Capítulo 30

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Kai observó a lo lejos el lugar al que los dos niños huérfanos lo estaban llevando. La distancia permitía ver apenas los contornos de lo que parecía un antiguo edificio, parcialmente oculto entre la maleza y las sombras de la ciudad.

Después de aceptar formar parte de su plan para cambiar el imperio, Kai había establecido una conversación ligera en la que hizo preguntas para conocer más sobre ellos.

Entre las cosas que mencionaron y que coincidían con sus sospechas estaba el hecho de que no eran los únicos huérfanos en la ciudad. Según los niños, la mayoría de las ciudades contaban con grupos organizados de huérfanos, ya que así era más fácil sobrevivir.

Se trataba de una organización rudimentaria y arbitraria, donde generalmente el huérfano mayor se convertía en el líder. Todos los demás debían seguir sus reglas para poder vivir en lo que ellos llamaban su "guarida". Según lo que habían dicho los niños, su refugio era un edificio abandonado a las afueras de la ciudad, un lugar desolado y algo peligroso, pero seguro en comparación con las calles.

Kai escuchó atentamente esa parte de la conversación y, finalmente, dijo:

—¿Puedo ir a ese lugar?

Observó el intercambio de miradas entre los dos chicos, notando que Chisaki solo esbozó una ligera sonrisa, como si ya esperara esta reacción.

—Solo quiero conocer a los demás y proponerles lo mismo que a ustedes —añadió Kai con tono calmado—. Después de todo, no podemos cambiar nada solo nosotros solos.

A pesar de sus palabras, Kai percibió que el chico parecía más reacio a llevarlo a ese lugar. Su postura y expresión corporal transmitían una leve tensión, como si estuviera evaluando los pros y los contras de permitirle acompañarlos.

Kai, entonces, se giró hacia la chica, buscando en ella alguna señal de apertura. La mirada de la chica era menos dura y más abierta, lo que le daba a Kai una ligera esperanza de que pudiera convencerla para que lo llevaran al escondite de los huérfanos.

—Además, me gustaría ver si hay alguien enfermo para poder ayudarlo.

La declaración captó la atención de la chica, que lo miró con renovada curiosidad. 

—¿Ayudarlos? —preguntó, su tono mezclando sorpresa y una chispa de esperanza.

—Sí —respondió Kai con una sonrisa sincera—. Parte de mi sueño es ayudar a todos los enfermos que pueda. Debe de ser difícil conseguir medicinas, ¿no es así?

Mientras hablaba, Kai mantuvo su mirada fija en ella, mostrando una genuina preocupación. Sus palabras parecían resonar con la realidad de los huérfanos, y la mención de las dificultades para obtener medicinas parecía tocar una fibra sensible.

Kai esperó pacientemente mientras los dos niños comenzaron a discutir entre ellos, sus murmullos mezclándose con el susurro del viento. La conversación entre ellos estaba cargada de tensión, y Kai pudo percibir que el chico seguía mostrando signos de incomodidad y resistencia. Sin embargo, Mashiro parecía más abierta a la idea, con una expresión que transmitía una mezcla de alivio y optimismo. Su rostro, normalmente serio, se suavizó en una sonrisa que mostraba su aprecio por la oferta de ayuda.

Finalmente, tras unos minutos de deliberación, Mashiro asintió con decisión, dando su aprobación para que Kai acompañara al grupo. Aunque el chico aún no parecía completamente convencido, Mashiro estaba visiblemente más contenta con la posibilidad de que alguien pudiera brindar ayuda a sus amigos.

Kai sonrió ligeramente.

—Ah, pero antes me gustaría pasar por unas cosas.

La chica frunció el ceño, curiosa.

Overhaul en Akame Ga KillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora