6 | 𝐕𝐚𝐲𝐚 𝐝𝐢𝐚.

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Amber

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Amber

Después de una jornada llena de risas y anécdotas durante el almuerzo, todos los miembros de la banda se retiraron para atender asuntos pendientes relacionados con los próximos conciertos. Bill, me ofreció quedarme en su camerino. Acepté su oferta y aquí estoy, ya hace más de una hora, ensayando los coros. He logrado un gran progreso, solo me falta una canción por memorizar.

—Qué aburrido es estar sola... –murmuré para mí misma, y entonces se me ocurrió una idea.

Deslicé mi dedo por la pantalla de mi teléfono hasta llegar a la lista de contactos y decidí llamar a Zara, mi mejor amiga, mi alma gemela en términos de amistad. Sin pensarlo dos veces, marqué su número.

—Hola Rory, dónde estás! –su voz llena de energía y alegría me hizo sonreír. —Intenté llamarte para desayunar, pero no contestaste.

—Zara, no vas a creer lo que me ha pasado. –Le dije, levantándome del sofá donde estaba recostada. —Has oído hablar de Tokio Hotel? –le pregunté, creando un aire de misterio.

—Si, por qué? –me respondió con cierta duda en su voz.

—Bueno, recuerdas que ayer fui a cenar con mis abuelos, ¿verdad? –hice una pausa para darle tiempo a recordar. —No sé cómo diablos hicieron, pero ahora soy su corista.

—NO TE CREO, JÚRAMELO! –me gritó emocionada.

—Sí, pero no creo que sea permanente... creo que es por la escuela. –añadí; mientras observaba el interior del camerino

—Que envidia... ¿Ya conociste a Tom? –me preguntó, mientras yo me levantaba y caminaba hacia una habitación donde había una cama.

—Sí, es muy... ¿cómo lo diría?... –dije, buscando las palabras adecuadas para describirlo.

—¿Sexy? –sugirió entre risas

—¡No! Dios mío, Zara, no. –negué, riendo junto a ella.

—Bueno, si no te parece sexy... ¿podrías conseguir su número para mí? –me pidió, mientras yo me recostaba en la cama, abrazando una almohada contra mi pecho

—No. –respondí, sin dar más explicaciones.

—Vaya humor... ¿y si me llevas al concierto? ¿Cuándo es? –me preguntó.

—Ni lo pienses, cómprate tu propio boleto. –Le respondí.

—Que mala. –La escuché, estaba fingiendo un berrinche.

—Bueno, lo pensaré, Si? –le dije, intentando cambiar de tema.

—Hecho! –respondió con entusiasmo

—Qué te parece si hacemos una videollamada? Estoy aburrida... Nico me dejó sola... y tú también –me reclamó. No pude evitar sonreír, aunque ella no pudiera verme.

Crossed Love ; 𝐁𝐢𝐥𝐥 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora