Marta suspiró hondo antes de tocar el timbre. Estaba nerviosa aunque había estado esperando este momento todo el día.
Escuchó pasos acercarse y vió como Fina abría la puerta, luciendo una camisa blanca como la leche y esa falda que tanto le gustaba a su amiga, la de girasoles.-Hola, Marta.- saludó la menor, con una cálida sonrisa.
-Hola, Fina.- dijo, algo sonrojada. -Estás muy guapa.
-Gracias.- contestó, jugueteando con un mechón de su pelo. -Tú tambien estás muy guapa y elegante.
La rubia sonrió, sintiendo un leve cosquilleo en su estómago.
-¿Vamos?- preguntó con entusiasmo.
-Si, vamos.
Caminando juntas hacia el coche, mientras hablaban de cualquier cosa, Marta sentía que la noche prometía ser mágica.
Durante el trayecto, compartieron sus expectativas respecto a la obra y charlaron sobre sus vidas personales, contando algunas anécdotas interesantes, que les permitían conocerse más.
Cuando llegaron, Marta abrió la puerta del copiloto y, junto a Fina, entró al teatro, listas para disfrutar.
Las luces del lugar se atenuaron y el murmullo de la audiencia se desvaneció mientras el telón se elevaba, revelando un escenario bien decorado.
Ambas mujeres se acomodaron en sus asientos para disfrutar de la obra. Sin embargo, Marta no se encontraba muy pendiente al espectáculo.Fina, observando la actuacion, tenía los ojos brillantes por la emoción y seguía con la mirada a todos los actores y actrices.
Marta no podía evitar mirarla de reojo, encantada con su entusiasmo y con la manera en la que sus ojos se iluminaban más a cada segundo que pasaba.Mientras el primer acto avanzaba, Marta se sorprendió a sí misma sonriendo cada vez que su amiga reía o gesticulaba de más ante un momento dramático.
La obra era buena, sin duda, pero para Marta, el verdadero espectáculo estaba a su lado.
Fina, finalmente, notó la mirada de su amiga y se acercó para hablarle sin molestar a nadie.
-Es fantástico, ¿Verdad?
-Lo es.- contestó con conviccion.
Cuando el telón cayó, avisando el intermedio, ambas se levantaron para estirar las piernas, como otras muchas personas de allí.
Caminaron sin rumbo por el vestíbulo, hasta que Marta paró a la menor agarrando su mano.-¿Te está gustando la obra?- preguntó, como si no supiera la respuesta.
-Si, mucho. Me alegro de estar compartiendo esta experiencia contigo.
Marta sonrió, intentando ocultar la emoción y los sentimientos que aquello había despertado en ella. Sabía que esa noche sería inolvidable y no sólo por la obra de teatro.
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La obra terminó con un aplauso atronador y las luces del teatro se encendieron lentamente. Marta y Fina se levantaron de sus asientos, aún inmersas en la magia del lugar y caminaron hacia la salida, desganadas. Aunque no lo dijeran, ninguna quería que la noche terminara.
-Oye, ¿Te apetece dar un paseo antes de volver a casa?- preguntó la menor.
Las horas que la castaña había compartido con su amiga habían sido increíbles (como siempre) y, aunque habían pasado prácticamente toda la noche juntas, aún no quería despedirse. Cada momento a su lado se sentía único y, si hacía falta, se quedaría hasta el amanecer con tal de disfrutar un poco más de su compañía.
La rubia, que pensaba algo parecido, asintió con entusiasmo.
-¿Por qué no vamos al jardín de siempre? Está cerca.
Tras el asentimiento de la contraria, se dirigieron al jardín, ligeramente iluminado por unas cuantas farolas.
Allí pasearon sobre un camino de piedra, junto a los árboles que agitaban sus hojas por culpa de la brisa.-Me lo he pasado genial esta noche.- admitió la mayor.
-A mí también me ha encantado la obra.
-No, no solo por la obra.- dijo rapidamente, arrepintiendose al instante y cambiando su tono tan eufórico por otro más calmado. -Estoy muy feliz de haber pasado un buen rato contigo.
Fina sintió un calor agradable en el pecho y respondió con una amplia sonrisa.
-Yo también, Marta, esta noche ha sido perfecta.
Ambas se quedaron en silencio, mirando tímidamente a sus ojos que, a pesar de la noche, brillaban tanto como el sol. A la vez, sin motivo aparente, rieron. Parecía que hablaban en un lenguaje secreto que solamente entendían ellas dos.
Siguieron con su paseo durante unos minutos más hasta que, finalmente, el reloj marcó la una de la madrugada.
Aunque no les gustase, tenían que despedirse ya.Mientras Marta emprendía el camino de vuelta a su hogar, no pudo evitar divagar profundamente en sus sentimientos. Suspiró, sintiendo que aquella noche había ayudado a dar un paso hacia delante en su amistad. Sin embargo, también sospechaba que aquello no era sólo una simple amistad.
La rubia, extremadamente alegre, se permitió por primera vez escuchar a su corazón y dar rienda suelta a lo que sea que fuera eso que sentía.
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LA MUJER DE LA FALDA DE GIRASOLES.
Hayran KurguMarta, una poeta solitaria, frustrada por culpa de un bloqueo creativo, decide ir a un jardín en el que nunca había estado para "cambiar de aires". Allí se encuentra con la que será su nueva musa, la dueña de su inspiración, una mujer con una falda...