qué hacía aquí? Mi corazón se aceleró y el sudor comenzó a brotar en mi frente. Tom, ajeno a mi tormento interno, se aproximó a mí y me abrazó con entusiasmo, desordenando mi cabello en el acto. Reaccioné rápidamente, colocando su brazo alrededor de mi cuello y fingiendo que me arrastraba por el escenario. Era un plan inteligente, ¿verdad?

—¿Qué te ocurre? –me cuestionó Tom mientras nos desplazábamos hacia el otro lado del escenario. Aunque intentó liberarse, mantuve sus manos sobre mis hombros.

—Ella está aquí, ¿qué hago? –le confesé, mientras él me observaba con confusión. — ¿Cómo me veo?... ¿Mi aliento está mal? –le pregunté, soplando levemente en mi mano.

—¿Quién? –inquirió, volviéndose para mirar atrás. Fue entonces cuando la vio, hablando con nuestro mánager.

— ¡Maldita sea!, ¡maldita sea! –exclamó, llevándose una mano a la boca y dando pequeños saltos de emoción. Le agarré las manos, obligándolo a mirarme a los ojos.

— Distráela. –le ordené seriamente. —¿Qué?, ¿Por qué?... ¿Te pone nervioso? –se burló.

— No, me da vergüenza, estúpido. –respondí, viendo cómo ella comenzaba a acercarse a nosotros acompañada de Luis, nuestro mánager. —Maldición, haz lo que te pedí.

Después de darle la orden, me escapé, huyendo de la tormentosa conversación que me esperaba. Los miembros del equipo me miraron con desconcierto, pero no me importó. Corrí hasta que llegué a mi camerino, abriendo la puerta con una agilidad que no sabía que poseía. Una vez dentro, tomé mi maquillaje y comencé a retocar mis ojos. En algún lugar, encontré un cepillo de dientes y me puse a limpiar mis dientes, todo en un desesperado intento de prepararme para enfrentarla.








Amber

Mientras avanzábamos, el viejo amigo de mi abuelo me llenaba de palabras. No podía prestarle la atención que merecía, estaba ocupada buscando a Billy... ¿o era Bill? De vez en cuando, mi mirada se desviaba hacia otra figura que no podía identificar completamente, solo sus trenzas y la banda en su frente eran distintivas. A medida que nos acercábamos, él continuaba lanzándome preguntas, a las que respondía de manera desconectada con un simple "Sí, él está bien". Así siguió hasta que nos encontramos con el chico que buscaba. El amigo de mi abuelo le tocó el hombro y este se giró, ¿qué?

—Rose, te presento a... –Antes de que pudiera terminar la frase, su teléfono comenzó a sonar. El señor amigable me dedicó una sonrisa y con un gesto de su dedo indicó "Disculpa".

Se alejó hasta dejarnos solos. Desvié mi mirada hacia el viejo amigo de mi abuelo, luego volví a mirar al chico desconocido.

—¿Cómo te has peinado tan rápido y ese piercing... –comenté, tomando una de sus trenzas. —¿Te has encogido? –pregunté con sincera curiosidad, lo que pareció molestarle.

Sonrió con cierta irritación, luego se relamió los labios y se quedó en silencio unos momentos. Solté su trenza y me alejé un poco, limpiándome las manos de mis pantalones.

—Gemelos... Y gracias por preguntar, soy Tom. –finalmente reveló, cruzándose de brazos.

—Oh. –Respondí con naturalidad, luego di unos pasos hacia la derecha para ver si el otro estaba detrás de él... pero no.

—¿Y dónde está? –pregunté, volviendo a mi postura inicial.

—¿Has visto el escenario? –Me giró y me abrazó con un solo brazo, empujándome para caminar.

Crossed Love ; 𝐁𝐢𝐥𝐥 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora