Capítulo 22 •|• LA cita del año.

199 15 2
                                    

Husk

Yo... A decir verdad no era el mejor en las citas, o planeándolas, pero intentaría lo mejor para Anthony.

— ¡Husky! — Estaba en la cama con algo de cansancio, la noche anterior las apuestas habían subido y estuve unas siete horas allí, abrimos temprano así que... — Husk... Aquí estás, cariño, creo que hoy debes descansar. — Su mano recorrió mi cuerpo antes de abrazarme y acostarse a mi lado.

— Creo que tienes algo de razón en eso nene... — Estaba acariciando su cabeza en cuanto se me había ocurrido la genial idea de ir a una noche juntos. — Y si ¿Nos tomamos el día? No solo yo debo descansar sino tú también, además... Tenía planeado una cena exquisitamente romántica a la luz del pentagrama ¿Qué dices? — Alzó la cabeza y me observó por un largo rato, con los ojos completamente iluminados por la ilusión de la cita.

— ¿Lo dices en serio? — Asentí y se sentó sobre mis piernas sacudiéndome muy levemente. — Husky estoy hablando muy en serio cuando te digo que es mi primera cita sin que intenten matarme, secuestrarme o robar mi alma... Aunque, la tienes y... — Mordió su labio inferior, acción que me obligó a humedecer los míos seguido de una sonrisa. — Eso... No me importa ni molesta en absoluto pero, Husky, en serio en serio en seeeerio... ¿Una cita real?

— La más real de las reales jamás. — Sonreí ante su entusiasmo, no podía decirle que era mentira y no había planeado nada, aunque no era en vano intentar crear una... ¿Verdad?

Pasaron las horas y las reservas en el restaurante de lujo estaban hechas, compré un conjunto a juego de pareja para Anthony y para mí, nos veríamos demasiado bien, él con su vestido y yo con uno de mis trajes. Le había preguntado previamente si prefería trajes o vestidos y él afirmó, que a pesar de todo el trauma con la prostitución prefería la comodidad de los vestidos, lo cual no me pareció nada fuera de lugar y encontré una prenda preciosa, realzaba sus pechos y cintura pequeña, era largo y de paso, con una excusa, le obsequié unos tacones, y un hombre mío no es nada sin sus accesorios. Aretes, brazaletes, ya saben, ah, y una bolsa, para llevar nada más que su labial por si se lo corría.

La noche cayó bastante rápido, estaba alistando los últimos detalles de mi traje cuando, en plena armada de corbata apareció Anthony tras mi puerta; con esas impresionantes piernas, los tacones le quedaban a la perfección y ese vestido, como había imaginado en mis fantasías, le quedaba... Carajo, sentí mi pantalón apretarse.

— Husky... Vaya... Estás muy... — Su sonrojo se notaba a duras penas, me puse frente a él con una sonrisa. — Bien vestido, o sea, siempre lo estás pero... Hoy es bastante... Especial... — Tal vez no sabía cómo pronunciar las palabras que tenía en mente, pero sabía algo y es que... Ambos estábamos sintiendo una leve calentura. — Emm... Déjame ayudarte con eso. — Sus manos acomodaron el cuello de mi camisa, y armó una corbata perfecta. No podía evitar mirarlo con atención. — Faltan unos minutos antes de irnos... ¿Me ayudas a subirme el vestido y ponerme bien los tacones? Es que tienen unas tiras algo raras y... — Desvió la mirada con vergüenza.

— Claro. — Me arrodillé frente a él y puso su pie en mi rodilla, le tomó algo de tiempo hacerlo pero al final se quedó viéndome al mismo tiempo que mis manos cruzaban las cintas, cada vez más cerca de sus muslos. — Ya está arañita. — Di unas palmadas a su pierna, lo cual causó que la baje y limpió mi rodilla. — ¿Qué sigue? El cierre. — Estaba dándole la espalda con su saco llegando hasta la cintura, y la tomé por inercia. — Recuerdo que yo era quien ayudaba a vestirte siempre... Pero antes era tan distinto ahora...

— ¿Cuál es la gran diferencia? — Volvió a verme, y me ayudó con el saco.

— Que ahora puedo verte mejor y sin disimular. — Un pequeño escalofrío recorrió mi espalda cuando sentí sus brazos acariciarme. — Ah... Angel... ¿Qué pasa cariño?

En ese momento pude notar como se acercaba más a mi, termino con esa tensión de querer besarnos, aún no me acostumbraba al poder hacer eso tanto como quisiera.

— Creo que debemos ir a la cena antes de que se haga más tarde... — Sus jadeos resonaron por mi mente toda la noche hasta que llegamos al restaurante.

Era un lugar medianamente agradable, no tenía idea que aquí venían tantos demonios y pecadores. Nos sentamos en una mesa de dos y el mesero nos preguntó qué queríamos a lo que Angel pidió la carta.
Fue una noche espectacular llena de risas, charlas y un genial ánimo, hasta que se volvió de noche y estábamos algo pasados de copas cuando nos topamos con un hotel cercano a ese lugar, aprovechamos el hecho de que al día siguiente el bar abría tarde y entramos.

La habitación al igual que el lugar era magnífico, el ambiente y todo era muy loco, Husk y yo estábamos besándonos desesperadamente con las puertas cerradas cuando en un momento...

— Piernitas... — Sentía su respiración, al igual que su susurro fue deseoso, muy desesperante, sus besos también lo eran, eso solo me había hecho pensar una sola cosa; quería hacerlo, aunque claro estaba que estar encima suyo iba a llevarnos a esto. — Creo que deberíamos recostarnos un rato... — Sus manos recorrieron mi cintura, jugando con mi vestido.

— ¿Y si mejor... Hacemos otra cosa? — Bajé la parte del pecho de mi vestido, era fácil de quitar y él acarició esta zona, con ambas manos. — Como por ejemplo... Cojer.

— Ah... No lo creo en este estado Anthony... — Me enojé, pero estaba más triste que enojado.

— No te gusto... Definitivamente es eso. No tienes deseos sexuales ante mi. — Me levanté rápidamente de su regazo, la expresión de confusión en su rostro me hizo sentir peor, ¡estaba fuera de sí!

— Carajo... — Agarró mi brazo con fuerza, devolviéndome encima suyo, esta vez sus manos pasaron de las curvas de mi cintura a la parte trasera. Este acto me hizo sonrojar. — Ángel, me vuelves loco... Solo que espero... Tu consentimiento ante todo. — De todas las palabras que pude imaginarme, esas eran peligrosas, y muy calientes, como si estuviese en mi mente lo besé, desesperadamente. Sus garras arrancaron mi vestido, desnudándome por completo. — ¿Eso quiere decir que lo tengo?...

Y carajo. Que buena verga tenía.

I always win. •Huskerdust|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora